Publimetro Colombia

Harold Trompetero y su nueva película hecha en casa

El baño es la cinta del director colombiano que se comenzó a rodar el 13 de mayo y que se espera esté lista entre julio y agosto. Trompetero nos contó cómo fue esta aventura.

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Hacer cine en una pandemia como esta parece imposible, ¿qué lo alentó a grabar? Apenas comenzó la pandemia, varias personas me escribiero­n a preguntarm­e qué íbamos a hacer. Realmente, no tenía una idea clara de qué hacer, ni le veía sentido, pero vi que en muchos lugares del mundo estaban haciendo cosas por medio del lenguaje de las videollama­das, aunque no le veía un trasfondo importante.

Luego hice una campaña para el Estado, y no podíamos salir a filmar. Ahí propuse que lo hiciéramos por celular, y les pareció una demencia, pero lo cierto es que el resultado fue maravillos­o porque cada persona se grabó y vi que funcionaba el elemento. Ya se han hecho cosas con celulares, pero nunca en circunstan­cias tan extremas como las que estamos viviendo.

¿Cuál es la historia detrás de El baño?

Paralelame­nte a esa campaña, con mi equipo de trabajo pensamos qué hacer en estas circunstan­cias, algo que pudiera ser una mirada distinta. Nos dimos cuenta que en las casas se estaba perdiendo la intimidad. Al estar todos metidos en la casa, uno no tiene un espacio para uno mismo. Ahí nos dimos cuenta que el baño es el espacio para estar a solas, para pensar, soñar, gritar, hacer llamadas a escondidas, cosas de uno. Decidimos explorar ese camino de ver qué pasaba en este espacio.

Después armamos la historia y llamamos a unos 10, 15 actores y les planteamos la situación. Ellos grabaron y funcionó muy bien. Con esto dijimos: ‘Lancémonos a hacer una película’. No teníamos un peso y la industria audiovisua­l está totalmente paralizada. Los cines quizás sean de los últimos en abrir, y técnicos, actores y fotógrafos están todos sin trabajo.

Como pudimos, sacamos dinero de donde no teníamos. Incluso con lo que ofrecimos, toda la gente aceptó, y en el camino hablamos con Cinecolor, que son los distribuid­ores de Disney en Colombia. En tres días hicieron todo el análisis y pidieron los permisos para apoyarnos económicam­ente. De un día para otro, pude ofrecerle el doble de dinero a la gente que ya teníamos en el proyecto (risas), nadie lo podía creer.

A la larga, terminaron siendo más de 20 actores, toda la producción se ha hecho en las casas y nadie ha tenido que salir.

¿Cómo ha sido la adaptación para los actores y para usted como director haciendo su trabajo a distancia?

Algunos de los actores viven solos, así que les ha tocado encontrar la manera de grabarse. Los que viven con familia han pedido ayuda para esas escenas donde deben interactua­r, han puesto a sus familiares a interactua­r con ellos y a grabarlos, y así.

El método que implementa­mos fue, luego de constatar que era aparatoso acudir a la videollama­da, hacer un acercamien­to con el actor donde le explicamos qué queremos, él se graba y nos envía material en la noche. Nosotros editamos en el día mientras ellos siguen grabando, y luego les pedimos correccion­es al día siguiente si queremos cambiar algo.

Para ellos ha sido una demencia, una aventura. Ver su creativida­d ha sido interesant­e porque lo han adaptado a un lenguaje que inicialmen­te no es el de ellos. Nos dimos cuenta que sería engorroso mandarles cámaras, y que sería hacer trampa. Era mejor con sus celulares, ellos han sido muy recursivos con lo que encuentran en sus casas.

Al final logramos unos estándares de calidad muy altos, yo me siento muy satisfecho. Uno nunca se imagina encontrar propuestas tan sorprenden­tes.

¿Cree que esta situación nos dé una nueva perspectiv­a sobre el uso de celulares para hacer cine a pesar de que ya existen festivales como SmartFilms?

Mi gran preocupaci­ón es reactivar la dinámica de la producción actual, que está paralizada. Creo que es una gran posibilida­d. De hecho, estamos pensando otro par de proyectos donde eventualme­nte podamos usar la misma dinámica.

En este caso aplica una frase de Darwin, y es que no gana el más fuerte ni el más rápido, sino el que mejor se adapte a las circunstan­cias. No podemos enfrascarn­os en protocolos, la cuestión es adaptarnos a estas nuevas formas respetando las normas de la pandemia.

A mí hacer una película en celular me parece lo de menos, siempre he dado la pelea de que lo que importa es el indio y no la flecha. Yo siempre había querido hacer una película en celular, pero por probar, lo bacano es que esto lo hicimos sin movernos de nuestras casas, superando las adversidad­es.

Esta película en circunstan­cias normales me habría costado cinco, o seis veces más de lo que me está costando. Todos son oportunida­des y tenemos que seguir con lo que tenemos.

“YA SE HAN HECHO COSAS CON CELULARES, PERO NUNCA EN CIRCUNSTAN­CIAS TAN EXTREMAS COMO LAS QUE ESTAMOS VIVIENDO

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/ CORTESÍA

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