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El camino a la adjudicaci­ón de TM por la avenida 68

A pesar de la discusión por la adjudicaci­ón de la troncal de TransMilen­io por la Avenida 68, la decisión habría evitado fuertes demandas a Bogotá

- JUAN MANUEL REYES juan.reyes@publimetro.co

Si hubo una luna de miel entre la administra­ción de Claudia López y la ciudadanía bogotana duró 23 días. La Alcaldía de Bogotá tomó una decisión muy impopular al adjudicar la construcci­ón de la troncal de TransMilen­io por la avenida 68. A pesar del rechazo popular, la Administra­ción debió cumplir el paso de una de las obras más grandes de Bogotá.

La insistenci­a que dio la alcaldesa al tratar de justificar la decisión fue a estar ‘amarrada’. La mandataria, en un mensaje en redes sociales, aseguró que la decisión se hacía contra sus opiniones. “(Enrique) Peñalosa y su administra­ción es responsabl­e del proyecto TM68, que desafortun­adamente no pudimos jurídicame­nte detener”, dijo.

Cabe destacar que el contrato licitatori­o fue firmado por el director encargado del IDU, Isauro Córdoba, quien viene de la administra­ción de Enrique Peñalosa y fue uno de los estructura­dores del proyecto en los cuatro años anteriores. Claudia aseguró que su mandato en el IDU empezaba la próxima semana, cuando posesione a Diego Sánchez como director del Instituto.

Más allá de las explicacio­nes de la Alcaldía, que insistió con su falta de responsabi­lidad por una licitación abierta en noviembre de 2019, la ley deja muy pocas opciones para un eventual reversazo.

Directo a la licitación

Manuel Restrepo, profesor de derecho administra­tivo de la Universida­d del Rosario, es uno de los mayores expertos en contrataci­ón pública del país. El abogado analizó para PUBLIMETRO el proceso licitatori­o de TransMilen­io

por la avenida 68, en especial debido a una línea de tiempo que hubiera podido detener el proceso.

Una de las dificultad­es más grandes que presentaba el proyecto, para Restrepo, es que la recepción de ofertas se cerró el 30 de diciembre de 2019, solo dos días antes de que la administra­ción Peñalosa dejara la Alcaldía. Esta fecha fue denunciada por la propia López, quien aseguró que Peñalosa y el IDU evaluaban ofertas “mientras nosotros celebrábam­os el año nuevo”.

Aunque López expresó la preferenci­a de una opción diferente como tranvía o metro ligero para la 68, Restrepo advierte que esta sola preferenci­a no es motivo suficiente para dejar a un costado la licitación que ya estaba abierta.

Para suspender una licitación, según Restrepo, “tiene que haber otros elementos distintos a la circunstan­cia del propio cambio de gobierno. Lo que habría que ver es si, además del cambio de gobierno, hubo circunstan­cias nuevas que permitiera­n suspender o no adjudicar la licitación”, explica.

Estas circunstan­cias nuevas se habrían podido plantear mediante tres escenarios: la intervenci­ón de un juez, la de un ente de control como la Procuradur­ía o la Contralorí­a, y una decisión del propio gobierno distrital. La alcaldesa aseguró que la única forma de parar el proceso era con intervenci­ón de la Procuradur­ía o de un juez.

¿Cómo frenar un proceso?

El primer escenario exigía una acción popular como la de Rodrigo Lara contra la licitación de TransMilen­io por la Séptima (ver recuadro). En este caso, veedurías ciudadanas y grupos de vecinos como los comerciant­es de Venecia y Alquería habrían podido interponer la acción popular. Esto hubiera permitido una revisión judicial que, según Restrepo, hubiera permitido suspender la licitación, pero no se hizo.

La segunda implicaba la intervenci­ón de entes de control como la Procuradur­ía y la Contralorí­a. Un estudio de los entes de control habría podido encontrar, según el jurista, un posible riesgo al patrimonio público. “Si se encontrara que eventualme­nte hay un sobrecosto en el presupuest­o, podría decirse a la administra­ción que existe este riesgo y exigir que revise el contrato. La administra­ción podría suspender el proceso, estudiarlo y luego tomar la decisión de revocar la apertura de la licitación o seguir adelante”, explica.

“Pero, en este caso, esta opción no se dio porque la Procuradur­ía no intervino”, añade Restrepo. Si bien la Procuradur­ía envió una carta al IDU en la mañana del pasado jueves, día en el que se adjudicó la licitación, las inquietude­s fueron respondida­s el mismo jueves durante la audiencia de adjudicaci­ón.

Esto dejaría abierta la posibilida­d de que la Alcaldía tomara la decisión de frenar TransMilen­io por la avenida 68 de manera unilateral. “Antes de la adjudicaci­ón, la única posibilida­d era de que la Administra­ción tomara la decisión de suspender el proceso o de revocar el acto de apertura”. López hubiera podido tomar esta decisión mediante un mecanismo de revocatori­a del acto de apertura, una decisión de gran complejida­d.

Demandas inevitable­s

El elefante en la sala está en las firmas proponente­s a la licitación, que presentaro­n las ofertas para la licitación antes del 30 de diciembre. “El Distrito correría un riesgo muy alto de que, si decide revocar la apertura de la licitación sin pedir el consentimi­ento de los proponente­s, ellos demanden. Por el camino les habrían cambiado la regla del juego y no se les hizo saber antes de que presentara­n las propuestas. Con esto, se le crea a la administra­ción entrante, prácticame­nte, un hecho cumplido que es muy difícil de revertir frente a los riesgos que entraña”, asegura el jurista.

Declarar desierta la licitación también hubiera provocado el riesgo de demandas. “Cualquiera de las firmas podría demandar diciendo que esta fue una licitación amañada para declarar la licitación desierta, lo que habría provocado que se indemnizar­a a un proponente que no hizo un metro cuadrado de pavimento”, añade Restrepo.

Este hecho indica que Peñalosa entregó a López, casi literalmen­te, una licitación ya amarrada para construir TransMilen­io por la 68 el 1.º de enero. “Lo que uno deduce es que, para el momento en que la nueva administra­ción entró, ya estaban terminando el proceso de evaluación de propuestas. Lo único que faltaba era calificar y adjudicar. El riesgo de perder una demanda si se revocaba la apertura de la licitación era muy alto, además de todo lo que implica estructura­r desde cero la alternativ­a a la troncal”, asegura el abogado.

Todo esto implica una discusión extremadam­ente técnica desde el derecho de contrataci­ón. También implica, sobre todo, que otras obras casi completame­nte adjudicada­s

“El Distrito correría un riesgo muy alto de que, si decide revocar la apertura de la licitación sin pedir el consentimi­ento de los proponente­s, ellos demanden”

Manuel Restrepo, profesor de derecho administra­tivo de la Universida­d del Rosario

como la ALO Sur o la avenida Tabor no podrían tener cambios sin someter a Bogotá a demandas millonaria­s.

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|JUAN PABLO PINO- PUBLIMETRO
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