Desde el costado sur
En vista de que la pandemia no afloja y el número de contagios sigue tan alto, no queda más remedio que caminar por lugares amplios, abiertos, con mucha vegetación y aire limpio. Lugares donde no haya aglomeraciones y a los que se pueda llegar de manera segura.
Uno de esos sitios que invitan a caminar (y también a sentirse por un rato lejos del mundanal ruido, así no haya ballenas) es el humedal de Córdoba, en la localidad de Suba.
Hace unos tres meses invité a pasear por el borde norte del humedal, el que limita con el barrio Niza Sur, o Niza Antigua, como le dicen ahora. Este es entonces un complemento de aquella nota, ya que el costado sur del humedal, entre la avenida Suba y la avenida Boyacá, es un amplio parque lineal que comparten los barrios San Nicolás y Pontevedra y que complementa la reserva ecológica del humedal. Vendría siendo una zona de amortiguación y de transición entre el espacio silvestre del humedal y las manzanas con casas y edificios.
A mí me asombra que uno pueda ir a pie desde la avenida Suba hasta la avenida Boyacá por un sendero que recuerda los paisajes de tierra fría de Cundinamarca, acompañado por el canto de los pájaros acuáticos, el rumor del viento en las copas de los árboles y todos esos clichés que lo devuelven a uno a los tiempos de los cuentos pastoriles. En realidad no es tan así, porque, yendo de oriente a occidente, la primera cuadra (una cuadra bastante larga) debe hacerse por la avenida 116. El Colegio Agustiniano Norte, con sus altos muros que llegan casi al borde mismo del humedal, es un obstáculo que debe rodearse. El colegio se construyó en tiempos muy anteriores a la constitución del humedal como zona de reserva y por lo tanto, en aquella época, este tipo de consideraciones no se tenían en cuenta. Una vez se caminan las tres cuadras que ocupa el colegio (entre la 116 y la calle 117B) se llega al parque, que en sus primeras cuadras es más bien angosto. Cuando se llega a la carrera 70F (qué latosa puede llegar a ser a veces la nomenclatura en Bogotá) el parque se ensancha y se llega a una zona con un prado arborizado, que cuenta con una cancha de básquet.
En ese punto, el parque se estrecha de nuevo y aún quedan por recorrer siete cuadras muy arborizadas, para llegar a la avenida Boyacá. Este es un pequeño paraíso para los observadores de aves y para quienes disfrutamos de la diversidad de especies vegetales. En una ciudad como Bogotá, agobiada por las talas masivas de árboles y el culto al cemento, yo agradezco que aún existan sitios como este, donde la fauna silvestre pueda sentirse un poco a sus anchas. Y también agradezco que las comunidades de estos barrios que rodean al humedal de Córdoba lo hayan defendido y lo sigan defendiendo de quienes pretenden pavimentarlos y despojarlos de su cobertura vegetal.
“UNO DE ESOS SITIOS QUE INVITAN A CAMINAR (Y TAMBIÉN A SENTIRSE POR UN RATO LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO, ASÍ NO HAYA BALLENAS) ES EL HUMEDAL DE CÓRDOBA, EN LA LOCALIDAD DE SUBA”