Gordon Ramsay: ‘No soy un rockstar’
Hace 25 años, el chef estaba en el MIPCOM de Cannes, en un yate del difunto magnate australiano, Reg Grundy, quien lo había contratado para que le cocinara. Según cuenta, en esa época “¡no tenía derecho de poner los pies en el Palais des Festivals!”, pero
El ‘ máster chef ’ tiene una extraña reputación. De apasionado a extremo, entra en cólera cuando percibe una onza de descuido. Y esto pasa, tanto en sus cocinas, como entre los participantes de los realities en los que es protagonista (recordemos todos esos propietarios de restaurantes incompetentes a los que regañó en Kitchen Nightmares o de la señora a la que mandó a comprar ingredientes, minutos antes de cocinar los platos ordenados por sus clientes, y que seguramente todavía tiene pesadillas).
En el MIPCOM, en Cannes, Gordon Ramsay lo confirmó: la pereza mata. Tanto en materia de platos como en televisión. “¡Si esto no es bastante bueno, los clientes van a cambiar de restaurante! ¡Y si esto no es bastante bueno, los televidentes van a cambiar de canal!”.
Dos horas después del gran panel, Gordon Ramsay toma su puesto en la mesa redonda ( cuadrada), organizada por All3media International, con el fin de hablar de su compañía de producción, Studio Ramsay. Y con esa sonrisa, se lanza a los seis periodistas presentes: “¡Ustedes pueden llegar a joder mucho, pero aún así los amo!”.
Sí, el que estaba destinado a una carrera de jugador de fútbol, antes de que sus sueños se vieran truncados por una lesión, sabe cómo encantar a su público. Comienza cada una de sus respuestas tomando aire, ensimismado y diciendo atentamente: “Esa es una excelente pregunta”, incluso cuando no tiene nada que ver con él.
Su cara se transforma cuando se usa, casi por costumbre, la expresión celebrity chef. Se pone serio cuando un periodista de Singapur le pregunta por qué cocina tan pocos platos asiáticos. “No me estoy quejando ¿pero no sería interesante ofrecerle algo a su público de este lado del mundo?”. Alrededor de la mesa se oye un “Oh”. Con su cara de póker, Gordon responde con su “esa es una excelente pregunta” y luego, enumera todos los países que visitó en el marco de su Great Escape Southeast Asia, y todas las influencias que sacó de esta cocina.
Termina su respuesta mencionando la fuerza de uno de sus mantras preferidos: “Podemos aprender tanto de las buenas como de las malas experiencias”.
Gordon también afirma, “cuando me equivoque, quiero que me lo digan”, indicando que el interés por la cocina no había sido tan grande como hasta hoy. “¡Los aficionados que participan en nuestras competencias culinarias televisadas tienen un nivel absolutamente increíble! ¡Ellos tienen tanto talento y están muy interesados en cocinar! Sin importar que sean policías, banqueros o periodistas”.
Alguien le pidió un consejo para los aspirantes a chef: “Cuando los jóvenes me dicen que quieren volverse famosos en televisión, siempre les digo que eso toma muchísimo trabajo. Es la ‘tele’ la que debe venir hacia usted… usted no debe ir hacia ella”.
“La imagen del cocinero rockstar es una mentira”
En 2003, Gordon Ramsay perdió, en un accidente, a su segundo al mando, David Dempsey. “¡Mi segundo! ¡Mi mano derecha! Tenía 31 años y dos niños”. El joven chef falleció cuando cayó por una ventana durante una fiesta, había consumido mucho alcohol y cocaína.
“Es terrible cuando la morgue lo llama a uno para ir a identificar un cuerpo”, señala Ramsay, antes de entrar en un momento de silencio.
“A menudo me preguntan cómo es que no me di cuenta de lo que estaba pasando. Lo tendría que haber hecho. Aún me siento responsable. En mi deseo de continuar con mi perfección, perfección, perfección, no me di cuenta de la cantidad de sustancias que David necesitaba para seguirme...”, dice el chef.
Con Gordon Ramsay on Cocaine, documental que tiene dos partes y cuya primera ya se transmitió en el Reino Unido en la cadena ITV, el chef señala las fuentes de fabricación de la droga, indicando que “es necesario conocer todos los detalles que hay en torno a este problema”. “Como con una receta, quise comprender, conocer los ingredientes, con la esperanza de que, si la gente ve toda esa mierda que se le agrega a las hojas de coca (polvo de cemento y ácido sulfúrico) estarán menos tentados a consumir”.
La cuestión ha tocado a su hermano, quien está peleando desde hace años contra su dependencia a la heroína. “¡Me pone furioso cuando dicen que los chefs tienen imagen de rockstars!”, indica, antes de añadir que la gente le pregunta a menudo: “‘¿Por qué Gordon siempre aparece tan enérgico? ¡ Debe haber consumido algo!’. Trabajé mucho y tuve muchas fiestas. Luego, un día, comencé a hacer triatlón y esto, literalmente, me salvó la vida”.
Confiesa que cuatro veces al año debe hacerse un control antidopaje, el quincuagenario espera que su emisión tenga un impacto positivo en sus compañeros: “Quiero mostrar que no es necesario beber o drogarse cuando se trabaja en la cocina”.
Transmitido en 2014, en la cadena Télé-québec, el excelente documental Sous pression, de Marie Carpentier, aborda justamente esa loca tensión en la que están inmersos los chefs. ¿El tema del consumo en los restaurantes sigue siendo un tabú? Según Ramsay: “¡Esto no es un secreto, es un elefante en la habitación!”.
“Mientras que en Londres, todos los padres les compraban tabletas y consolas a sus hijos, mi mujer y yo comprábamos ingredientes a los nuestros. ¡Ustedes aprenderán a preparar un pavo!” Gordon Ramsay, chef australiano