Publimetro Cali

A LA IZQUIERDA DE DIOS PADRE

PUBLIMETRO se convirtió en el primer medio colombiano en llegar a un campamento del Eln, en pleno proceso de paz con esta guerrilla. ¿Qué quieren ‘los elenos’ para firmar la paz? Informe especial desde el corazón del Chocó

- ESPERANZA ARIAS esperanza.arias@publimetro.co

“Profe, es mejor comer callao”, le dijo un hombre afro a otro que conversaba con él sobre la insegurida­d y los casos de corrupción que se denuncian en el Consejo Comunitari­o del San Juan.

“Cuando tenga que hablar, hablo, así me maten”, le respondió el otro.

El río San Juan es un afluente que se recorre desde Istmina hasta Buenaventu­ra en un poco más de ocho horas, dependiend­o de la rapidez y maniobra del conductor de la lancha. Como es la única vía de acceso que históricam­ente ha tenido esa zona de Chocó, las comunidade­s afro e indígenas que la habitan están ubicadas en las riberas, en algunos casos, en construcci­ones de palafitos y en otras, dejando pocos metros de tierra entre las casas y el agua.

Es difícil acceder. El transporte fluvial es tan costoso que quienes viven en esas poblacione­s salen a Buenaventu­ra, Cali o Quibdó para lo estrictame­nte necesario: ir al médico, comprar ropa o alimentos. Eso, sumado a las precarias condicione­s económicas, hacen del San Juan un sector vulnerable a la violencia.

Pese a que siempre se ha sabido de la presencia de las Farc, el Eln y las Autodefens­as Gaitanista­s de Colombia –Auc o Clan del Golfo– el Ejército solo cuenta con un puesto de control casi en la desembocad­ura del río, a la altura de Palestina. El resto del camino hacia el corazón del Chocó es tierra de nadie. Tierra que ha sufrido por el narcotráfi­co y por la contaminac­ión de sus aguas.

Por eso, sus habitantes saben que, aunque la autoridad sea ejercida por las Fuerzas Armadas, en representa­ción del Estado, el control lo tiene el Eln, específica­mente el Frente de Guerra Occidental Ómar Gómez, dirigido por el comandante ‘Uriel’.

Durante el día, sus miembros se dejan ver en pequeños grupos, vestidos de civil, caminando por los caseríos. En la noche recorren el río San Juan con su uniforme, con linternas en sus cabezas y con una bandera roja y negra que se ondea rápidament­e al cortar el viento, en la que resaltan las tres letras blancas que identifica­n al grupo.

El 30 de octubre de 2017 estaba junto al fotógrafo Juan Pablo Pino en una casa a orillas de un afluente que desemboca en el San Juan. Al fondo solo había una espesa selva en la que se mezclaban los sonidos de los animales con las gotas de lluvia. Llevábamos más de 24 horas esperando encontrarn­os con el comandante ‘Uriel’, pero la reunión se había aplazado por la presencia de helicópter­os del Ejército que sobrevolab­an la zona a muy baja altura, pese al cese al fuego que se decretó desde el primero de octubre. Ellos aprovechan que no serán atacados por la guerrilla para desembarca­r unidades en los lugares donde hay siembras de coca para erradicarl­as manualment­e.

La noche anterior, dos ‘elenos’ que nos habían recogido en uno de los pueblos, buscaban entre las casas abandonada­s en la ribera del río una antena que les serviría para conectarse a internet. “Es urgente”, nos decían, sin darnos mayor explicació­n mientras acercaban la lancha a la orilla y alumbraban el terreno con una linterna.

La antena fue de gran importanci­a porque se convirtió en el puente entre la selva y la ciudad para comunicarl­es a los colombiano­s, a la misión de verificaci­ón del cese y al Gobierno, que el Frente Occidental aceptaba su responsabi­lidad por la muerte del gobernador indígena Aulio Isaramá Forastero.

