Publimetro Colombia

Como no le cumplieron con la casa, construyó una enfrente del Ministerio de Vivienda

- SANTIAGO RAMÍREZ Especial para Publimetro Colombia

Yolanda Cuestas se cansó de pedir la vivienda que el Gobierno supuestame­nte ya le había aprobado. Después de encadenars­e durante más de una semana, se armó de valor y protestó de una manera particular: construyen­do una casa informal en pleno centro de Bogotá enfrente del Ministerio de Vivienda

Yolanda Cuestas todavía conserva la cadena y el candado con los que duró más de una semana atada a una reja enfrente al Ministerio de Vivienda, en septiembre del año pasado, cuando el desespero por una casa digna, con papeles en regla y promesas no cumplidas, la llevaron a la decisión más radical que podía tomar en ese momento.

Días antes de encadenars­e, entró a las oficinas del Ministerio para reclamar lo que se suponía ya estaba tramitado. “Quiero es la casa que me prometiero­n, yo no quiero plata”, es la frase que más repite esta mujer del Pacífico, víctima del conflicto, y cabeza de familia. Pero su negativa de recibir un subsidio a cambio de su casa parece que solo acentúa las ganas de luchar por su vivienda digna.

Yolanda es una mujer de 31 años, que antes de la pandemia tenía un trabajo informal vendiendo arepas en la calle, con el que sostenía a sus tres hijos y pagaba su arriendo. Pero la pandemia y la crisis económica llegaron y tuvieron su efecto: un retroceso de 10 años en los logros que se había conseguido para la erradicaci­ón de la pobreza.

Los días encadenada fueron un padecimien­to que le saca lágrimas a Yolanda: no podía bañarse, comía mal y la pesada cadena le dejaba marcas: “Sobre mi piel que es negra, ¡imagínese!”. Yolanda perdió su trabajo y se volvió parte del 20,4% de la tasa de desempleo de mujeres, porcentaje mucho más amplio que el de los hombres. Pero lo que más le duele a Yolanda es la pérdida de sus hijos que estaban estudiando, como no pudo hacerlo ella, y ahora no sabe dónde están. Y su mayor temor es en realidad el peor de los rumores: que se los hayan regalado a una familia y que ya no estén en el país. Porque no sabe nada de ellos desde la última vez que los vio a principios de diciembre de 2020. La oportunida­d que veía para que ellos salieran adelante estudiando se esfumó de repente. Ser afrodescen­diente en Colombia es tener mayor probabilid­ad de caer en la pobreza.

Cansada de no conseguir respuestas del Ministerio, se prometió a sí misma armar la casa que tanto pedía. Y con la ayuda de otras personas que exigían lo mismo, se animó a caminar hasta Monserrate para bajar unas maderas, se fue por toda la 13 por plásticos y pintura y por toda la Séptima buscando alguna chuchería para decorar. La policía, que tantas veces la golpeó, no le dio importanci­a al plástico que tapaba un muro donde hoy se lee ‘vivienda digna’. Pero lo que no sabían es que detrás de ese plástico negro, Yolanda estaba armando una casa, en pleno centro de Bogotá, enfrente del Ministerio de Vivienda.

Y pasaron los días y Yolanda bajó el telón como mostrando una obra de arte que ella misma hizo con sus propias manos. De repente había una casita, sin acueducto, ni luz, ni gas. Con agua recolectad­a, energía del celular y estufa que funciona con alcohol. Pero con ventanas, una

“QUIERO LA CASA QUE ME PROMETIERO­N, YO NO QUIERO PLATA”

YOLANDA CUESTAS

cama, una mesa hecha por ella misma. Y el comandante furioso regañó a los policías que enfrente, armados con sus escudos, cascos y bolillos, siempre estuvieron viendo un plástico. “¿Quién dio la orden de poner una casa?”, le preguntó un policía. “Yolanda Cuestas”, le contestó.

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