De bailes y marionetas
Cuánta verdad en la boca de Toni Kroos. Por fin un futbolista –que además es campeón del mundo y que juega para el Real Madrid, lo que le proporciona mucha más valentía a sus declaraciones– se encargó de decir lo que todos sabemos: que en el fútbol los dueños de la obra, los actores principales, que por supuesto son los futbolistas, los someten a los designios de aquellos que se lucran de que los actores estén en escena, es decir la Fifa, Uefa y demás confederaciones que están detrás del aumento en las competencias futbolísticas a lo largo del planeta.
Tiene mucha razón el volante alemán en estar molesto ante la cantidad de nuevos inventos y de cupos de ingreso a competencias que antes se hacían exclusivas y que ahora son cualquier cosa. Los campeonatos que se están confeccionando –para poner un caso concreto, la Liga de las Naciones– es un monumento a la presión mal entendida. Antes se disputaban en fechas Fifa amistosos que tenían como fin pulir una idea, revisar nuevos nombres, hacer pruebas de laboratorio para los entrenadores a ver con qué iban a salir en los partidos de verdad, en aquellos por los que se pelean los tres puntos y ahora, dizque para dar emoción a un deporte que la misma Fifa se ha encargado de entorpecer y de hacerlo aburrido con decisiones como el VAR, decidieron desde hace un tiempo que mejor esa disputa de unos cupos a Euro y de golpe a Mundial y que siga habiendo competitividad.
Pero hay que jugar pase lo que pase porque aquel dicho tan famoso lanzado por Pierre de Coubertin en tiempos de la creación de los Juegos Olímpicos modernos y que dice que lo importante no es ganar, sino competir ha ido mutando a través de los años y parece que ahora el sentido de aquella sentencia se modificó definitivamente: lo importante no es ganar, sino facturar.
Y al final es un círculo en el que también los jugadores quedan en medio por aquellos valores que dicta el mercado y que hace que el sueño de ser millonario se pueda cumplir en aquellos que dedicaron su vida a jugar, sueño que al final pocos cumplen.
Bien por Kroos que decidió meterse en esa controversia de cuestionar y de cuestionarse porque pocos son los que toman ese paso de pensar en que los calendarios cada día son más exigentes, más terribles. Y si le sumamos el parón obligado por la pandemia, los fixtures mundiales parecen pasajeros de TransMilenio en hora pico: metidos a la brava, espichados uno encima del otro.
Y claro, también aprovechó para disparar contra las celebraciones excedidas de producción, punto en el que a veces uno piensa si el jugador ha perdido la espontaneidad de un grito del alma para cambiarlo por una escena de Broadway que dura 10 segundos. ¿Los jugadores pensarán más en ensayar una celebración que en el gol mismo?