Volvo S60: última tecnología para los sedanes de lujo
El Volvo S60 2020 es un sedán que demuestra las capacidades tecnológicas más destacadas para un vehículo ejecutivo lujoso
Un auto de lujo sueco hecho en Carolina del Sur, diseñado para Estados Unidos y con recursos de una de las más grandes multinacionales chinas. La plataforma del nuevo Volvo S60, totalmente nueva, muestra el futuro que ve la marca sueca para los sedanes. No son simplemente vehículos con estilo, sino cargados de tecnologías y asistencias, y con plataformas híbridas preparadas.
SK Bergé, importadora de los vehículos particulares de Volvo para Colombia, nos permitió probar dos versiones distintas. La primera fue la T4, un sedán de entrada, cuyas asistencias son limitadas para un precio asequible. La segunda fue la T8 Hybrid, una mole tecnológica capaz de moverse muy rápido entre
los controles que la marca plantea.
Estéticamente, la única diferencia es el puerto de carga de las baterías, en el costado del conductor, y unas sutiles marquillas. Ambos vehículos tienen las mismas dimensiones en la plataforma, que comparten a la vez con los
XC60 y XC90. El diseño es propio de una berlina ejecutiva, compitiendo con vehículos como el BMW Serie 3, el Mercedes-Benz Clase C y el Jaguar XE.
Para esto, Volvo dotó a su sedán de unas líneas armoniosas y agresivas. La parrilla es más sutil, pero contiene un logotipo más grande. Además, las luces martillo de Thor con led diurnos siguen siendo un identificador de la marca. El corte de la parte trasera y el baúl es distintivo y muy esculpido, con las luces traseras en led envolventes.
Al ingresar, se ve que el diseño es de altísima calidad, pero discreto. No hay luces de ambiente vistosas ni pantallas envolventes, pero sí hay tablero digital y la tableta de 12 pulgadas del sistema de entretenimiento. Para demostrar su origen con miras a los mercados chino y estadounidense, tiene profusión de portavasos, así como un espacio para las piernas muy amplio en la silla trasera.
Corriente extra
Mientras el Volvo S60 T4 tiene un motor de gasolina turbocargado de 2 litros y 190 caballos de potencia, el T8 añade un supercargador y 60 caballos más. Además incluye un motor eléctrico alimentado por una batería de 11,6 kWh de capacidad. En resumen, todo produce un pico de potencia de 390 caballos, que además genera un inteligente modo de tracción a las cuatro ruedas: el motor de gasolina mueve las delanteras, y el eléctrico, las traseras.
La excelente transmisión automática de 8 velocidades mueve a ambos autos muy bien. En el T4 se siente la baja potencia en maniobras como sobrepasos en ascenso, pero gira muy bien. El T8, por su parte, estalla al hundir el acelerador: la respuesta del motor eléctrico es instantánea y hace que el peso de las baterías no se sienta. Aún así, al girar se siente mucho más pesado, lo que hace trabajar a todos los controles.
Es evidente que sus diseñadores estudiaron cuidadosamente a sus rivales. Las suspensiones y frenos son impecables, dando una sensación de deportividad que no es característica de Volvo. A pesar de esto, sigue siendo un vehículo de lujo extremo con una insonorización y equipo de seguridad espectaculares, con el sistema semiautónomo Pilot Assist.
Eso sí, la planta híbrida tiene algunos pequeños problemas. En modo de regeneración, el auto anda a jalonazos. La batería no da para más de 60 kilómetros en modo eléctrico, algo razonable solo para quienes usan el carro únicamente para ir de la casa al trabajo. La autonomía de combustible estimada por EPA es de unos 50 km/galón en autopista, y PUBLIMETRO superó los 40 km/galón. Volvo asegura que se carga en tres horas con un enchufe de 240 voltios.
Su precio va desde 152 millones de pesos por el T4, razonable, hasta 260 millones por el T8. Este último monto es muy difícil de justificar, pero es una máquina brillante en sus capacidades y un
tecnológico. El costo de la versión híbrida demuestra las dificultades de la tecnología PHEV para una economía como la colombiana.