Salir mejores
Ni idea quién se inventó ni como se instaló en el imaginario colectivo la frase ‘de esta vamos a salir mejores’, que tantas vueltas ha dado durante los últimos meses, pero que ingenuos nosotros habernos creído semejante cuento. ¿Mejores de dónde? ¿Qué nos hizo pensar que un virus que nació derrotado iba a lograr que recompusiéramos el rumbo y de la noche a la mañana dejáramos de ser la especie mezquina y destructiva que somos?
Al comienzo de la pandemia los animales dejaron el miedo, salieron de sus escondites y volvieron a las ciudades, como retomando lo que alguna vez fue suyo, demostrando que los humanos no somos tan importantes como creemos y que el mundo no se regenera con campañas ni inversiones de dinero, sino dejando de joder. Delfines en aguas costeras, zorros y alces andando por las calles, el mundo parecía una fiesta y nosotros nos sentíamos los generosos anfitriones que habíamos hecho tal milagro posible.
Pero todo se desvaneció pronto, porque cuando las cuarentenas se pusieron menos estrictas y los humanos volvimos a salir, los animales retrocedieron porque saben el peligro que representamos. Su dicha duró poco y de creer que nos habíamos extinguido antes que ellos pasaron nuevamente a su actitud defensiva, puro instinto de supervivencia. Hoy no solo se han vuelto a esconder, sino que el mundo en el que viven es mucho peor, la producción de plástico y de desechos en general, todos en nombre de las famosas medidas de bioseguridad, ha aumentado.
Pero no es esto lo único que ha hecho del planeta un lugar más inhóspito que antes, la decadencia está por todos lados. A medida que la vacuna contra el coronavirus emerge al final del camino se ha sabido que se necesitaría matar hasta a medio millón de tiburones para salvar a los humanos, ya que el hígado del animal produce una sustancia vital para su elaboración. ¿Quinientos mil tiburones asesinados para salvar a 7000 millones de personas? No sé, suena como un mal negocio a largo plazo para el medioambiente.
Dejando de lado a la naturaleza y lo mal que la hacemos pasar, las personas no es que nos hayamos hecho la vida más llevadera tampoco. Mientras los bancos han seguido ganando dinero a chorros, la pobreza y la desigualdad han crecido; hoy hay más hambre e injusticias en el mundo y no es culpa del virus, lo único que la enfermedad logró es que el desbalance se acelerara. Durante años hemos visto la brecha crecer poco a poco y lo que nuestros abuelos compraban con el mismo dinero que ganamos hoy no alcanza ahora ni para la mitad.
No lo notábamos porque antes a dicha precarización le tomaba décadas, nos iban despojando de a poco hasta dejarnos en la calle, mientras que ahora en nombre de la seguridad y el control del virus no solo se quedan con nuestros datos, sino con el dinero que nos queda; mientras nuestros ingresos han disminuido, las empresas, las grandes sobre todo, han aumentado sus precios. Vaya usted a cualquier supermercado o restaurante, y si ha llevado la cuenta de comienzo de año a acá notará que a muchas cosas le han subido de a poco, o de a mucho, da igual. El otro día volví a un restaurante después de ocho meses y por dos almuerzos de porquería nos cobraron 90.000 pesos. Yo no sé si es la falta de costumbre lo que me hizo caer en cuenta de que nos habían robado, o si esta ciudad siempre ha sido igual de abusiva pero ya estábamos acostumbrados; lo cierto es que nos tienen agarrados del cuello y no nos lo van a volver a soltar.
También está Apple, que ya venía haciendo lo que se le venía en gana, pero que ahora sí se desmadró. Antes nos metía iPhones nuevos cada ocho meses y cambiaba a placer el tipo de conector para cobrarnos fortunas por un pedazo de cable hecho en China; ahora se inventó un celular que cuesta entre tres y siete millones y medio de pesos, y encima viene sin cargador ni audífonos, en teoría para reducirla producción de desechos, pero sabemos que en realidad es para poder sacarnos más dinero porque buena parte delos ingresos de la empresa está en los accesorios, no solo por costos os, sino porque hay que cambiarlos frecuentemente.
‘De esta vamos a salir mejores”’ ¿cómo llegamos a creernos tal mentira? El fin del mundo como lo conocemos está más cerca de lo que creemos, si en un par siglos hemos acabado con lo que a la naturaleza le tomó millones de años en construir, lo que se viene en las próximas décadas es mucho peor. No hay mañana para los humanos, no hay futuro ni segundas oportunidades, nuestro único aprendizaje posible vendrá con nuestra extinción. No es solo que de esta no vayamos a salir mejores, sino que dos años más de virus y ni siquiera salimos.