Día Mundial de las Tortugas: cuidar nidos y evitar que la bella carey desaparezca
Conservación. Las tortugas carey están en peligro crítico de extinción. En Ecuador, la Fundación Equilibrio Azul descubrió diez lugares de anidación en el Parque Nacional Machalilla y llevan 13 años de éxito en su reproducción
Mañana es el Día Internacional de las Tortugas. La mayoría de especies de tortugas marinas están en peligro de extinción y desde hace varias décadas, decenas de organizaciones en el mundo trabajan en su conservación. Si desaparecen, muchos ecosistemas jamás serán iguales.
Estos reptiles son de los pocos animales que comen pastos marinos y ayudan a mantenerlos saludables. Estos pastos son áreas de crecimiento y desarrollo para muchos peces, medusas y crustáceos y sin ellos, especies marinas aprovechadas por los humanos desaparecerían, al igual que ocurriría con niveles más bajos de la cadena alimenticia.
Las playas y dunas también se benefician de la existencia de estos reptiles acuáticos. De acuerdo con la organización Sea Turtle Conservancy, que desde 1959 trabaja con estos animales, la arena no retiene los nutrientes muy bien y los huevos que no eclosionan, y las cáscaras de las tortugas que sí nacen, permiten que la vegetación playera sobreviva. Las tortugas ponen en promedio unos 100 huevos en un mismo nido, anidando entre tres a siete veces aproximadamente durante su temporada de anidación. A medida que el número de tortugas disminuye, menos huevos son depositados en las playas, proveyendo menor cantidad de nutrientes y generando procesos erosivos.
Una de las especies más amenazadas es la tortuga carey (Eretmochelys imbricata).
Un proyecto de conservación en Ecuador ha encontrado varios nidos, trabaja en la recuperación de la especie y estudia uno de los principales enigmas de las tortugas marinas: ¿qué ocurre con ellas desde que nacen e ingresan al mar hasta que, 20 años después, regresan a anidar en las playas?
Conocer la especie para protegerla
Hasta hace apenas 13 años se creía que las tortugas carey estaban extintas en la región del Pacífico oriental –desde México hasta Perú–. Eso empezó a cambiar en 2007, cuando un grupo de investigadores identificó un lugar de anidación en La Playita, dentro del Parque Nacional Machalilla, en la costa norte del Ecuador. Desde esa fecha, ya se han identificado nidos en 10 playas. A pesar de esto, la tortuga carey sigue siendo considerada como una especie en peligro crítico, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Uicn.
Felipe Vallejo, biólogo marino y director de Equilibrio Azul –una organización encargada de conservar ecosistemas y recursos marinos– dice que el descubrimiento de La Playita se convirtió en un ícono de esta especie a nivel mundial. “Los especialistas de tortugas carey en América conocen de La Playita por lo importante que es”, comenta.
Fue tal el asombro que desde ese momento arrancó el Proyecto de Conservación de Tortugas Carey en Ecuador, una iniciativa que ha logrado proteger los lugares de anidación de esta especie en las playas del país.
El descubrimiento de hace más de una década fue una buena noticia para esta tortuga que en el último siglo ha disminuido su población en el 80%, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). La población de la carey es considerada una de las más vulnerables del planeta, con menos de 700 hembras anidadoras en todo el Pacífico oriental.
Cuando los investigadores encontraron el lugar de anidación en La Playita decidieron enviar un correo electrónico contando lo sucedido a un grupo de científicos estadounidenses dedicados al estudio de tortugas carey en la Universidad de San Diego, California, y en la National Oceanic and Atmospheric Administration. En un principio, dice Felipe Vallejo, los científicos creían que era una equivocación, “hasta que enviamos la fotografía de una tortuga carey anidando y comprobaron que era cierto”, asegura. A las pocas semanas, tres de los investigadores escépticos de Estados Unidos viajaron a Ecuador. A su llegada, comprobaron que este animal no estaba extinto en esa zona y marcaron a tres tortugas anidadoras con transmisores satelitales para poder rastrearlas.
El único momento en que las tortugas marinas están en tierra es el día que nacen, y en el caso de las hembras, también cuando anidan: ¿qué sucede cuando llegan a su madurez sexual, entre los 20 y 25 años? El proceso comienza en la noche: las hembras abandonan el océano para llegar a la playa y hacer su nido. Las tortugas carey pueden salir hasta seis veces en una misma temporada –que va desde noviembre hasta mayo–. En cada anidación pueden poner entre 180 y 200 huevos.
