Perspectivas: releyendo el 2020
La senda de recuperación de la economía evidenciada en los últimos años, cuando pasamos de un crecimiento del 1,4% en el 2017 al 3,3% en el 2019, y que nos ubica como uno de los mejores de la región, es una realidad de nuestro aparato productivo, de la solidez macroeconómica y del crecimiento del consumo y la inversión.
Sin embargo, esta evolución se cubrió de tres grandes nubarrones que llevan a pensar en un nuevo 2020. El primero, y sobre el cual se han centrado las discusiones económicas, es el desempeño del mercado laboral y la ocupación. Un aumento recurrente en la tasa de desempleo que hoy bordea el 13% y un cambio en la ocupación, que arroja cifras negativas del orden de cien mil personas menos en el país, mantienen las expectativas cubiertas por un sesgo a la baja y un posible deterioro en el consumo.
El segundo, y con un alto grado de incertidumbre aún para descontar sus efectos en la economía, es el covid-19. Un fenómeno de salud global que ha generado incertidumbre en los mercados bursátiles, reducción en los flujos de comercio, y que con mayor severidad ha paralizado la actividad en varias latitudes y mantiene expectantes a muchos países, como el nuestro, sobre el efecto de las medidas de prevención, contención y mitigación que se seguirán adoptando. Estas, además de necesarias, requieren de todo el apoyo del aparato productivo, y deben analizarse en el plano económico en el que además de limitar actividades como el turismo, esparcimiento y eventos, tienen un impacto innegable en la cotidianidad de hogares, empresas, ciudades, y en general, en el ritmo de vida.
El tercero es la caída de los precios de petróleo observada a lo largo de las últimas semanas con cotizaciones por debajo de los US$30 por barril, acompañado de una devaluación sin precedentes, que llevó el precio de la divisa por encima de los $4.000. Los efectos dan para prever un menor ingreso del Gobierno y un aumento del precio de los bienes importados que tendrá efectos sobre el costo medio de la canasta de consumo, las materias primas y en general, los precios en la economía.
Esto requiere cabeza fría y actuación, siendo la salud pública la prioridad. En la economía, tendremos que alistar todos los instrumentos de política fiscal y monetaria para que, con el margen de actuación, podamos hacer frente a la coyuntura; sin olvidar las acciones de tipo sectorial que ayuden a mitigar los impactos de estos nubarrones y den un nuevo impulso al crecimiento económico en 2020.