El círculo virtuoso
Con la Estrategia Nacional de Economía Circular, el Gobierno Nacional busca incentivar a productores, proveedores y consumidores a que desarrollen e implementen nuevos modelos de negocio que incorporen la gestión de los residuos y el manejo eficiente de los materiales. Los diferentes sectores aplaudieron la medida y se preparan para contribuir en las ambiciosas metas.
En noviembre del año pasado, el presidente Iván Duque lanzó la Estrategia Nacional de Economía Circular con la que espera que Colombia sea, en el 2030, uno de los tres países más competitivos de América Latina. Para ello, aseguró, se transformarán las cadenas de producción y de consumo, haciendo un manejo más eficiente de materiales, agua y energía. Llegar a ese punto requiere grandes esfuerzos y, en ese sentido, el Gobierno Nacional trazó metas ambiciosas, como aumentar significativamente la tasa de reciclaje y de reutilización, que pasará de 8,7% a 17,9% en el 2030. Además, el objetivo para el 2022 es que el porcentaje de residuos sólidos efectivamente aprovechados pase de 17% a 30%. Con este horizonte, Colombia se podría ahorrar hasta US$11.700 millones anuales en materiales y generar nuevas oportunidades de negocios.
De acuerdo con Ricardo Reyes Jiménez, líder de Negocios de la Dirección de Gestión de Proyectos de Socya –una entidad privada sin ánimo de lucro que lleva décadas apoyando la reintegración de los excedentes industriales en las cadenas productivas–, no hay manera de saber cómo será el futuro y es arriesgado definir fechas para establecer indicadores de gestión. “La cultura circular depende de toda la sociedad y sus acciones –afirma–. No es un problema del Gobierno o responsabilidad exclusiva de quienes producen bienes. Todos somos consumidores y generamos residuos, por lo que el sistema es de conjunto. Eso sí, seguramente en el 2030 habremos logrado implementar modelos productivos más eficientes, con un cierre de ciclo y un enfoque sistemático mucho más estructurado”.
El Gobierno es consciente de que el trabajo es con todos y, por ello, al implementar la estrategia, el Ministerio de Ambiente trabajará en coordinación con sus pares de Comercio, Vivienda, Educación, Transporte, Minas y Agricultura, así como con los gremios del sector productivo, más de 50 empresarios y el sector académico. “El ejecutivo está actuando unido en este tema. La sinergia se da porque somos conscientes de todas las oportunidades que la economía circular puede traer al país”, señala el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Ricardo Lozano.
Esa conciencia de aprovechar las oportunidades que se abren, de las que habla el ministro, se ha materializado en varios sectores industriales que, de acuerdo con el directivo de Socya, ha fomentado un crecimiento en Colombia de nuevas empresas orientadas a recuperar, gestionar, reutilizar y transformar los residuos para reincorporarlos a los ciclos productivos.
“Hace más de 30 años existen organizaciones dedicadas a recuperar materiales y a reincorporarlos a los ciclos productivos en sectores como el de los
metales, el vidrio y el cartón y, en menor medida, el plástico. Pero hoy por hoy, las empresas que producen residuos posindustriales comprenden el valor de estos materiales y logran reincorporarlos a los ciclos productivos a través de terceros o en sus propios procesos”, explica Reyes Jiménez.
Uno de los sectores más cuestionados no solo en Colombia sino en el mundo por el daño al medio ambiente, es el de los plásticos. Las empresas en el país no han sido indiferentes al tema y trazaron una guía que coincide con la Estrategia Nacional de Economía Circular. El Plan para la Gestión Sostenible de los Plásticos de un Solo Uso fue desarrollado durante meses y avalado por la Mesa Nacional para la Gestión Sostenible del Plástico, que involucró ministerios, universidades, recicladores, ONG e industria, entre otros.
El plan contempla medidas concretas como la de sustituir bolsas plásticas, mezcladores, soportes para bombas y copitos, exceptuando reutilizables y biodegradables, o la de incluir en el esquema de responsabilidad extendida del productor de empaques y envases (Resolución 1407 de 2018 del Minambiente) a los vasos, platos, cubiertos y similares, con metas de reciclaje más altas: 25% al 2025 y 50% al 2030. Además, estos no se podrán entregar gratis en domicilios.
“La medida también incluye otras acciones transversales relacionadas con etiquetado, pilotos de reciclaje en restaurantes, regulación de oxodegradables, ecodiseño, estudios sobre microplásticos, fomento a la investigación y responsabilidad y articulación con municipios para recolección y aprovechamiento”, afirma Daniel Mitchell, presidente de Acoplásticos.
Para las empresas abanderadas en la investigación y la innovación, en este sector es donde está la apuesta mayor para alcanzar las metas. El Grupo Familia, por ejemplo, lo tiene claro y por ello ha sido reconocido como una de las empresas más innovadoras en el ranking de la Andi. La organización asegura que todas sus acciones apuntan al desarrollo sostenible y a reducir el impacto ambiental de todos sus procesos, por lo que en los últimos 15 años ha desarrollado importantes proyectos verdes.
Entre ellos se encuentra su planta de Cajicá, pionera en el aprovechamiento de materiales, cuyo sistema de reciclaje de agua e su reincorporación evita que a los rellenos sanitarios se vaya más del 90% de los desechos generados en el proceso productivo.
2020: consolidar el camino
Expertos consultados coinciden en que Colombia es uno de los países en América Latina que más ha avanzado en la gestión de sus residuos, así como en su planeación y normalización. “El Gobierno ha dado pasos importantes no solo con su estrategia, sino también en involucrar a todos los sectores de la sociedad. Uno de los ejes más importantes es la resolución 1407, sobre la responsabilidad extendida al productor, expedida en el 2018, que obliga a muchas compañías a asumir la responsabilidad de sus actividades y replantear sus procesos para disminuir el impacto que generan con sus residuos”, asegura el líder de Socya.
El paso más importante de la estrategia está en su implementación y, para ello, se requiere ampliar los espacios de participación y construcción colectiva, fortalecer los sistemas de información, aumentar considerablemente la inversión en innovación e investigación y articular de forma correcta toda la normatividad ambiental para promover la industrialización de la economía circular.
Además, se debe trabajar en dos frentes: sensibilización y cambio de la cultura ciudadana, y estímulos para aprovechar materias primas recicladas, ya que los principales incentivos están orientados a los recicladores y no a las industrias para que las utilicen en sus productos. Es decir, que no solo haya beneficios para llevar escombros a un vertedero, sino que también cada material tenga un valor que lo lleve a ser clasificado y reusado para, de esta manera, reducir el número de desechos que llegan a los rellenos sanitarios.