Cuando las hembras abandonan el océano se meten bajo la vegetación y cavan un hueco con sus aletas traseras, que normalmente miden entre 40 y 50 centímetros. Una vez listo el hoyo, ponen los huevos y luego lo tapan con arena, lo camuflan para que no se vea y así despistar a los depredadores. La anidación puede durar entre una y dos horas en promedio, pero en algunos casos puede ser más, sobre todo cuando escogen sitios rocosos o con muchas raíces de árboles, arbustos, hierbas o plantas rastreras. Si mientras cavan se dan cuenta que es un mal lugar, cambian de sitio hasta encontrar el correcto.
Una vez que depositan los huevos, las hembras vuelven al mar y no regresan a la playa a menos que tengan que anidar nuevamente. En los cerca de 60 días que tardan en eclosionar los huevos, corren el riesgo de ser destruidos. Entre las principales causas están la destrucción de las playas para la construcción de hoteles y muelles y la presencia de personas. Incluso la luz de los muelles y diferentes construcciones pueden causar que los recién nacidos no lleguen al mar porque la confunden con la que se proyecta en el mar y se equivocan de dirección. La basura plástica y los animales que destruyen los nidos son otros factores.
Un monitoreo minucioso
El cuidado de los nidos de tortugas es clave para su conservación y eso lo saben bien los investigadores.
En Ecuador, Equilibrio Azul creó en 2007 un proyecto de monitoreo y protección de playas de anidación de tortugas carey con el que buscan que la mayoría llegue al mar. Todas las noches, desde noviembre hasta mayo –que son los meses de puesta de huevos– monitorean las playas en grupos de tres personas. Los recorridos solo se realizan cuando el sol se oculta porque es en ese momento cuando pueden ver a las hembras anidando e identificar a cuál tortuga le pertenece cada nido.
En las caminatas nocturnas, las personas que están de vigilia usan linternas de luz roja porque las tortugas son muy sensibles a la luz. “Si usamos luz blanca ellas nos pueden ver, se asustan y regresan al mar”, dice Cristina Miranda. La luz roja también la usan cuando nacen las crías. “Los neonatos son tan sensibles que si ven luz blanca no se van al mar”.
Cuando el equipo detecta el lugar, inmediatamente protege los huevos colocando una malla alrededor. En algunos casos los mueven a un sitio seguro donde vuelven a enterrarlos. “Mover los huevos es la parte más delicada y solamente lo hacemos los que tenemos experiencia. No dejamos que voluntarios lo hagan”, dice Miranda. Después ponen una estaca en cada nido con un código específico que les permite saber dónde está cada uno.
Felipe Vallejo cuenta que “todos los días vamos a revisar esos nidos, que estén bien, que no haya subido la marea, que no haya venido un animal o una persona a destruirlos”.
El monitoreo continúa hasta el día que las crías nacen. Cuando llega ese momento, los miembros de Equilibrio Azul intentan estar ahí para garantizar que todas las tortugas lleguen al mar. Al final, comprueban cuántas nacieron y cuántas no para determinar cuán exitoso fue ese nido. Para saber el éxito que tuvo también toman en cuenta las condiciones climáticas que se han dado en cada temporada.
En los más de10 años del proyecto de conservación de tortugas carey se ha logrado que, en las principales playas de anidación, entre el 80% y 90% de las tortugas lleguen al mar. Según Vallejo, se calcula que en todo el Pacífico oriental hay entre 500 y 700 hembras anidadoras y “solo en Ecuador hemos identificado alrededor de 50 en más de 10 años de estudios”, dice el biólogo. Cada año llegan entre 6 y 12 hembras, una cantidad que, a pesar de ser alentadora, sigue siendo baja.
Para Vallejo, con una especie como la carey “cada nido que se salve es un éxito total, cada nido que se protege puede hacer la diferencia entre la extinción y la no extinción”.
Determinar si la especie se está recuperando, dice Alexander Gaos –ecologista estadounidense de la National Oceanic and Atmospheric Administration y cofundador de la Iniciativa Carey del Pacífico oriental–, es difícil pues el reptil tarda muchos años en llegar a su madurez sexual. “Si trabajas en la conservación (de tortugas) no vas a ver ese aumento en las playas hasta 20 o 25 años después”, dice Gaos. El proyecto en Ecuador lleva 13 años.
“...las tortuguitas buscan un rumbo y nadan activamente hacia allá, luchando muchas veces contra la corriente”
FELIPE VALLEJO
Biólogo marino y director de Equilibrio Azul