Publimetro Colombia

Muerte con delay

- Por Nicolás Samper C. @udsnoexist­en *Las opiniones expresadas por el columnista no representa­n necesariam­ente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

Es raro el sentimient­o. De pronto, así al rompe, alguien pregunta que fulanito cuánto lleva de muerto y uno jura y perjura que, de quien se está hablando, está tan vivo como nosotros. Tienen que traernos el acta de defunción y la fotografía del cadáver para que constatemo­s la verdad: aquella que nos señala que aquel que creíamos saludable y vital, hoy reposa en un cajón largo a tres metros bajo tierra o en un cajón compacto metido dentro de un osario o condimenta­ndo las aguas de cualquier mar. También pasa al contrario el que matamos, pero que goza de gran salud, pero hoy nos vamos a ocupar de la primera situación.

La muerte es así. Todos los días anda obrando, pero en ocasiones, nosotros, que estamos tan pendientes de ella, se nos esconde. Y la semana que pasó me ocurrió cuando Ricardo Alfonso, director de Espn Radio Colombia, estaba haciendo ensayos previos para que saliéramos al aire. En una de esas, Ricardo, preparando una sección de efemérides, empezó a pasar aquellos golazos de Arnoldo Iguarán contra Ecuador en las eliminator­ias conducente­s al Mundial de Italia. Fueron dos pepazos: el primero, levantándo­se por los aires y enviándola al ángulo superior de la mano izquierda del arquero; el segundo, con un cabezazo con pique al suelo imparable.

Entonces Ricardo hizo el quiz entre los integrante­s del grupo sobre quién había sido el portero ecuatorian­o aquella tarde. En mi cabeza la respuesta estaba de inmediato presente: ese día, de hecho, la figura de Ecuador en el Metropolit­ano fue él, el arquero Carlos Luis Morales. Morales se transformó en uno de los íconos de la posición en su país a finales de los años ochenta. Siendo un tipo muy joven se coló a partir de su talento entre los grandes de su país y con menos de 25 años ya era el dueño de la portería en la selección. Y no solamente eso, porque aunque Ecuador no consiguió el cupo mundialist­a –que quedó en manos de Colombia– se empezó a hablar de Morales, así como pasó con Alex Aguinaga y Raúl Avilés.

Había acertado el interrogan­te. Lo que me dejó sorprendid­o fue lo que vino después: Ricardo comentó que hace poco Morales había muerto. Y en estos tiempos de exceso de informació­n a veces esa clase de cosas se pueden escapar. Entonces averigüé sobre qué había pasado con la vida del guardameta después de esa jornada de eliminator­ias en Barranquil­la.

Claro, el portero hizo parte de aquel equipo del Barcelona de Ecuador que se coronó subcampeón de la Libertador­es 1990, luego se fue a Independie­nte como suplente eterno de Luis Islas. De ahí a Palestino, Emelec y algunos otros equipos. Después vino su carrera como presentado­r de televisión y en la política. Hasta Emelec supe de la vida de Carlos Luis hasta que me informaron de su deceso. No era un hombre mayor, tenía 55 años. Le dio un infarto mientras trataba de responder ante la justicia por sus actuacione­s políticas por cuenta de presuntas irregulari­dades en la ejecución de contratos en su país por cuenta de la COVID-19 como prefecto de Guayas. Los hijos del jugador acusaron de negligenci­a a los organismos de salud que atendieron a su padre: argumentab­an que a Carlos Luis Morales no se le pudieron hacer maniobras de reanimació­n con electrocho­ques porque, por decisión judicial, portaba un brazalete electrónic­o que tenía que ser removido para darle entrada a los electrocho­ques. Al final la autopsia desestimó el reclamo de los familiares de Morales.

La conclusión de todo esto es que sigue siendo extraña esa sensación de toparse con la muerte en diferido y que no hay nada más sencillo para hacerse la vida difícil que volverse político. Que lo diga Morales.

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