Matt Qvortrup
Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Coventry y autor de Democracy On Demand
Díganos su opinión sobre los referendos
Los referendos son generalmente un desarrollo positivo. Permiten a la gente vetar decisiones poco meditadas de los gobiernos, y también permiten que entren más ideas en el sistema político. Los referendos generalmente hacen a las sociedades más ricas y más iguales. Los referendos son buenos cuando se usan para controlar a los gobiernos, pero no lo son cuando los líderes autoritarios abusan del sistema para ganar apoyo para decisiones apresuradas. Los referendos son buenos en las democracias plenas, no en los estados no democráticos, donde el gobierno controla el proceso y puede amañar el resultado.
¿Cómo se deberían celebrar?
Lo ideal sería que fuera el pueblo el que decidiera cuándo celebrar un referendo. Por ejemplo, en California, Uruguay y Suiza, el pueblo puede reunir firmas para exigir un referendo. Esa es una manera de mostrar que el proceso refleja al pueblo. Pero el referendo también debe ser regulado para asegurar que ambas partes tengan la oportunidad de hacer llegar su mensaje, y debe haber una regulación para evitar que la parte más rica abuse de las redes sociales.
¿Qué pasa si un referendo está manipulado?
A menudo, los líderes con credenciales democráticas cuestionables celebran referendos y, debido a que controlan totalmente los medios de comunicación –y cuentan los votos, tienden a ganar–. Esto es lo que hizo Erdogan en Turquía y una táctica que también fue utilizada en Chile bajo Pinochet. A veces estos líderes pierden referendos, como ocurrió con Maduro en Venezuela y Morales en Bolivia. Cuando pierden, simplemente ignoran los resultados. Estos votos pueden resultar contraproducentes. Pinochet, en Chile, celebró un referendo en 1988. Estaba muy confiado y perdió el poder. Así que el resultado fue positivo desde el punto de vista de la democracia. Pero en general, tales votos –los llamados plebiscitos– deben ser evitados.
“Los referendos tienden a dar a la gente la oportunidad de vetar ideas a medias de los políticos. Es una válvula de seguridad para dejar salir el vapor político. A veces, por supuesto, la gente se equivoca. Pero, de nuevo, eso es parte del aprendizaje”