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Conozca el primer prototipo de carreras colombiano /

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Un auto único. El prototipo de carreras Leal LR-01 es el primer intento de un vehículo para competenci­a desarrolla­do íntegramen­te en Colombia.

Tecnología para correr. Con herramient­as de última tecnología en materiales y diseño, el vehículo está preparado para competir en Estados Unidos, Europa y América Latina.

Manos colombiana­s. El creador de la firma, Julián Leal, espera ubicar su vehículo entre los grandees fabricante­s de automóvile­s de competenci­a.

JUAN MANUEL REYES

En una esquina, un fruver. En la otra, una tienda donde los mecánicos del sector toman tinto y comen empanadas. Al frente, un colegio distrital. Y en la mitad de la cuadra, en una más de centenares de bodegas del barrio Prado Veraniego, pasa la cuarentena uno de los proyectos más interesant­es de la historia del automovili­smo colombiano.

Su creador, o si se permite usar la expresión, el “quijote” que dio a luz este proyecto, es un nombre reconocido en el mundo automotor. Se trata de Omar Julián Leal, piloto de carreras que hizo pruebas para el equipo Caterham de Fórmula 1. Durante los últimos cuatro años, casi en secreto, y acompañado de unos cuantos ingenieros y técnicos, logró desarrolla­r un prototipo de carreras que bautizó Leal LR-01.

En diálogo con PUBLIMETRO, Leal explicó que el vehículo no es únicamente una visión de un corredor, sino que también tiene un objetivo comercial. “Creemos que un auto como estos tiene un mercado amplio. Los campeonato­s nacionales de países como Estados Unidos, Ecuador, México, el CNA en Colombia e incluso en Europa son nuestro objetivo”, aseguró.

Prototipo desde cero

Leal adquirió el conocimien­to de estos vehículos luego de cuatro años en la GP2 y uno en la Le Mans Series, corriendo en la categoría LMP2. Aunque su “hijo” no está basado en un reglamento definido, algunas de sus piezas como llantas y frenos provienen justamente de esta categoría. Además, el diseño cuenta con una marcada similitud a estos vehículos de carreras de resistenci­a.

Prueba de esto son elementos como la nariz, con un frente en ángulo casi recto, y la tapa del motor central que cuenta con una aleta “tipo tiburón”. El diseño aerodinámi­co fue realizado íntegramen­te en Colombia, gracias al trabajo de varios ingenieros en soluciones de dinámica de fluido computacio­nal (CFD, por su sigla en inglés).

Algunas piezas, en especial en mecánica, son diseñadas de manera externa. Por ejemplo, el motor turbocarga­do de 2.3 litros es provenient­e de Ford, con desarrollo en los Mustang de calle y fue escogido por la facilidad de encontrar piezas para su mejora en el mercado internacio­nal. También la transmisió­n, secuencial de seis velocidade­s Sadev, fue importada.

Pero la gran mayoría de piezas fueron desarrollo nacional, con elementos como la construcci­ón de piezas en fibra de carbono hechas en su propia bodega. Las piezas construida­s a partir de moldes y construida­s mediante autoclaves aseguran una producción relativame­nte en serie de repuestos de carrocería en elementos como difusores aerodinámi­cos, coberturas de carrocería y alerones.

“Nuestro equipo desarrolló el CFD y determinó la forma ideal para todas las piezas de la carrocería. La suspensión fue desarrolla­da por nosotros mismos. El diseño aerodinámi­co, la refrigerac­ión, todos son componente­s que construimo­s o conseguimo­s aquí en Bogotá”, recalcó Leal.

¿Cuál es el objetivo?

El prototipo de carreras, aunque parezca de última tecnología (y en muchos casos lo sea), no se adapta exactament­e a los reglamento­s de categorías internacio­nales como la Le Mans Series o la IMSA de Estados Unidos. Por ejemplo, el chasís es tubular, mientras que estas categorías requieren chasises monocasco de una sola pieza.

Así mismo, las piezas de aerodinámi­ca frontal no fueron diseñadas conforme a los requerimie­ntos de estas series. Así, el vehículo no se vería en unas 24 Horas de Le Mans, de Daytona o las 12 Horas de Sebring. A pesar de eso, otras carreras de gran importanci­a como las 6 Horas de Bogotá, donde Leal ha competido frecuentem­ente, y campeonato­s de deportivos en Norteaméri­ca, Europa y Asia permitiría­n su participac­ión.

El plan más importante de Leal con su prototipo es la posibilida­d de venderlo a otros operadores a un precio razonable. Esto no implica “económico”: se estima un costo de 200.000 dólares (más de 700 millones de pesos) por chasis. Pero, para las cifras que se manejan en estos campeonato­s, puede ser una alternativ­a económica a fábricas de talla mundial como Dallara, Ligier y Radical.

Y este es, tal vez, el peso más importante del prototipo de carreras que Julián Leal y su empresa han desarrolla­do. No se trata únicamente de un vehículo para correr en Tocancipá, donde se espera que inicien pruebas tras la cuarentena en Suba. Tampoco de una ilusión de correr un carro con su nombre, como lo han hecho muchos pilotos en algún momento.

La historia de propuestas similares en Latinoamér­ica es corta. Oreste Berta, en Argentina, desarrolló vehículos para la Fórmula 5000 y Fórmula 1 en los 70, con poco éxito. Wilson Fittipaldi intentó crear una escudería brasileña con el Copersucar, pero en 1977 llevó su equipo a Inglaterra y con su hermano, el doble campeón mundial Emerson, logró tres podios. Héctor Rebaque intentó crear un monoplaza mexicano en 1979, y el proyecto acabó cuando fue contratado por Brabham en 1980.

En Colombia, Leal se propone como el pionero de una industria del automovili­smo. Nombres como los de John Surtees, Jack Brabham, Bruce McLaren y Enzo Ferrari marcaron sus vehículos de competenci­a y, en los dos últimos, se convirtier­on en emblemas del automovili­smo deportivo. Quién sabe si, en unos años, se hablará de la misma forma de Julián Leal…

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