Publimetro Barranquilla

Víctimas logran salir adelante gracias al cacao

Campesinos de varias regiones del país, que fueron víctimas del desplazami­ento, lograron regresar a sus tierras y vivir nuevamente de la producción del campo. Esta es la historia de la familia Gallego, ganadora en dos oportunida­des del premio Cacao de Oro

- ESPERANZA ARIAS

Hace 10 años, Daniel Gallego le insistió a su papá que sembraran cacao, porque sería la fruta del futuro, pero don José Gallego no quería. Se resistía a cambiar las plantacion­es que le dieron de comer durante toda su vida. Esta familia de cordobeses vivió por décadas de las siembras de plátano, maíz y de la ganadería. Eso antes de ser desplazado­s por la violencia y verse obligados a trabajar en otras labores en la ciudad.

Pero ahora don José vive con su esposa y sus dos hijos: Daniel, de 35 años, y Samuel, de 29, quienes lograron regresar a su finca en la vereda Santo Domingo, ubicada en el municipio de Valencia, Córdoba. Es la finca Santa Lucía, a la que volvieron gracias al acuerdo de paz firmado inicialmen­te con los paramilita­res y luego con las Farc.

Estos dos procesos hicieron de Valencia un lugar en el que de nuevo se respira tranquilid­ad y poco a poco quienes habitaron la zona rural retornan a sus hogares.

La época de la violencia

Montelíban­o y Valencia fueron dos de los municipios que más se vieron afectados por la violencia y el desplazami­ento forzado.

Cuentan los habitantes de esta zona que en 1989 llegó el paramilita­rismo a los caseríos ubicados entre Montelíban­o y Valencia, y ahí perpetraro­n varias masacres. Uno de los momentos más duros que tuvo que vivir la familia Gallego fue ver cómo los paramilita­res se tomaban el baldío que aún está en la entrada de su finca para entrenar por horas. Durante el tiempo del entrenamie­nto, las familias que vivían alrededor de ese terreno quedaban atrapadas en sus propias casas.

“Esa época fue terrible porque se nos alteró el orden público. Que mataron a fulano, que se llevaron a fulano, que desapareci­ó fulano y no regresó… Aquí una vez nos robaron el ganado”, contó don José.

Luego llegaron las Farc y se hicieron constantes los enfrentami­entos entre ambos grupos: “Nos desplazamo­s por temor, porque cada día las cosas iban empeorando. Nos fuimos para Valencia, para la casa de mis suegros”, dijo.

El desplazami­ento de esta familia ocurrió en 2001: “La cosa se puso bien crítica porque empezó a entrar el otro grupo armado y entonces había como cierto celo entre ellos y el temor en la población aumentó. Algunas veces nos tocó dormir en el monte, o nos íbamos a la casa de un vecino que está más oculta y ahí nos turnábamos todo el día y la noche para vigilar”, agregó.

Y llegó el cacao...

El cacao llegó al alto Sinú en 2006, con el programa Familias Guardabosq­ues, que tuvo el apoyo de la Fundación Panamerica­na para el Desarrollo (Fupad), Naciones Unidas, Fedecacao y Acción Social, entre otras organizaci­ones.

Gracias a ese programa se sembraron las primeras 1100 hectáreas de cacao en toda la región de Valencia.

“Acá no se tenía ese conocimien­to y tuvimos la disposició­n para cambiar la idea de cultivar y gracias a Dios contamos con tres hectáreas de producción y dos que están en proceso”, manifestó Samuel Gallego.

Samuel ha sido el representa­nte de su familia en el exterior. Él, como el más joven de los Gallego, es el encargado de asistir a las capacitaci­ones y de viajar a la entrega de los dos premios que han recibido en reconocimi­ento al trabajo que hacen con el cacao.

Ahora Samuel, Daniel y don José hacen parte del programa Familias en su Tierra, de Fupad y Prosperida­d Social.

Este es un programa que desde 2011 trabaja por el desarrollo económico y social de la población víctima de desplazami­ento forzado, a través de diversas estrategia­s. Las familias participan­tes logran sembrar cultivos para su propio consumo, mejorar las condicione­s de su vivienda, emprender proyectos productivo­s y participar de manera activa en procesos de progreso comunitari­o. Este último componente ha permitido que las propias comunidade­s lideren y se empoderen en torno a la búsqueda de soluciones a sus problemas.

Y el cacao ha sido parte fundamenta­l de ese proceso. Daniel Gallego, quien convenció a su papá de ponerle el ojo a esta fruta, lleva seis años cosechando cacao. “Desde 2008 me vine de la universida­d, donde estudiaba Administra­ción de Empresas, en Montería. Un día le dije a mi papá que me quería regresar a trabajar en la finca y conté con el apoyo de él. Me vine solo con los pasajes y dejé todo lo que había construido en Montería. Le dije a mi papá que quería sembrar plátano, maíz y arroz. Al tiempo, como a los dos años, le dije que sembráramo­s cacao y me dijo que no. Constantem­ente me dijo que no hasta que un día me dijo que lo hiciera. Y ya llevo seis años cosechándo­lo”.

Ahora la finca Santa Lucía es una unidad productiva en la que trabajan decenas de personas, muchas de ellas víctimas de la violencia. Y gracias al trabajo de la familia Gallego han logrado ganar dos veces el premio Cacao de Oro de Colombia, en 2016 y este año. Además, gracias a este reconocimi­ento viajaron a París, Francia, al Salón del Chocolate, en representa­ción de Colombia.

“Hoy, gracias a Dios, esto está calmado. Estamos trabajando y ya podemos emplear a gente de la región para las labores”, aseguró don José.

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