CATERINE IBARGÜEN, LA DIOSA CORONADA
La antioqueña fue elegida la mejor atleta de 2018, el premio que le faltaba en su exitosa carrera deportiva
Ayer, en Mónaco, la colombiana consiguió un premio que le fue esquivo durante cuatro oportunidades: el de la mejor atleta del año, entregado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo.
Nadie más que ella se lo merecía. Caterine Ibargúen vivió su jornada consagratoria, luego de ser elegida como la mejor atleta femenina de 2018. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo destacó sus triunfos en la Copa del Mundo y en la Liga de Diamante, además de las medallas doradas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se celebraron en Cartagena.
El gran mérito de Caterine en este año, fue lograr sus triunfos tanto en salto triple como en salto largo, una hazaña que no sabe si repetirá en Tokio 2020. Aunque es uno de sus objetivos, la temporada que acaba de culminar fue un desafío especial para la atleta nacida en Apartadó, Antioquia.
Ibarguën resultó preferida frente a sus cuatro rivales por el trofeo: la belga Nafissatou Thiam, campeona de Europa de heptatlón (disciplina en la que termina el año invicta y ganadora del premio en 2017); la británica Dina Asher-Smith, campeona de Europa y líder mundial del año en 100, 200 y 4x100; la keniana Beatrice Chepkoech, que batió por ocho segundos el récord mundial de 3000 m obstáculos, con 8:44.32; y la velocista bahameña Shaunae Miller-Uibo, invicta en 15 competiciones.
Era la quinta vez que la antioqueña aspiraba al premio. Lo hizo en 2013, 2014, 2015 y 2016, y regresaba ahora a la puja –ya entre las cinco finalistas–, después de su ausencia en 2017. Un año atrás se cruzó en su camino la venezolana Yulimar Rojas para alzarse con el título mundial en Londres.
La atleta colombiana, que estuvo a punto de abandonar el atletismo con solo 24 años al no clasificarse para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, creció de la mano de técnicos cubanos, desde muy joven, para convertirse en la mejor atleta del mundo.
Regla Sandrino la condujo en Medellín al salto en todas sus versiones: longitud, altura y triple, y cuando se graduaba de enfermera, en la Universidad Metropolitana de Puerto Rico, fue rescatada para el atletismo por Ubaldo Duany, que la ha convertido en la mejor saltadora triple del universo.
Un salto de 15,17 metros le dio el oro olímpico en Río
2016, cuatro años después de haber ganado la plata en los de Londres.
Desde aquella final olímpica londinense, Caterine encadenó 33 victorias consecutivas en alta competición. Ganó la Liga de Diamante de la especialidad de triple en
2013, 2014 y 2015, los títulos mundiales de Moscú 2013 y Pekín 2015, y alcanzó su actual récord personal (15,31) el
8 de julio de 2014, en Mónaco. Solo perdió en Birmingham, el 5 de junio de 2016, otra vez ante la kazaja Olga Rypakova, la misma que le había privado del oro en Londres 2012.
El atletismo latinoamericano solo había recibido una vez el trofeo que reconoce la máxima excelencia mundial del año. Han transcurrido 29 años desde que la ochocentista cubana Ana Fidelia Quirot recibió en 1989 el premio en compañía del vallista estadounidense Roger Kingdom, en la segunda edición de los premios.
“Mi corazón se ha llenado de alegría. Se lo dedico a toda mi Colombia” Caterine Ibargüen, la mejor atleta mundial del año