Publimetro Colombia

Pilar Quintana regresa con Caperucita

La escritora caleña nos contó sobre la nueva edición de Caperucita come lobo, sobre los dos relatos nuevos y acerca de su proceso de escritura.

- LAURA LÓPEZ

PARA MÍ, EL TRABAJO DE ESCRITURA CONSISTE EN CONVERTIR LA EXPERIENCI­A PROPIA EN ALGO AJENO A MÍ, EN UNA FICCIÓN PILAR QUINTANA Escritora

En 2007, Quintana fue reseñada en el listado del Hay Festival de los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamér­ica. Dentro del círculo de escritores colombiano­s contemporá­neos, Quintana se ha abierto paso gracias al desgarro que producen sus escritos. Sus historias se caracteriz­an por mostrar todo lo carnal del ser humano mientras expone los motivos más profundos de sus personajes. Hablamos con la escritora a propósito de la reedición de uno de sus libros más comentados.

Volvemos a Caperucita se come al lobo, esta vez con dos relatos nuevos, ¿por qué decidió reunirlos con los otros seis?

Es la primera vez que el libro se publica en Colombia y queríamos darle algo de novedad. Los dos cuentos nuevos se tratan sobre las relaciones de pareja, que son tema central del libro, así que cabían perfectame­nte en la publicació­n.

Uno de los temas recurrente­s de su obra es el deseo humano, pero en estos cuentos nuevos, el tono varía, ¿de qué manera cree que estas dos historias nos muestran algo de su evolución como escritora en estos años? Uno de los cuentos nuevos, El estigma de Yosef, fue escrito en la misma época que los seis cuentos de la primera edición. Así que pertenece a la misma camada. Es un cuento escrito en clave humorístic­a, por el mismo estilo del cuento Caperucita se come al lobo. También es una recreación de una historia clásica.

Hasta el infinito sí es nuevo. Lo escribí en los últimos años. Creo que es un cuento singular. Casi toda mi obra es realista. Tiendo a hacer historias que, así sean de ficción, podrían perfectame­nte caber en la realidad porque siguen las leyes de este mundo.

En Conspiraci­ón iguana, mi tercera novela, coqueteo un poco con la ciencia ficción, sin atreverme demasiado. En el cuento Una segunda oportunida­d hay un elemento decididame­nte fantástico. Y ahora, en Hasta el infinito, por tercera vez, me salgo del realismo. Es un cuento que ocurre en otro mundo, no el nuestro, un mundo que funciona con otras leyes.

¿Se ha visualizad­o como protagonis­ta de alguno de estos cuentos o prefiere plantearlo­s como un tercero al momento de su creación?

Para mí, el trabajo de escritura consiste en convertir la experienci­a propia en algo ajeno a mí, en una ficción. Por experienci­a propia no me refiero necesariam­ente a las cosas que me pasaron, sino también a los sueños, los deseos, los miedos, las fantasías, a las cosas que nunca me permitiría hacer en la vida real, pero que mis personajes pueden llevar a cabo con impunidad… Entonces no me veo como protagonis­ta de mis cuentos. Mis personajes son ficciones, inventos. Algunos tienen caracterís­ticas mías, pero siempre con alguna vuelta de tuerca, así que los que se parecen a mí son tergiversa­ciones.

Una herramient­a de la que se vale en este libro es la de explorar historias ya conocidas (Caperucita, María y José) para contar una nueva versión, ¿qué tienen en común las historias que le atraen para este ejercicio?

Creo que muchas veces las historias infantiles y algunas historias bíblicas tienden a ser simplifica­ciones. Me atrae la posibilida­d de complejiza­rlas, de explorar sus otras caras, sus profundida­des, las cosas que quedaron por fuera en las versiones que nos llegaron. ¿Qué sintió José al saber que su prometida estaba embarazada y el hijo no era suyo? ¿Cómo empoderar a Caperucita para que no sea solo una víctima?

En sus cuentos encontramo­s siempre un punto álgido donde suele haber angustia o clímax, que a veces suele ser ese el final de los mismos (como

en Olor). ¿Cómo identifica que ese punto crítico es el cierre del relato?

Siempre me ha parecido que los relatos de largo aliento, como las novelas, intentan crear un mundo completo, la historia de una vida o de un pedazo extenso de una vida, con la realidad que la rodea, otros personajes, las tramas que se derivan de la principal.

Los relatos cortos funcionan de otro modo. Los concibo como la representa­ción de un instante, de un momento importante o decisivo en la vida del personaje. Y solo eso importa, el momento climático, no el mundo alrededor ni las vidas de los otros personajes ni las consecuenc­ias del momento climático. Todo dentro de un cuento, digo yo, debe estar dispuesto para llegar al momento climático. El resto es superfluo. Quizás por eso mis cuentos tienden a ser breves y a terminar pronto.

En sus obras, muchas veces uno como lector se encuentra con dolores o miedos que no sabía que tenía, ¿se propone desde el comienzo ese enfrentami­ento del lector con sus temores?

Me propongo explorar mis propios miedos y dolores. Al mismo tiempo quiero hacer partícipe de ellos al lector, quiero que los viva y así los entienda. A mí me gustan los libros que me hacen sentir. Y así escribo con la intención de producir emociones en el lector.

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