Violencia sexual: “Habrá más oleadas de denuncias”
Canadá. Mientras el país norteamericano espera una segunda oleada de contagios, se han presentado nuevas olas de acusaciones de mala conducta sexual. Esto es lo que ha pasado en Canadá durante las últimas semanas
“La COVID-19 ha puesto de relieve la fragilidad de algunas de las comunidades marginadas más afectadas por la enfermedad”
KHAROLL-ANN SOUFFRANT Trabajadora social e investigadora de los movimientos sobre denuncia de agresiones en Canadá
Una decena de nombres han sido acusados de abuso sexual en las últimas semanas en Canadá. ¿Los movimientos de denuncia anteriores no habrían sido suficientes para romper la cadena?
Según Kharoll-Ann Souffrant, trabajadora social, yestudiante de doctorado en la Universidad de Ottawa y becaria de Vanier, romper con estas conductas no es tan fácil: “Es como otra ola del movimiento, es como una sucesión de hartazgos. Porque si las víctimas llegan a este punto, es porque no se les da realmente una opción, y habrá más oleadas de denuncias”.
Denunciar públicamente a las personas cercanas a su entorno o a las figuras públicas, “expresa la rabia, este deseo de informar, de salir del silencio, de la oscuridad, de las realidades vividas individualmente”, dice Sandrine Ricci, profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de Quebec en Montreal.
Denunciar para restaurar
“La gente debe darse cuenta de que existe un problema endémico en la sociedad, una pandemia fantasma en todos los ámbitos de la vida”, insiste Souffrant.
Ella ve esta ola de denuncias como un nuevo movimiento, “una manera de enmendar, no necesariamente de vengarse”. Para ella, “poner a la gente en prisión no es necesariamente lo que reparará a la víctima”.
Según Souffrant, las víctimas “tomaron el problema en sus propias manos porque las instituciones les fallaron”.
Tomar el lápiz y hablar, eso es lo que Sabrina Comeau hizo en Instagram hace una semana. Se propuso nombrar públicamente al hombre que la violó. “Abrió las mentes de otras personas que empezaron a denunciar a la gente de su barrio”, dijo.
A raíz de su revelación, numerosos testimonios llevaron a una ola de solidaridad en las redes sociales y a la creación del hastag #OnVousCroit (‘te creemos’).
Hay más trabajo por hacer
Souffrant cree que la sociedad se está moviendo en la dirección correcta con la voluntad de la ciudad de Quebec de abolir la prescripción de la agresión sexual. Pero
“no es suficiente y habrá otras oleadas de denuncias”.
No es suficiente, porque “remitimos sistemáticamente a las víctimas a la policía, mientras que en el Canadá, tres agresiones sexuales de cada mil resultan en una condena penal”, dijo.
“Esto ilustra que el sistema de justicia todavía no está satisfaciendo plenamente las necesidades de las víctimas o los supervivientes, y que nosotros, las personas que trabajamos en el sistema de justicia, todavía tenemos trabajo para hacer”, dice la directora ejecutiva de la institución de ayuda jurídica Juripop, Sophie Gagnon.
¿Era el momento?
Percibiendo un momento oportuno para hablar, Souffrant publicó recientemente una carta abierta en la que testificaba sobre la agresión que sufrió de un adulto en posición de autoridad cuando era menor de edad.
No fue tanto el movimiento #MeToo lo que la empujó al límite, sino Black Lives Matter.
“Durante varios años he sido objeto de comentarios despectivos pde mi atacante sobre el color de mi piel y mi situación socioeconómica”, explica.
Según su análisis personal, “la COVID-19 ha puesto de relieve la fragilidad de algunas de las comunidades marginadas más afectadas por la enfermedad”.
Luego, “la muerte de George Floyd inició un movimiento internacional, y después hubo denuncias (de acoso) en el mundo de los videojuegos y los tatuajes”.
Todos estos eventos son, para Souffrant, “una conjunción de muchas cosas” habiendo dado “una oportunidad de querer cambiar las cosas para mejor”.