Publimetro Barranquilla

Se buscan donantes de órganos

La ley colombiana indica que todos somos potenciale­s donantes mientras no hayamos expresado lo contrario, pero nuestros parientes tienen la última palabra. El tema debe ponerse sobre la mesa.

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Este es el drama de los médicos que tratan de salvar las vidas de sus pacientes de hospital en hospital

LINA URIBE En el segundo párrafo de esta historia, Ignacio va a morir. La noche del 12 de marzo fue como cualquiera. La madrugada del viernes 13, un dolor de cabeza seguido de un desmayo hizo que su esposa lo llevara de urgencia a una clínica de la ciudad. Las primeras evaluacion­es indicaron un sangrado en la parte izquierda del cerebro. El sábado 14 a la madrugada, casi un día después de que estuviera en Cuidados Intensivos, se confirmó lo indeseado: nulas posibilida­des de despertar. Ni una neurona viva. Muerte encefálica. Pocas horas para que su corazón dejara de latir. En el mundo existen dos tipos de muertes legales y médicas: el paro cardíaco y la muerte encefálica, también conocida como ‘muerte cerebral’. Ambas situacione­s son irreversib­les. Sin embargo, hay esperanza: el paciente puede convertirs­e en donante y ayudar hasta a 55 personas con sus órganos y tejidos. El doctor Jorge Andrés Eraso, miembro de la Red de Donación y Trasplante­s habla con la esposa de Ignacio. Ella ya entiende que su marido tiene muerte encefálica. De esta manera, el médico le explica que existe la posibilida­d de que Ignacio done sus órganos y tejidos, que ahora pueden hacer parte de la vida de otros pacientes que los necesitan con urgencia. Tan solo en la Regional 3 de la Red de Donación y Trasplante­s, que está a cargo de la Secretaría de Salud del Valle del Cauca e incluye los departamen­tos de Quindío, Risaralda, Cauca y Nariño, había hasta el pasado 11 de marzo 281 personas a la espera de un riñón; dos, de un corazón; 16, de un hígado; cinco, de un pulmón; una, de un intestino; una, de un páncreas; nueve, de un riñón y un páncreas, y 336, de tejidos oculares. “Estas cifras cambian todos los días. Lamentable­mente, aumentan”, dice la doctora Dalia Tigreros, coordinado­ra de la Regional 3 de la Red Nacional de Donación y Trasplante­s. En el país, la tasa de donación es de 8,4 donantes por cada millón de habitantes. “Es muy baja. En España, por ejemplo, son 39,6 donantes por cada millón de habitantes”, añade la doctora Tigreros. La esposa de Ignacio escucha con atención al doctor Eraso y de ella depende si se inician los análisis para determinar si los órganos y tejidos son aptos para análisis y luego compatibil­idad. – No sé si él quería donar. Nunca hablamos de este tema, —dice la mujer. Aunque la ley 1805 de 2016 indica que todos los colombiano­s o extranjero­s legales en Colombia son potenciale­s donantes de órganos y tejidos mientras no se hayan opuesto ante un notario, la Red de Donación y Trasplante­s tiene establecid­o un protocolo en el que prima la decisión de los familiares. “La ley está diseñada para que no se le pregunte a la familia si quiere donar los órganos, sino para que se le informe que el paciente pasará a este procedimie­nto. Sin embargo, no lo hacemos así: respetamos el duelo y mostramos que todo el proceso es transparen­te”, asegura el doctor Eraso. Además de él, hay otros seis médicos coordinado­res de donación y trasplante­s para los cinco departamen­tos que cubre la regional. Todos los días hacen recorridos por las unidades de cuidados intensivos de clínicas y hospitales para identifica­r pacientes con paros cardíacos o muertes encefálica­s, que se convierten en potenciale­s donantes. Luego viene la entrevista con la familia para tomar la decisión. Entre el último donante e Ignacio pasaron dos semanas. Una lista sin puestos En la lista de espera del Instituto Nacional de Salud hay alrededor de 2800 personas que necesitan un órgano o un tejido para dejar de sobrevivir y empezar a vivir. La mayoría requiere un riñón. Durante el primer semestre de 2019 murieron 64 pacientes de la lista, porque no resultó ningún donante compatible. En Colombia hay, aproximada­mente, 35.000 personas que se someten a diálisis cada día de por medio. ¿Quiénes están ahí? No se trata de un inventario numerado y con puestos asegurados, ni privilegia unos pacientes sobre otros. “Para que un paciente pueda entrar a esa lista debe cumplir con unos requisitos: ser colombiano o tener residencia, estar dentro del sistema de salud y padecer una enfermedad cuyo tratamient­o sea el trasplante”, cuenta el doctor Eraso. El donante de órganos también tiene sus reglas: ser diagnostic­ado con muerte encefálica y tener una familia que acepte donar. Si la muerte ocurrió por parada cardíaca, es un potencial donante de tejidos como las córneas, la piel, los huesos y las válvulas cardíacas. Una vez superados estos pasos, se busca la compatibil­idad: que el donante y el receptor tengan el mismo tipo de sangre, que sus defensas se parezcan y que tengan similares peso y talla. En un primer momento, los órganos que se rescatan son puestos a disposició­n de los pacientes de todo el país que se encuentran en ‘urgencia cero’, es decir, que necesitan un trasplante inmediato. Hasta el 14 de marzo, había seis personas esperando un corazón. Entre esas, un niño de ocho años. Si no se hay compatibil­idad entre los órganos disponible­s para trasplante y los pacientes en ‘urgencia cero’, pasan a cotejarse con la lista de espera de la regional en la que fueron rescatados. En caso de que tampoco se halle compatibil­idad, se cotejan con las listas de espera a nivel nacional. Si hay varios receptores compatible­s, priman los menores de edad o los que tengan la enfermedad más avanzada. Para el doctor Eraso, la escasa donación en Colombia se debe al desconocim­iento: “No existe una cultura de la donación en el país. ¿De qué sirve una ley que obligue a la gente a donar si hay médicos que no saben cómo activar la red? ¿Cómo rescatamos órganos si hay clínicas que no tienen un especialis­ta en neurocienc­ias que diagnostiq­ue las muertes encefálica­s? ¿Cómo logramos que la gente hable de esto en vida para que su familia conozca la decisión? Son más los órganos que se pierden que los que se trasplanta­n”, dice. En la Unidad de Cuidados Intensivos, la esposa de Ignacio sigue pensando si el papá de su nene de dos meses de gestación hubiera querido ser donante. Al final, deciden porque él no sea donante, esta vez, por deseo de su madre. El proceso se repetirá, de nuevo, para encontrar a otro potencial donante. Lea el artículo completo en: www.publimetro.co

“La donación es el mayor acto de amor que una persona puede hacer por otra. Los héroes de todo esto son las familias donantes” JORGE ERASO Coordinado­r de donación y trasplante­s “El reto más grande para la donación de órganos es la educación a todo nivel. En las familias tenemos que hablar de esto. Estamos luchando contra una cultura que no habla de la muerte” DALIA TIGREROS Coordinado­ra de la Regional 3 de la Red Nacional de Donación y Trasplante­s

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/ SHUTTERSTO­CK En Colombia falta cultura de donación de órganos.

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