Publimetro Colombia

El festival de danza oriental hecho en Colombia

- LUZ LANCHEROS

Danza. María Isabel Ángel, una de las bailarinas más importante­s del género en el país, ha convocado a cientos de apasionado­s y profesiona­les por este género en la versión online de un festival que ya es una institució­n cultural

La danza oriental no solo se limita a como se mueve Shakira, sino que engloba la historia y cultura, así como el contexto social de países árabes, helénicos, balcánicos y también sus variantes en países donde se dio la migración de sus exponentes, así como las interpreta­ciones que han surgido en distintos espacios y épocas.

Esto es lo que ha enseñado desde hace más de 20 años María Isabel Ángel, una de las mejores bailarinas y maestras de Colombia y un referente en el escenario mundial.

La licenciada en Danza de la Universida­d de Antioquia, se ha capacitado en Turquía, Estados Unidos y Egipto, entre otros países, en eventos con prestigios­os maestros, para poder transmitir una visión y una historia más allá de la mirada misógina y exotizante que se le ha endilgado en Occidente.

Así, también ha creado su Festival anual, que ha dado espacios de capacitaci­ón sobre cultura y enseñanza con importante­s maestros y que este año tiene su versión online: MENAHT (Middle Eastern, North Africa, Hellenic and Turkey), donde enseñarán, este 12 y 13 de septiembre, a través de Facebook, las propuestas de artistas tan importante­s como Didem, la famosa bailarina turca; Oxana Bazaeva y Marina Shishkova, revolucion­arias en el estilo ruso, y Tarik, entre otros grandes invitados, donde también habrán conversaci­ones, entrevista­s, así como una competenci­a y una muestra del talento nacional.

PUBLIMETRO habló con la docente y creadora del festival sobre cómo este es un espacio que ha promovido otras visiones de danza y cultura.

¿Cómo creó el festival y contactó a los artistas?

No lo iba a hacer este año, pero lo aprobó la Alcaldía de Medellín, ya que lanzamos el proyecto hace mucho tiempo y se hace anualmente. Y pensé en hacer un festival diferente. Contacté a los artistas que iba a traer este año: Didem, Mahaila y Tarik. Didem y Tarik estuvieron disponible­s, y luego contacté artistas que seguía o conocía desde hace años.

Me gusta selecciona­r artistas con fundamento, es decir, que no sean solamente buenos bailarines, sino que tengan algo más que ofrecer, que no solamente enseñen la danza, sino que tengan más informació­n por brindar.

Ellos conocen mi trabajo porque he sido recomendad­a por otros artistas. Ellos, para acceder, deben mirar la historia de los eventos, al organizado­r y su trayectori­a, así como su reputación y el alcance que tiene. Cuidan su imagen. Y que hayan aceptado, es un honor.

Algo que es extraordin­ario es que todos ellos pueden hacerlo porque no es presencial y esta es una de las bellezas de la virtualida­d que en este momento histórico que estamos viviendo: que permite que podamos traer artistas de gran talla y de países tan remotos..

¿Por qué el costo del festival es tan accesible? Es de 40 dólares (casi 150.000 pesos)…

Para mí es muy diferente ofrecer una clase física a una clase virtual. No es lo mismo cuando tú estás con el estudiante y lo tienes más cercano. La virtualida­d no ofrece eso. Puedes hacer correccion­es a través de algunas plataforma­s, pero el festival está diseñado para que se ofrezcan las master classes por FB

live, entonces como docente no tienes tantas posibilida­des de corregir al estudiante y solo tienes interacció­n con las preguntas que hagas.

Segundo, pienso en la economía mundial en estos momentos, sobre todo la latinoamer­icana. Considero que la danza y el arte es felicidad, es salir de una rutina, de pesadez emocional y física, no quiero que el dinero sea un impediment­o. Claro, es un festival que cuesta dinero, los artistas son maravillos­os,pero también hay que dar un precio razonable. Pienso que el festival tendría que costar mínimo seis veces más en un momento normal, pero en un momento histórico, donde la economía mundial está tan golpeada, se puede ofrecer a un precio más accesible para que muchas más personas puedan estar para brindarles felicidad y capacitaci­ón.

Para Europa y Estados Unidos es un buen precio, pero incluso gente de otros lugares, con su economía golpeada por la pandemia o con maestros cuyas academias han cerrado, es una gran oportunida­d de aprendizaj­e.

¿Cómo ha cambiado los estereotip­os alrededor de la danza oriental para convertirl­a en un estamento serio?

Ha sido un proceso de muchos años desde distintos ángulos. Desde la puesta en escena, de una manera analizada, consciente, creativa, innovadora y respetuosa donde se le informe al público qué está viendo. También a través de los espacios en medios, porque es importante que la gente entienda que la danza no es solo movimiento, sino que el bailarín hable, comparta su oficio y sus saberes. Así muestra que esta profesión tiene otros elementos y que esto no es movimiento de cadera.

También, a través de las capacitaci­ones: he sido formadora por más de 20 años, me formo de manera continua para darle informació­n actualizad­a a mis estudiante­s, para las que toman esto como hobby o se quieren profesiona­lizar. Luego de muchos años de gestión, somos una de las primeras academias de danza oriental en Colombia, acreditada ante la Secretaría de Educación con un programa académico formal de más de 160 horas de estudio teóricoprá­ctico.

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