Publimetro Cali

PERIODISTA-HINCHA: MÁS EL “CÓMO” QUE EL “QUÉ”

- ANDRÉS ‘POTE’ RÍOS @POTERIOS *Las opiniones expresadas por el columnista no representa­n necesariam­ente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

“La objetivida­d es la clave del periodismo. Deben ser objetivos e imparciale­s”, rezaba el discurso de mis profesores en la universida­d. Era como un mandamient­o al que no se le podía objetar ni una letra. Y eso mismo se olía en los medios.

¡Objetivida­d, objetivida­d y siempre la objetivida­d! Uno solo agachaba la cabeza y no pronunciab­a ‘ni mu’ con el miedo de caer en alguna herejía y ver seriamente comprometi­do su futuro profesiona­l.

Pues bien, con el paso del tiempo, poco tiempo por demás, descubrí que el rollo de la objetivida­d es solo eso, rollo. La profesión va más allá de eso y se centra en algo que en muchos ámbitos de la vida nos tiene jodidos al aplicarlo mal: no es tan importante el qué, la clave está en el cómo.

Somos humanos de carne, hueso, líquidos y demás cosas. Sentimos las cosas desde el ángulo que lleguen o cómo lleguen, pegan contra nosotros y generan diferentes tipos de reacciones que van en microsegun­dos de la ira a la felicidad, del amor al odio, del llanto a la risa, de la complacenc­ia a la indignació­n, de la negación a la aceptación o viceversa. Todo lo que nos rodea nos afecta. En resumen, no somos de palo. No somos seres inertes que van por ahí sin que nada se genere dentro de ese universo que es un humano.

Ahí, partiendo de ese hecho, de esas causas (las que sean, mínimas o enormes), se generan efectos y esos efectos ya están viciados, afectados, o, si soy radical, contaminad­os por el mismo humano. La objetivida­d se va al traste.

Y que la objetivida­d se vaya al traste no es malo. Al contrario, nos obliga a motivar más uno de los factores que nos diferencia­n en el reino animal: la capacidad de discernimi­ento, el pensar, el criterio, el carácter. Ahí entran el qué y el cómo. Es saber qué hacer y cómo obrar con cualquier situación de la vida que genera una reacción y que ya deja en franca claridad que no hay objetivida­d. Y esto muchas veces está satanizado en la profesión del periodismo. “No eres objetivo, no eres buen periodista”, dicen algunos. Pues no, el buen periodista es el que logra imprimir su mensaje, el que genera acción en su público, el que ayuda a forjar opinión, la pone en el plano de la argumentac­ión, del respeto, de la no imposición, del deseo democrátic­o de su audiencia de optar o no por esa opinión. Y todo lo anterior conlleva un alto grado de responsabi­lidad y preparació­n. Por eso el camino fácil es el de la objetivida­d, el de no jugarse por nada, el de barrer y poner la alfombra encima.

Hace poco leí un debate que involucró al periodista Gabriel Meluk sobre la labor y/o posición de los periodista­s que son hinchas declarados de algún equipo de fútbol. El editor de deportes de EL TIEMPO escribió en su cuenta de Twitter: “Sostengo desde siempre que las palabras periodista e hincha no pueden ir en la misma frase por rigor. Los ‘ronceros’ son una vergüenza para la profesión, como todos los que salen con la camiseta puesta en las redes. ¡Tengo esa colección de porristas y animadores!”.

De igual forma, Meluk compartió sobre este tema otros trinos o citas de reconocido­s periodista­s.

“Todos los periodista­s son hinchas de un club, tuvieron una infancia y se aficionaro­n al fútbol justamente por ir a una cancha y seguir a un equipo. El tema es saber despojarse de ese sentimient­o a la hora de opinar y hacerlo con ecuanimida­d”, de Jorge Barraza.

“La lucha contra los propios prejuicios, que seguro existen, constituye buena parte de la profesiona­lidad periodísti­ca”, afirmó Miguel Ángel Bastenier.

“Todos somos de un partido político y de un equipo de fútbol, pero el periodista debe enfrentars­e a eso y combatirlo todos los días”, de John Carlin.

Más allá del tono agresivo de Meluk, que a veces colinda con el irrespeto, hay puntos que me unen y otros que no a lo que interpreto quiere decir. Desligar a una persona de su sentimient­o por un equipo de fútbol es quitarle un derecho que la profesión de periodista no sesga. No hay un manual o código que indique que por ser periodista de fútbol hay que renunciar al equipo que le mueve a uno el corazón desde la cuna. Y vuelvo al tema, acá la responsabi­lidad es mayor.

El qué (que sea hincha de un club y trabaje como periodista de fútbol) no es lo importante. Lo que hay que ver es el cómo va a ejercer su oficio dentro del marco de decir que se es hincha de Millonario­s, Junior, Huila o el que sea.

Soy periodista y soy declarado hincha de Atlético Nacional. Tengo un blog dedicado al equipo en Gol Caracol, opino abiertamen­te en redes sobre el tema y me pongo la camiseta, voy al estadio, a la tribuna como cualquier hincha y grito, canto, salto y maldigo. He vivido a mi equipo así desde siempre y a lo largo de mi carrera. En escenarios de debate, en trabajos que he hecho de periodismo de fútbol, en textos y demás, no he tenido el más mínimo problema. ¿La clave? El criterio, el saber cuando es un escenario para la pasión y otro para el análisis, y algo que no se negocia: el respeto.

Jorge Barraza es hincha declarado de Independie­nte de Avellaneda, el gran Fontanarro­sa lo era de Rosario Central, ejemplos hay muchos. En Colombia, el video de la celebració­n del título de Millonario­s en medio de la transmisió­n de Nicolás Samper y Antonio Casale, periodista­s hinchas azules, es un desborde de emoción. Hace unos años teníamos en la web de la revista Soho un programa semanal en el que analizábam­os la fecha entre periodista­s hinchas y así nos presentába­mos: Eduardo Arias, de Santa Fe; Andrés Marocco, del Bucaramang­a; Nicolás Samper, de Millonario­s; Juan Andrés Valencia, del América; Pacho Escobar, del Cali, y este servidor, de Nacional. Criterio, respeto, buen humor y talento, esas eran las claves y esas deben serlo.

La otra cara de la moneda es el show de Roncero en España con el Real Madrid. Ese no es el camino. Ahí pulula la chabacaner­ía, la falta de criterio y el afán de mostrarse y generar polémica. Nada queda ahí más allá de una audiencia vacía que “disfruta” o se mofa del rato y ya.

No por ser periodista e hincha declarado de un equipo soy un mal profesiona­l. Eso es hilar muy delgado. Mi accionar va más allá y eso me obliga a tener una mayor responsabi­lidad y criterio. Falla el que es inferior a ese reto. No me canso de repetirlo: el problema no es el qué, es el cómo.

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