Destinos.
El más conocido de los siete Emiratos Árabes Unidos suele ser asociado con la opulencia, pero detrás de ella se esconde una oferta muy diversa para todo tipo de visitantes.
Cuando se oye hablar de los Emiratos Árabes Unidos en Occidente, es difícil imaginar una escena distinta a la fastuosidad de sus ciudades, resultado del uso de los recursos del boom petrolero. Pero, tras una visita a Dubái, el emirato más conocido, esa percepción no cambia, sino que más bien se enriquece. De hecho, es imposible asociar una sola imagen que la represente: una panorámica larguísima con una gran cantidad de construcciones ultramodernas y de arquitectura llamativa (que incluye la torre más alta del mundo), o las vistas de la playa en donde se ubica el hotel considerado el más lujoso del mundo, así como los conjuntos de islas artificiales en los que resaltan aquellas con forma de palmera. Ni qué decir del desierto, o de la parte antigua, en donde los mercados conservan ese aire de lo que era la ciudad del siglo pasado.
Por todo eso, Dubái tiene mil caras, que hacen imposible el aburrimiento y convierten a la ciudad en un destino atractivo para todo tipo de viajeros pues, aunque prima la cultura árabe, esta es sin duda una de las ciudades más internacionales del mundo. Se estima que de sus poco más de tres millones de habitantes, el 80% de su población es de fuera de los Emiratos Árabes. De hecho, es el hogar de personas de casi todas las nacionalidades.
El lado moderno
El aprovechamiento de los recursos generados por el petróleo ha impulsado el rápido desarrollo que ha tenido la ciudad, que hoy luce como una de las más modernas y ostentosas del mundo. Dubái ha destinado sumas millonarias a su infraestructura para convertirse en un destino turístico de talla internacional, con el objetivo seguir desarrollándose de manera sostenible independientemente de lo que ocurra con el ‘oro negro’.
El centro es un reflejo de ello. Una visita imperdible es el área en donde está el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, con 165 pisos y 828 metros de altura. Se puede subir a la parte alta del rascacielos, pues hay dos miradores, uno en el piso 124 y otro en el 155.
En el downtown hay otras atracciones, como un lago artificial con fuentes que en las noches bailan al ritmo de la música y que alrededor tiene dispuesta una gran variedad de restaurantes, uno de los centros comerciales más grandes del mundo (Dubai Mall), el edificio de la Ópera, que llama la atención por su diseño, y uno de los mercados
(souk) más tradicionales y conocidos.
Pero no es el único punto en donde la modernidad se despliega en todo su esplendor. La Marina de Dubái es lugar obligado de visita por la cantidad de edificios ultramodernos que alberga. Eso sí, aunque su nombre sugiere que está a la orilla del mar, la realidad es que es otra de las grandes obras de ingeniería de la ciudad, pues se trata de un canal artificial que nace y desemboca en el océano. Allí se pueden hacer recorridos en barco (algunos de ellos son restaurantes), y hay vastas áreas para caminar con food trucks y locales con comida de todas partes del mundo.
Aun con todo el desarrollo reciente, las grúas y los andamios siguen siendo una parte importante en la panorámica de Dubái, pues es una ciudad que continúa en construcción.
El lado histórico
Al otro extremo de la Marina queda Dubai Creek, el río en cuyas orillas nació la ciudad, cuando la pesca y el comercio eran sus principales fuentes de supervivencia. En esta zona se pueden dar paseos en barcas tradicionales, pero sus principales atractivos son sus edificaciones más antiguas: el Museo de Dubái y la casa de Sheik Saeed Al Maktoum, emir que estuvo en el poder durante la primera mitad del siglo XX y cuya residencia cuenta una parte importante de la historia del país.
Otro punto interesante para los turistas son los mercados. En el Old Souk se pueden conseguir todo tipo de artículos tradicionales (pashminas, ropa, artesanías, vajillas o souvenirs, entre muchas otras cosas), y al otro lado del río hay más plazas también muy concurridas: el mercado del oro (Gold Souk) y de especias (Spice Souk). Cerca de allí está The Dubai Frame, un marco gigante de 150 metros de altura al cual se puede subir para disfrutar de una de las mejores vistas, por un lado de la zona del Creek y, por el otro, del centro de la ciudad.
Vamos a la playa
El desarrollo y la infraestructura que ha construido Dubái en la costa sobre el Golfo Pérsico es una muestra de alta ingeniería.
Se han creado varias islas artificiales en el mar, pero quizá la más conocida es Palm Jumeirah. Como su nombre lo indica, tiene forma de palmera y en cada una de las ramas cuenta con lujosas viviendas, áreas de comercio y hoteles de alta categoría. Un monorriel atraviesa la palmera por el tronco y es la manera más práctica de darle un vistazo a la zona.
Otro punto de referencia de la playa es el famoso ícono de la ciudad: el hotel Burj Al Arab, conocido en el mundo por ser el único de más de cinco estrellas… aunque en Dubái dicen que eso es un mito urbano que hizo carrera.
En general, la zona costera de la ciudad es otro sitio imperdible. En el área de Jumeirah hay distintas zonas de playas (algunas públicas, otras privadas) para hacerle el quite al calor en esta parte del mundo, que prácticamente está presente todo el año. Además, está la mezquita de Jumeirah, la única en la ciudad que permite la entrada a visitantes no musulmanes.
El desierto
Como Dubai es un lugar para todos los gustos, quienes se sientan abrumados ante las luces y los rascacielos pueden tomar excursiones al desierto, para recorrer sus dunas (en camioneta o haciendo ‘surf’), pasear en camellos y disfrutar de comidas. Hay alternativas dependiendo de las posibilidades de cada viajero, con recorridos que pueden dudar medio o un día completo, e incluso para pasar una o varias noches.