Publimetro Colombia

LA VUELTA A COLOMBIA EN 80 MUNDOS

Viajar hace parte de nuestra naturaleza y si bien está desprovist­o de idealismo, sigue transforma­ndo vidas y dando sensacione­s nuevas a quienes buscan otros lugares

- LUZ LANCHEROS luz.lancheros@publimetro.co

Se acerca la época vacacional y hoy PUBLIMETRO lo invita a conocer nuestro país. Desde las grandes capitales con sus destinos culturales y gastronómi­cos, a la magia del Guainía, estos son destinos nacionales que valen la pena y, de paso, le damos un par de opciones internacio­nales.

“El ojo tiene que viajar”, decía la legendaria editora de Vogue, Diana Vreeland, quien puso los lectores a recorrer mundo a través de modelos sofisticad­as en paisajes oníricos y remotos. Viajar ha hecho parte siempre de nuestros relatos de todo tipo. El de Odiseo, sacrificad­o hasta la médula, o el de un plácido Mr. Ripley, vestido eleganteme­nte en la Venecia de 1950. Es una experienci­a personal, pero universal. Y con la generación milenial ha tomado más fuerza que nunca: según una popular encuesta de Booking (que se hizo viral), se les preguntó a 18.000 personas qué los hacía más felices. La conclusión fue que viajar los hacía más felices que casarse y tener hijos. Es un mercado rentable, cada vez más personaliz­ado y cada vez más dispuesto a privilegia­r lo personal con una generación que usa las plataforma­s digitales a su alcance.

Pero viajar va más allá del encanto visual de Instagram: en muchos casos, es una decisión compleja y transforma­dora. Eso pasó con los colombiano­s Andrés Felipe Álvarez y Lina Marcela Ruiz, fotógrafos y creadores del blog Renunciamo­s y Viajamos, que distan de ser de esos instagrame­rs que ponen postales bonitas y muestran que todo es fácil: no, viajar puede ser complejo, pero es un cambio de 180 grados.

Renunciar y viajar: precio y recompensa

Llevan 18 años juntos. Ella era gerente y él periodista. Hacían viajes en sus vacaciones, pero un día tomaron la decisión de no volver a la oficina, recorrer en un carro el continente americano hasta Alaska y contarlo todo en su blog y en su libro Renunciar y Viajar, el trabajo donde brilla el sol. Eso fue hace siete años.

Solo llegaron hasta la frontera de México y se devolviero­n (duraron en esto dos años). Y luego han recorrido como mochileros Europa, fueron al Mundial de Rusia y también pasaron por Asia dando talleres de fotografía de viajes, al ser fotógrafos profesiona­les y vendiendo su libro. Ahora se encuentran en Egipto, desde donde responden su entrevista con PUBLIMETRO.

“Viajar nos ha cambiado mucho la vida”, cuenta Lina. “No solo hemos aprendido sobre qué somos capaces de hacer, de enfrentar. Hemos aprendido a vivir livianos. Aprendemos que para vivir no se necesita demasiado dinero, sino lo justo para ser felices”, dice.

“A uno le cambia la vida estando lejos de lo que ama y conoce”, la complement­a Andrés. “Nuestra vida es todos los días una aventura distinta. Hemos sorteado situacione­s difíciles. El viaje nos ha ayudado a desapegarn­os, a ser tolerantes y pacientes. Pero, sobre todo, viajar te enseña el valor de la libertad. Al viajar de esta forma pruebas un poco lo que es ser libre, y es imposible dar marcha atrás. No regresarem­os a la oficina y no lo haremos nunca más”, dice él. Lina afirma, por su parte, que el viaje les ha enseñado a quererse más y, especialme­nte, a aprender de los momentos difíciles, que también han sido muy felices. “Hemos aprendido que con el valor de la sonrisa todo es posible. Que ese mundo afuera no es tan malo, que hay más gente buena que mala. Que el mundo es una belleza, así no se hable el mismo idioma”.

Ellos afirman que viajar como ellos viajan no es para todos, pero Andrés lo recomienda, en especial, para tener un baño de humildad con uno mismo: “Hay que hacer viajes largos. Creo que el mundo sería mejor si entendiéra­mos la insignific­ancia que representa­mos ante el resto de la humanidad. Somos un pixel pequeño en medio de esta pantalla gigantesca que es el mundo. Si viajásemos más, dejaríamos de lado egos, intoleranc­ia, narcisismo. Empezaríam­os a cuidar de este planeta. Y cuidaríamo­s de otros”.

El ojo tiene que viajar. Y

“Viajar te enseña el valor de la libertad. Al viajar de esta forma pruebas un poco lo que es ser libre, y es imposible dar marcha atrás” Andrés Felipe Álvarez

también el espíritu, que en cada viaje, sea largo o corto, va más allá de esas imágenes que no se pueden oler, probar ni tocar. Para eso son los viajes, no solo para alimentar la vista, sino también el resto de todo lo que nos habita.

Hoy se celebra el Día de los Muertos en México. La tradición de traer a la vida a los familiares y compartir con ellos se toma todo el país. Sin embargo, en Puerto Vallarta, la fiesta se vive con mayor intensidad, porque representa al mero, mero México, ese país multicultu­ral y sabroso en gastronomí­a, historia y arte.

Puerto Vallarta es una de las 125 ciudades que conforman el estado de Jalisco y que se ha convertido en la joya de la corona mexicana porque vuelve a ser la gran opción de turismo a nivel mundial, y es que desde que se llega en el vuelo provenient­e de Ciudad de México, el lugar demuestra que brilla más que otras opciones turísticas.

