Patina como niña: estas skaters mexicanas no le temen al machismo
‘Malina’ ha sido la emprendedora de proyectos para mujeres patinadoras como She is Skate y Mujeres en Patineta
“La familia no te dejaba patinar, no es como ahorita, que a la chicas ya las ves con patineta, chiquitas, de 13 o 15 años. Antes no, cómo ibas a agarrar tú esa cosa que era para hombres. Hasta decían que si te caías, podías quedar estéril” Recuerda ‘Malina’
Cuando ‘Malina’ trepa a una patineta, pierde la sonrisa. No hay enojo o molestia, es concentración. En cuanto se desliza el pelo largo que suele amarrar, se rebela y suelta sus mechas, que alborota al viento. Luego, domina las olas de concreto. No importa si tuvo un mal día, cuando patina, nada la detiene. Tal vez por eso les enseña a otras chicas el skateboarding, para que, como ella, se sientan libres.
“Cuando empecé a patinar fue diferente, como que el skate te da bastante libertad. Te subes a la tabla y es otra ‘onda’, sentir el viento, de repente, en tu cara cuando vas rodando. Ir patinando en las calles, así como que no sé, es como libertad. Por eso me gustó el skate, porque es libre”, cuenta Mariana Muñoz Luna, quien en el skateboarding mexicano es conocida como ‘Malina’, y por crear Mujeres en Patineta, donde
difunde y promociona el skate femenino.
‘Malina’ calienta antes de hacer trucos para la cámara. Lleva las piernas al pecho, afloja las articulaciones. En sus clases hace lo mismo, ella y sus alumnas preparan el cuerpo con estiramientos, sobre todo las rodillas, que reciben el impacto. Su concepto va más allá de una escuela para que otras mujeres aprendan a patinar. Se trata de un espacio de unificación. “Que las chicas se acerquen, que tengan un espacio, que se sientan también en confianza para que puedan aprender a patinar, aunque se caigan. No importa, el chiste es que se animen”, me dice. “Es un proyecto que integra, o sea, que puedas acercarte a este grupo, a las convivencias que hacemos, a los concursos, a las fiestas, porque pues también ‘echamos el coto’ (nos divertimos). Pero lo importante es unirte, que te sientas también parte de algo”.
Es difícil creer que ‘Malina’ tenga 30 años, y sea mamá de un niño de 11 y una niña de dos años, que se sube a la patineta como si fuera avalancha, mientras ‘Malina’ da clase. El skateboarding es un deporte, así que los beneficios en su apariencia se notan. Su rostro sin arrugas y delgadez acentuada por la vestimenta descomplicada –con jeans entubados, camiseta negra que le queda ‘volando’ y los tenis de cuero rústico– la hacen ver cinco años menor. Sin embargo, es una veterana sobre la tabla.
Hace 10 años subió por primera vez a una patineta. Antes, le gustaba el fútbol, que jugó durante cuatro años. No es que no conociera a los skaters, simplemente no le llamaban la atención. Pero un día tuvo curiosidad. Le pidió a un amigo su tabla y trepó. No perdió el equilibrio ni se cayó –eso sucedió como al quinto día–, con el primer ‘sentón’ se impulsó y comenzó a patinar. Su amigo le daba indicaciones y ella las seguía, aunque cayera.
Era la época en la que ver a una mujer en patineta era una rareza. No existía categoría femenina en las competencias. Para que la abrieran, tenían que insistirles a los organizadores, que siempre accedían, y cuando se juntaran cuatro o cinco competidoras. A veces, solo eran dos chicas las que asistían. El panorama no era alentador; a la mayoría de las mujeres no les interesaba el skateboarding.
Además, los tabúes se imponían.
“La familia no dejaba patinar, no es como ahorita, que a las chicas ya las ves con patineta, chiquitas, de 13 o 15 años. Antes no, cómo ibas a agarrar tú esa cosa que era para hombres. Hasta decían que si te caías, podías quedar estéril” cuenta.
“Yo tenía 20 años y era como una adolescente. Sin embargo, ya tenía a mi hijo, de un año de edad. Nunca tuve problemas con mi familia, pero sí tuve muchas amigas que tenían que esconder su patineta para que sus papás no se las vieran. O la dejaban encargada con el amigo, decían que iban a otro lado y se iban a patinar”, recordó.