SITP TENDRÁ UNA FLOTA DE 400 BUSES ELÉCTRICOS
La movilidad eléctrica en Bogotá y la Sabana se ha visto potenciada con algunas decisiones públicas, pero faltan múltiples beneficios
Tres anuncios realizados al final de esta semana dejan una nueva señal para la movilidad eléctrica en Bogotá. El primero fue la entrega de la licitación de 379 buses eléctricos para el Sitp, la segunda flota más grande de Latinoamérica. El segundo, la reducción de aranceles a todos los vehículos eléctricos e híbridos al 0%. El tercero, la instalación de la primera estación de carga (conocida popularmente como electroliniera) en un corredor vial a las afueras de Bogotá.
Todas estas inversiones buscan fortalecer una estructura que cambie tanto los vehículos eléctricos en el transporte público como en el privado. Aunque el enfoque más fuerte se puede dar a través de los vehículos públicos, los usuarios de automóviles particulares con motor eléctrico pueden encontrar también
beneficios para utilizar estos vehículos.
Para Felipe Vallejo, director de la revista VEC y uno de los mayores expertos en movilidad eléctrica de Colombia, la inversión pública será fundamental. Más allá de las medidas como aranceles o estaciones de carga, el principal impulso lo da la inversión en sistemas públicos. Los 52 taxis eléctricos que Gustavo Petro implantó en 2013, de los cuales 40 permanecen en la ciudad, son un buen ejemplo. También lo serán los 379 buses del Sitp que llegarán en el segundo semestre de 2020.
“Las inversiones van por el camino correcto: por el transporte público, que es por donde empieza el camino de la movilidad eléctrica. Pensar en el vehículo particular, en el target de los compradores, requiere una inversión muy complicada. Si empezamos por vehículos que se mueven más kilómetros al día, más días al año y que emiten más contaminación por ser más grandes, estamos haciendo lo correcto. Así se ha hecho en las principales economías del mundo”, dice Vallejo a PUBLIMETRO.
Invertir y cambiar mentes
Como en la mayoría de ciudades del mundo, la movilidad eléctrica en Bogotá tiene un impulso para los particulares mediante políticas públicas. Los propietarios no tienen restricción de Pico y Placa ni de día sin carro, tienen un descuento del 10% en el Soat y, a partir de 2020, pagarán 0% de aranceles.
“Si invertimos en tecnologías que nos van a economizar en otros gastos, podemos solventar esas inversiones. Dejamos de cobrar ese arancel, pero hay menos contaminación y menos ruido, cuando gastamos mucho por la contaminación, las enfermedades y las muertes por contaminación del aire. Las externalidades de la movilidad eléctrica son muy positivas”, afirma Vallejo.
Uno de los inconvenientes es el posible cambio de leyes. Aunque el objetivo oficial es tener 600.000 vehículos eléctricos en Colombia en 2030, el costo de los vehículos y la tasa de cambio limita el impacto de estas políticas.
Empresas como EnelCodensa, con su programa Enel-X de movilidad eléctrica, dan una fortaleza. En Bogotá se encuentran disponibles 55 puntos públicos de recarga y unos 350 privados, con capacidad de atender más de 400 vehículos diarios. Aun así, la mayoría de los puntos son particulares, para un porcentaje muy reducido de los más de 700.000 automóviles que circulan en Bogotá.
El principal tema para llegar a una movilidad eléctrica en Bogotá completa será cambiar la mentalidad en los bogotanos. Vallejo considera que la construcción del Metro puede generar ese cambio de mentalidad, incluso, haciendo que los habitantes se bajen del vehículo. “Cuando se crean sistemas transformadores de ciudad, estás logrando que la ciudad entera cambie el chip. En Medellín la mentalidad cambió con el Metro en los años 90. En Bogotá el Metro, el Sitp y los cables pueden cambiar el chip”, dice.
Eso sí, estos beneficios no serán tan marcados con soluciones como bicicletas o patinetas eléctricas. “Estos son sistemas de micromovilidad, con un impacto menor. El vehículo eléctrico tiene un impacto de reemplazo de un vehículo, pero meter patinetas y bicicletas es mezclar cosas diferentes”, dice Vallejo.