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Colombia tiene ante sí el gran desafío de dejar atrás las barreras como política comercial, lo que ha estancado un desarrollo eficiente del sector en medio de un andamiaje institucio­nal y regulatori­o cada vez más complejo.

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Aunque a lo largo de las últimas tres décadas Colombia ha hecho varios intentos para liberaliza­r el comercio y darle un giro a las políticas que hacían del país una economía cerrada ante el mundo, todavía queda un listado de tareas pendientes entre las cuales están, por ejemplo, potenciar las exportacio­nes nacionales, remover la alta protección a los diferentes sectores y, también, bajar los elevados costos logísticos que van amarrados a una infraestru­ctura que no termina de modernizar­se.

En términos generales, como señala el libro ‘Comercio exterior en Colombia: Política, institucio­nes, costos y resultados’, publicado por el Banco de la República, a pesar de los cambios hechos durante años en las institucio­nes que gobiernan el sector externo, el proteccion­ismo sobre la economía ha reinado junto a un andamiaje institucio­nal y regulatori­o cada vez más complejo.

“Proteccion­ismo es la palabra que mejor describe la política comercial de Colombia en los últimos setenta años. Se puede afirmar que la economía está menos liberaliza­da hoy que en 1991 y, posiblemen­te, tan restringid­a como en los años setenta y finales de los ochenta”, resalta un aparte de esta obra, en la cual se apunta a que los mismos sectores han continuado cobijados, y que ello no ha permitido desarrolla­r nuevos renglones económicos.

Hernando José Gómez, quien fue jefe negociador del TLC con Estados Unidos y director del Departamen­to Nacional de Planeación, recuerda que, aunque Colombia logró bajar aranceles en el transcurso de las últimas décadas, esta reducción no se refleja aún en una mayor participac­ión del país en el comercio internacio­nal como proporción del producto interno bruto, lo cual, en cambio, sí ha sucedido en otros países de América Latina como Chile, Perú, México y Costa Rica.

“Nosotros nos quedamos atrás, a pesar de tener menos aranceles y los tratados de libre comercio con los que cuenta el país”, afirma Gómez, quien hace un llamado a que los mercados del mundo sean aprovechad­os con mayor vehemencia. “Pero más allá de la protección, persisten líos que le restan competitiv­idad a la Nación, como altos tiempos de logística, costos laborales no salariales más elevados y un régimen laboral que no ayuda lo suficiente. Por otra parte, por más que se hayan bajado, hay que pagar por materias primas unas tarifas que oscilan entre el 5 y el 20%”, agrega.

Otro factor que ha sido transversa­l en las últimas tres décadas es el bajo aumento de la productivi­dad de la economía. “Se ha estancado por 20 años: hemos crecido con maquinaria y personal, pero no para producir más por lo mismo”, advierte Gómez, quien cree que la falta de ciencia, tecnología y capacitaci­ón de la mano de obra son factores que terminan por sumarse a este listado.

Ahora bien, el exministro de Comercio y expresiden­te de Fasecolda, Jorge Humberto Botero, está convencido de que, pese al paso de las décadas, la economía continúa siendo bastante cerrada. Prueba de ello, señala, es que los aranceles nominales sí han caído, pero las medidas considerad­as no arancelari­a han ido aumentando, lo cual ha conducido a Colombia por el camino de una alta protección de la oferta nacional.

“Otro ingredient­e a tener en cuenta –apunta Botero– es que, desafortun­adamente, las importacio­nes han crecido más que las exportacio­nes, y ello se ha reflejado en una expansión de la cuenta comercial

de la Nación”. Esto tiene que ver, detalla, con que la venta externa de bienes básicos (como el petróleo y el carbón) ha caído por cuenta de cotizacion­es internacio­nales no tan alentadora­s como las vistas antes del 2014.

Barreras y medidas no arancelari­as

Otro elemento que ha contribuid­o al proteccion­ismo –sostiene la publicació­n del Banco de la República– ha sido el uso de medidas y barreras no arancelari­as en los siguientes 25 años a la apertura económica de comienzos de la década de los noventa.

El documento sostiene que, según la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, en 1992 las medidas no arancelari­as “cubrían el 27% de las posiciones en el arancel de aduanas. En 1999, lo hacían con el 64%, y entre 2003 y 2014, con el 78%”.

La investigac­ión también muestra que, como resultado de estas decisiones de las últimas décadas, los sectores en los que han recaído las mayores proteccion­es son “prendas de vestir, extracción de madera y agro, que tienen niveles de protección total cercanos al 200%. Los que cuentan con menos medidas son imprentas, editoriale­s e industrias conexas y metales no ferrosos, con niveles menores al 50%”.

Sin embargo, el gobierno del presidente Iván Duque, desde sus primeros kilómetros, insistió en que Colombia debe diversific­ar su oferta exportable, reforzar su competitiv­idad y aprovechar con contundenc­ia los 16 tratados de libre comercio que están en vigor.

Por ahora, el Gobierno le apunta a superar la desacelera­ción que tuvieron las exportacio­nes el año pasado (cayeron 5,7% hasta los US$39.501 millones), a posicionar la venta de bienes no minero-energético­s, y a revertir el déficit comercial que, en los últimos dos años, ha venido en aumento.

Más allá de la protección, persisten líos que le restan competitiv­idad a la Nación, como altos tiempos de logística, costos laborales no salariales más elevados y un régimen laboral que no ayuda lo suficiente.

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‘COMERCIO EXTERIOR EN COLOMBIA: POLÍTICA, INSTITUCIO­NES, COSTOS Y RESULTADOS’ Banco de la República Jorge García García, Enrique Montes Uribe e Iader Giraldo Salazar Editores
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