Salvar la agenda digital
mediática, en especial desde las redes sociales, desembocó en la renuncia de la ministra de las TIC Karen Abudinen, en medio del partido de la Selección Colombia del pasado jueves. Tras varias semanas de escándalo por el anticipo de 70 mil millones de pesos a la Unión Temporal Centros Poblados y el avance de una moción de censura parlamentaria de resultado incierto, el presidente Iván Duque le solicitó a la funcionaria, tardíamente para muchos analistas, dar un paso al costado.
En el frente político el costo para el Gobierno Nacional es alto. En momentos en que la Casa de Nariño lucha por proyectar resultados y logros en el último tramo del cuatrienio y levantar los bajos niveles de favorabilidad en las encuestas, la caída de una ministra enturbia esos urgentes objetivos estratégicos. A lo anterior se añade el inmenso daño infligido a una agenda de transformación digital que se encontraba dentro de los avances de la administración Duque.
En el frente jurídico, ya sin el pulso político por la cabeza de Abudinen, las investigaciones del caso deberían acelerarse, empezar a identificar responsables, comprobar la existencia de una red de corrupción dentro de la contratación pública y entregar las respuestas que los colombianos están esperando. Por ejemplo, por qué fallaron los mecanismos del ministerio para detectar estas irregularidades, dónde están los multimillonarios dineros del anticipo, y cuándo regresarán esos recursos a las arcas públicas.
Hay un tercer frente que gana relevancia: salvar la agenda de transformación digital. El presidente Duque debe escoger, asesorado de su exconsejero y hoy director del Dapre Víctor Muñoz, una persona a la cabeza del Mintic capaz no solo de agilizar la conectividad de los colegios rurales sino también de recuperar la confianza en las tareas pendientes de este sector, crucial para la recuperación económica y para el balance final de gestión del Gobierno.