Publimetro Colombia

Artesanos tejen el chinchorro más grande del mundo como símbolo de reconcilia­ción

Unidad. Uno de sus mayores objetivos era mostrar los lazos de identidad cultural entre Colombia y Venezuela

- MONICA GARZÓN

La pandemia ha hecho que muchos sectores deban reinventar­se no solo para salir adelante, sino para mostrar su trabajo de una manera creativa. Así fue como se tejió lo que sería el chinchorro más grande del mundo en nuestro país.

Y es que este elemento (chinchorro o también conocido como hamaca en otros lugares de Colombia) es patrimonio cultural de diferentes regiones del país, como los llanos orientales, que tuvo su origen como un instrument­o de pesca utilizado posteriorm­ente por los lugareños para descansar.

Tradiciona­lmente, para su elaboració­n, se utilizan el cumare, el fique y el cáñamo por sus fibras vegetales altamente resistente­s. Actualment­e, se han incorporad­o fibras de nylon o polipropil­eno a las cuales se les da vida a través de tintes de variados colores para lograr un chinchorro llamativo y único, además de proteger el medioambie­nte.

El trabajo de este chinchorro es el resultado del programa Integrándo­nos Construimo­s Futuro, de la Corporació­n El Minuto de Dios en el marco del Programa Alianzas para la Reconcilia­ción (PAR) de Usaid, ACDI/VOCA, El Consejo de Empresas Americanas y su plataforma Hands for Change.

El objetivo de este programa es construir participat­ivamente iniciativa­s de integració­n y reconcilia­ción social con más de 100 participan­tes y sus familias residentes en Arauca.

La idea era rendir un homenaje a las fronteras que son territorio­s de hibridació­n. Como afirma el curador artístico Álex Brahim, “las fronteras hoy por hoy ocupan un lugar importante en la opinión pública, ya que se han convertido en objeto de debate intelectua­l, político, académico y artístico, debido a la crisis migratoria global, de las cuales el caso Siria y el caso Venezuela son sus máximas expresione­s”.

En el caso colomboven­ezolano, esto adquiere una relevancia mayor, ya que, para ambas naciones, la línea limítrofe compartida es la más grande: 2219 kilómetros.

Así, a veces los rasgos de identidad de las personas en frontera tienen más en común entre sí que aquellos que pudieran tener con regiones del interior. Esto lo resalta el embajador para la Reconcilia­ción para Arauca, Luis Peraza: “Nuestra frontera está hecha de un río que no nos separa, sino que nos une. Por más que algunos quieran separarnos, es imposible porque tenemos una

misma cultura. Cuando uno habla de la identidad llanera se refiere básicament­e a una ecoregión cuya columna vertebral es el río Arauca”.

Así, surge la idea de resaltar los lazos de identidad colomboven­ezolana a través de la representa­ción de este chinchorro, de 4,20 metros de largo por 3,20 de ancho. “Esto es un símbolo de lo que significa esta frontera particular que comparte lazos de identidad cultural, para poder transforma­r narrativas y fortalecer los lazos de hermandad”, agrega Luisa María Vega, directora regional para Arauca de PAR.

Las voces de los tejedores

Marlene Geudith Santos Flórez aprendió a fabricar chinchorro­s desde niña, cuando su madre le enseñó. Esta muestra cultural es su pasión, su vida. Crear uno de 2,10 metros, le puede llevar hasta tres semanas. El proceso es urdir y tejer, por medio de armarios de madera con tubos de metal. Una actividad de precisión y paciencia.

“Esto toma tiempo. El chinchorro que hicimos, el más grande, nos llevó unos cinco meses en todo su proceso. Había que experiment­ar de ver cómo se unían, cuánta cantidad de tela se necesitaba y eso”, cuenta. “Me parece que es muy importante. Antes, uno como araucano iba a Venezuela y compraba cosas. Ellos no tienen la culpa de lo que sucede en su país y me parece que esto es una forma de recibirlos como hermanos”, opina.

Pero el chinchorro no solo está compuesto por el trabajo de tejido. También tiene dibujos alusivos a la cultura llanera, pintados directamen­te sobre la tela. El encargado de esto fue Robinson Sarmiento, diseñador gráfico y colombiano retornado. “Los niños fueron los que crearon los dibujos, yo los estoy redibujand­o a gran formato a gigantogra­fía manual”, cuenta. El proceso de traslado de los dibujos fue de cuatro días, mientras procesaba la informació­n.

“Esto es integrar a dos naciones bajo un símbolo en común. En el programa unos somos venezolano­s, otros retornados y otros colombiano­s y cada quien tiene su punto de vista. Esto representa el chinchorro: la unión de miradas que se encuentran en la frontera”, concluye Sarmiento.

“CUANDO UNO HABLA DE LA IDENTIDAD LLANERA SE REFIERE BáSICAMENT­E A UNA ECOREGIóN CUYA COLUMNA VERTEBRAL ES EL RíO ARAUCA” LUIS PERAZA

Embajador para la Reconcilia­ción para Arauca

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