¿QUÉ PASA CON LOS GRAFITIS EN EL CENTRO HISTÓRICO DE BOGOTÁ?
Algunos ciudadanos denuncian que la Alcaldía los está borrando, mientras que la Administración Distrital dice que sin autorización de los propietarios de las casas, y porque conocen su importancia, no tocan los murales. ¿Qué ocurre?
Uno de los temas que más ha dado de qué hablar bajo el gobierno de Enrique Peñalosa son los grafitis. El arte urbano no solo se ha convertido en uno de los orgullos de los bogotanos, sino en algo para mostrarle al mundo.
Para tenerlo claro, según el Instituto de Patrimonio Distrital los inmuebles que están declarados como patrimonio corresponden al 0,6% del total de la ciudad. Eso ha incentivado que la Alcaldía genere espacios como Distrito Grafiti en Puente Aranda y haya habilitado espacios en ciertas zonas de la ciudad para que los artistas urbanos puedan plasmar su arte en las paredes.
Sin embargo, la polémica acompaña el tema debido a que en La Candelaria, centro histórico de la capital y reconocida por sus grandes murales, algunos han ido desapareciendo. Pero ¿qué está ocurriendo en realidad?
PUBLIMETRO habló con algunos habitantes de la zona que tenían en las fachadas de sus casas grafitis memorables, pero que un día dejaron de aparecer en las fotos de los turistas porque fueron tapados. Ahora se ven paredes de un solo color.
Por ejemplo, Andrea*, quién administra un reconocido hostal, en una vivienda que tiene cerca de 300 años de antigüedad, explica el cambio de una icónica pintura por una pared de un solo color desde marzo de este año: “El mural existía hace aproximadamente unos siete años, antes de que abriéramos el hostal. Nosotros recibimos una orden del el Instituto Distrital de Patrimonio Cultura, Idpc, en noviembre de 2017, para hacer una restauración completa de la fachada, porque teníamos la necesidad de hacerlo, pero era una restauración que para nosotros no implicaba borrar el grafiti. Entonces se acudió a ellos (Instituto), porque necesitábamos solicitar un permiso para hacer la intervención del uso del andén, el permiso de tránsito, etc. La orden de ellos fue que como este es un bien de interés cultural, no debe tener arte urbano, porque estamos dentro del perímetro del centro histórico”.
Andrea cuenta que al hostal le tocó correr con los gastos de la renovación que les recomendó el Idpc, es decir, con borrar su fachada.
Para ella, este no ha sido un cambio muy favorable, ya que La Candelaria se caracteriza por la “mezcla del arte urbano dentro de la arquitectura colonial; por darle el valor a lo que un extranjero conoce: Bogotá como centro de grafiti”.
Sin embargo, a Hernán Valbuena, administrador de un parqueadero que hace 15 días también pintó su fachada, el cambio le parece mejor para “las personas que vienen al centro histórico, porque se ve mejor”.
El cambio se dio tras una comunicación del Distrito: “El Instituto vino y nos dijo a nosotros que si queríamos dejar así o pintar, entonces nosotros optamos por pintar, porque lógicamente que se ve mejor pintado. Antes, los muchachos siempre pintaban las paredes, hacían murales feos, no me gustaban, si fuera algo bonito está bien, algo artístico, pero siempre llegaban sin permiso”.
Por su parte, Diego Parra, coordinador del programa de enlucimiento de fachadas del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, en conversación con PUBLIMETRO, afirmó que ellos no tocan las fachadas que están protegidas por el programa, y en el que también participan los propietarios, quienes, según el Idpc, tienen la última palabra sobre cómo se embellecen. “Nosotros entendemos que La Candelaria tiene un movimiento importante de arte urbano con obras reconocidas internacionalmente, y por eso no tocamos las fachadas que tienen mural. Los propietarios están en todo el derecho de restaurar la fachada a las condiciones patrimoniales, como era históricamente”.
Las opiniones del tema seguirán divididas, pero eso sí, no hay que desconocer que el arte urbano cautiva a los extranjeros, quienes no dejan de fotografiarse en cada grafiti que ven.
*Nombre cambiado a petición de la fuente