Venezuela, al borde del precipicio tras 20 años de Gobierno chavista
Por qué la llamada Revolución bolivariana tiene al país en una crisis económica y social sin precedentes
El 6 de diciembre de 1998 marcó un antes y un después para los venezolanos, pues ese día el militar retirado y hoy fallecido Hugo Chávez llegó a la Presidencia de Venezuela y antes de morir en 2013 anunció que su sucesor era Nicolás Maduro, quien ha llevado a la llamada Revolución bolivariana a sus 20 años con un país agonizante.
Tras dos décadas de chavismo, el país parece estar al borde del precipicio con una inflación diaria que supera el 3% –y se proyecta que 2018 cierre en 2.500.000%– hay una severa escasez de alimentos y medicinas, fallos en todos los servicios públicos, instituciones y sectores antes productivos.
Aunque el mandato de Chávez llegó hasta el 5 de marzo de 2013, fecha en la que falleció, Maduro continuó con el proyecto ‘revolucionario’ de su antecesor, aunque opositores, analistas e incluso simpatizantes Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria del militar hablan ahora de “madurismo”, pues lo acusan de no seguir su “legado”.
Parte de los argumentos que esgrimen los detractores de Maduro es que la producción de crudo de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) pasó de tres millones de barriles diarios durante el Gobierno de Chávez a un poco más de un millón en este mandato.
Según datos de la Asamblea, de mayoría opositora, la economía venezolana se ha contraído 53% desde 2013.
Con todo, diversos sectores opositores y principalmente el considerado número dos del chavismo, Diosdado Cabello, aseguran que Maduro ha seguido el camino iniciado por el fallecido presidente.
Según el Gobierno de Maduro y sus fieles seguidores, hoy el pueblo decide el destino del país con las mayores reservas petroleras del mundo que, según economistas, enfrenta en la actualidad la crisis más dañina de su historia, tras llevar más de un año sufriendo los embates de una hiperinflación.
Los ‘maduristas’ aseguran que sí se han logrado “conquistas sociales” y también defienden su política económica, caracterizada por constantes aumentos salariales, controles de precios y un control de cambio que comenzó en 2003 y que al día de hoy mantiene al país en una sequía de divisas.
El chavismo actual enarbola como bandera los programas o misiones como la entrega de viviendas que, según datos del Gobierno, ya alcanza a más de
dos millones de familias.
La misión Barrio Adentro, por la que médicos cubanos ofrecían servicios de salud en las zonas más vulnerables y la cantidad de pensionados que aseguran ya llega a más de cuatro millones de jubilados; ambos programas han sido criticados por la oposición, que asegura que son insuficientes.
Asimismo, los planes de abastecimiento de alimentos que empezaron con empresas creadas por Chávez como el conocido Pdval, una distribuidora de alimentos en las localidades más pobres a precios accesibles y que terminó siendo llamada ‘Pudreval’, tras descubrirse que muchos de estos alimentos estaban descompuestos.
Actualmente, se implementa un programa conocido como Clap, por el que el Gobierno otorga a unas seis millones de personas alimentos subsidiados, siempre que tengan un instrumento conocido como ‘carnet de la patria’ y que hoy es indispensable para acceder a cualquier beneficio social.
Pese a estos supuestos logros, Chávez también expropió durante su mandato unas 6000 hectáreas de tierras productoras, según datos de la Federación de Productores Agropecuarios (Fedeagro), que asegura que Venezuela lleva 12 años de “caída sostenida” de la producción.
Los detractores del chavismo, entre los que se incluyen a empresarios y economistas, aseguran que las políticas del Gobierno son erradas porque no han generado producción, pero sí corrupción; se calcula un desfalco a la nación de 400.000 millones de dólares a través del control de cambio instaurado hace 15 años.
“El otro 80% (del parque industrial) fue muriendo desde que asumió el señor Chávez hasta ahora; son empresas que han dejado de existir”