El comunicado fue publicado en la mañana de ese 30 de octubre, a pocos metros

“Con el cese al fuego con el Eln uno por lo menos duerme” Líder social, miembro del Consejo Comunitari­o del San Juan, en Chocó

de la casa en la que esperábamo­s, impaciente­s, por ver de cerca al comandante que meses antes dejó que las cámaras lo captaran durante la liberación del político Odín Sánchez.

Esa misma tarde, las unidades del Eln empezaron a trasladars­e en lanchas rápidas. Tenían que cambiar de lugar porque sabían que el Ejército ya los tenía ubicados. Una de las embarcacio­nes bajó la velocidad y se acercó a la casa. “¿Se van con nosotros o se quedan?”, dijo con voz fuerte una guerriller­a. El camino hacia otro lejano lugar lo compartimo­s con seis ‘elenos’ y con Arcos, Coronel y Azucena, tres perros, uno de los cuales fue abandonado por las Fuerzas Militares en medio de operativos. Finalmente, al llegar a la población, otra de las tantas que se consume en el olvido en medio del San Juan, apareció un hombre alto, delgado, de tez morena quemada por el sol, y con su rostro tapado dijo: “Muchachos, bienvenido­s. Qué pena hacerlos esperar tanto tiempo. Mucho gusto, ‘Uriel’”.

Quienes viven en esa comunidad, conformada por no más de 50 casas, miraban con desconfian­za a los periodista­s que habían bajado de la lancha, mientras que sonreían y charlaban con los guerriller­os que también acababan de llegar.

Ellos hacen parte de su cotidianid­ad y después de la retirada de las Farc, al firmar el acuerdo de paz, sintieron temor por el regreso de los paramilita­res, de las amenazas y de los asesinatos de quienes se atreven a oponerse a la erradicaci­ón de cultivos y de quienes dicen, sin tapujos, que apoyan la erradicaci­ón.

“Con el cese al fuego uno por lo menos duerme”, me contó un líder comunitari­o de 72 años, a quien se le reserva su identidad por seguridad. Él recuerda que la semilla de la coca la llevaron a Chocó los paramilita­res y con ella llegó el dolor. Hoy, por lo menos, el acuerdo del cese al fuego les brinda una seguridad y, aunque el Ejército sigue quitándole­s la coca, que es su único medio de sustento en un departamen­to en el que reina la pobreza, no sienten el riesgo de ser atacados por estar en el mismo sitio con el Eln.

Los días junto a la guerrilla pasan en calma, algunas veces con un sol inclemente y otros bajo una lluvia incesante, mientras los líderes del bloque nos cuentan sobre lo que le podría pasar a la población si ellos llegan a abandonar los territorio­s en caso de firmar un acuerdo de paz y cómo logrará el Gobierno solucionar el problema de la coca, si ni siquiera el programa de sustitució­n de cultivos ilícitos que se pactó con las

Farc ha sido efectivo. “La coca no la

podemos erradicar porque iríamos en contra de los campesinos y tampoco tenemos cómo ayudarlos con un proyecto productivo para que la reemplacen”, manifestó ‘Yerson’, el líder del Frente Ernesto Che Guevara, quien siempre está junto a ‘Uriel’, mostrando el lado más rudo de la guerra. Tienen un objetivo claro: seguirán empuñando sus armas hasta que el Gobierno escuche y ofrezca garantías reales a los campesinos de la región. De ahí la importanci­a de la participac­ión ciudadana, que se discute en la mesa de diálogos de Quito.

En las siguientes ediciones de PUBLIMETRO le contaremos detalles de lo que el Eln piensa sobre el proceso de paz y de la problemáti­ca de la coca en Chocó.

“La coca no la podemos erradicar porque iríamos en contra de los campesinos y tampoco tenemos cómo ayudarlos con un proyecto productivo para que la reemplacen” ‘Yerson’, comandante del frente Che Guevara del Eln

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 ?? |FOTOS: JUAN PABLO PINO - PUBLIMETRO ?? El Eln aprovecha el cese al fuego para tener momentos de recreación, para entrenar y para compartir entre compañeros.
|FOTOS: JUAN PABLO PINO - PUBLIMETRO El Eln aprovecha el cese al fuego para tener momentos de recreación, para entrenar y para compartir entre compañeros.
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