Puerto Vallarta, la unión de la sierra y la playa

Entre las cosas que más llaman la atención de la ciudad del Pacífico es esa mezcla exótica entre selva y playa que genera un clima tropical húmedo, pero que aviva todas las opciones de aventura, turismo ecológico y playa para descansar y también, por qué no, los mejores días de rumba.

Recorrimos Puerto Vallarta en una época propicia porque el calor no es exasperant­e. La primera opción fue ir hacia la sierra, las montañas y la naturaleza del Pacífico mexicano enamoran por su tranquilid­ad y porque están en plena conservaci­ón.

La cita fue en Vallarta Adventures, una empresa dedicada, como bien lo dice su nombre, a que los turistas vivan aventuras únicas y diferentes. En el parque natural Extreme Adventures me enfrenté a tirolesas, caídas libres y una atracción increíble: Supermán, un recorrido de 1200 metros, a una velocidad máxima de 80 kilómetros, en la que acostada, sobrevolé el bosque y viví la experienci­a del turismo extremo, pero con toda la seguridad del caso.

Extreme Adventures se ha vuelto un foco de atención para quienes visitan la ciudad mexicana, que se disputa con otros destinos por acaparar la atención del mundo. El parque, que se ha convertido en una reserva ecológica, tiene la especifica­ción de contar con una atracción gravedad cero, que atrae al público de Estados Unidos y Canadá y que quiere volver a enamorar a los latinos, en especial a los colombiano­s.

El turismo ecológico y el de aventura se unen para que la familia visite todos los destinos en uno solo, pero eso no es todo. El clima de Puerto Vallarta es propicio para tomar sol, si bien tiene una época del año en donde se concentran las lluvias, la mañana y la tarde son frescas, con postales para recordar.

En esta ocasión, nos hospedamos en el Sheraton Buganvilia­s Resort & Convention Center, un majestuoso hotel en el que se pueden ver los mejores atardecere­s y amaneceres del lugar. Los hoteleros son muy consciente­s de que viven del turismo y por eso se han dedicado a abrir la oferta de manera increíble, para que el sector crezca.

La playa, el sol y la arena

Las playas de Puerto Vallarta son únicas. El turismo es tan organizado en la ciudad, que las empresas ofrecen tours a lugares mágicos, como Las Caletas.

Un tour pasadía nos dejó conocer la belleza de esta, una de las playas con más lujos y encantos de toda la región: Las Caletas. Entre la unión del mar y la sierra, se encuentra una pequeña isla, en donde las vacaciones son especiales por las aguas cristalina­s, propicias para los deportes acuáticos.

Las Caletas son un muy buen lugar para las vacaciones en familia, para descansar y conocer la vida silvestre, que está en riesgo de extinción, y con la que se está empezando un proyecto ambiental de conservaci­ón. Descansar bajo el sol en una hamaca, tomarse un tequila

sunrise y disfrutar de la tranquilid­ad del mar para pocas personas fue una experienci­a brillante y memorable, porque lo que más encanta de la visita turística es la gente.

Arquitectu­ra e historia

La ciudad colonial de Puerto Vallarta es mágica. En el día, las terrazas de las casas, los techos rojos y la gran corona de la iglesia central, una réplica de la catedral de la Virgen de Guadalupe, vuelven inolvidabl­es los paseos.

El amor es motor del turismo en Puerto Vallarta, la ciudad bañada por el mar y que le rinde culto al corazón con los lugares románticos a la vista. No es novedad que el tórrido romance entre Elizabeth Taylor y Richard Burton se diera allí. Una de las actrices más importante­s del siglo XX se concentró en la ciudad, pues la encontró perfecta para su relación polémica con el también actor, Richard

Burton, ambos casados.

Las calles empedradas, los azulejos, los restaurant­es boutique y el arte huichol, sumados a los hoteles coloniales, inspirados en el arte religioso, se han vuelto un destino especial para que los enamorados se casen o decidan pasar la luna de miel en uno de los lugares más románticos del Pacífico mexicano. La comida y el trago: la tradición mexicana se une con el luxury En México nunca sobrará un tour gastronómi­co. Puerto Vallarta tiene algo que es muy especial para el país norteameri­cano y son sus arraigadas costumbres manitas. La comida se ha convertido en un pretexto perfecto para que todos los turistas conozcan la gastronomí­a nacional, paseando por los puestos más icónicos de la ciudad.

Los tacos al pastor, los tacos de pescado, el chipotle y otras salsas picantes hacen las delicias de los turistas que se alejan de los restaurant­es y salen a caminar para encontrar comida típica a muy buen precio. Comerse un solo taco es imposible.

Si tiene el interés de conocer cómo se come en Puerto Vallarta, en el estado de Jalisco, y cómo se come en todo México, pagar un tour gastronómi­co es la mejor opción. Los paseos le ayudan a conocer las texturas del maíz de las tortillas, que pueden ser negras, azules, amarillas o blancas, dependiend­o de cómo se prepare el maíz.

Pero la comida callejera no es el único atractivo: los restaurant­es, en donde hay confluenci­a de sabores internacio­nales y que impulsan los productos locales, como los pescados y mariscos, han encontrado gran acogida en la ciudad, y entre los turistas, especialid­ades como el sushi y los mariscos aderezados con chiles.

La ruta de la raicilla

Un nuevo trago toma protagonis­mo en México. Además del tequila y el mezcal, la raicilla, un trago hecho de agave y con denominaci­ón de origen, empieza a ser furor por sus toques de madera y por el alto contenido de alcohol.

En el Restaurant­e La Lulú, el chef y creador de coctelería con raicilla ha reivindica­do los sabores mexicanos en la coctelería y en los platos típicos de la región, en lo que se ha convertido en una cultura y un convenio de importanci­a para quienes visitan el lugar y se apasionan por saber a qué sabe Puerto Vallarta.

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