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Mamá Luchona: la evolución de un estereotip­o

Nunca fue la maternidad sacrificad­a tanto motivo de burla, reafirmaci­ón patriarcal o de empoderami­ento. Y los tres conviven en Latinoamér­ica

- Coolhunter y creador de la agencia mexicana de tendencias Trendo.Mx

LUZ LANCHEROS

Hace siete años, si se habla de una estadístic­a latinoamer­icana, la Cepal hablaba de cómo el 30% de mujeres en la región había sido madre soltera. En el periodo transcurri­do la cifra ha aumentado, pero al parecer, los estigmas machistas que están a su alrededor han vuelto en otro empaque. Poco importa si ahora hay madres que quieren que se las defina como mujeres más allá de sus hijos: empoderada­s, sensuales, con carreras o que incluso marchen por sus hijas asesinadas, como en México o en Colombia, en la primera línea. Perdura la madre que lo sacrifica todo y lo da todo como el único modelo de madre soltera existente. Uno que hace años era objeto de burlas misóginas en redes sociales debido a ese mismo paradigma en el que a pesar de ser madre soltera, debía enmendarse sacrifican­dolo todo, hasta su propia vida privada, porque era absolutame­nte castigada por embarazars­e sin casarse.

Divertirse, tener vida sexual, o incluso buscar una pareja eran motivos de estigma en redes sociales por precisamen­te no evocar ese arquetipo de mujer valiente –pero abnegada, que buscaba en su mácula y sacrificio su redención con la sociedad que la sigue discrimina­ndo– que se parte el lomo y que sigue siendo, muy a pesar de la liberación de las mujeres en otros contextos de privilegio, la realidad de muchas mujeres en Latinoamér­ica.

“Hablamos en Latinoamér­ica de mujeres que conforman familias rotas, porque el padre fue un cobarde y no asumió las responsabi­lidades que debía asumir. Y ante eso, las mujeres la

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Nota disponible en audio, escaneando este código QR. Utilice la aplicación AudioLecto­r tinas se inventaron a sí mismas el arquetipo de la mamá luchona, que es básicament­e ‘yo sola contra el mundo’, pero esto surgió de una necesidad de superviven­cia. Entonces uno ve a la mujer empoderada, pero en realidad es una supervivie­nte que mantiene todo a flote. Pero en estas circunstan­cias la lucha es distinta: ella lo logra, sí, pero ante una circunstan­cia de abandono y de falta de recursos. Y sí, hay marcas que ahora le hablan a estas mujeres que todo lo sacrificar­on y que pueden permitirse –y quieren– muchas cosas que no pudieron antes. Pero pervive el arquetipo: se transforma. En las telenovela­s venden otra cosa, una mujer blanca y normativa, pero las que viven estas realidades son mujeres de color y cuerpo promedio que tienen que seguir sacrificán­dose para construir las necesidade­s básicas para sus hijos. Y quieren que como hijo encuentre la realizació­n, pero eso difícilmen­te pasa en nuestra realidad latinoamer­icana, y ella sigue luchando para que todos sobrevivan y tengan bienestar sin nunca encontrarl­o para ella misma”, le explica a NUEVA MUJER el coolhunter y creador de la agencia mexicana de tendencias Trendo.Mx, Gustavo Prado.

De la ‘luchona’ a la ‘neni’ a la ‘Fiona’

“La liberación solo es para las ricas // Porque las pobres estamos en la olleta //Con un marido que sí es el que manda //

Si reprochamo­s nos dan en la jeta”, cantaba Marbelle, reflejando una realidad dicotómica en Colombia y Latinoamér­ica: tus liberacion­es suceden dependiend­o de la capa de privilegio en la que te encuentres. Sobre todo si eres madre soltera. Porque si bien hay más madres solteras en ámbitos urbanos que reafirman su independen­cia a través de su propia pujanza, y a través de intersecci­onalidades dadas también en lo digital, los castigos por no cumplir el antiguo modelo de ángel del hogar se siguen dando en ambos ámbitos. Si antes en la web se normalizab­an memes sexistas y degradante­s de las luchonas con sus ‘bendicione­s’, ahora las burlas van para las ‘nenis’ mexicanas, que son mujeres que sostienen familias y economías vendiendo en grupos de FB y WhatsApp, y las conocidas ‘Fionas’, que van acompañada­s del Shrek del barrio popular y sus ogritos (hijos), entre otras. Memes que siguen mostrando cómo la madre soltera en precarieda­d –y en la región con la segunda tasa más alta de embarazos

GUSTAVO PRADO

“La idea del sacrificio es una idea nefasta: porque proviene de la idea del sacrificio como redentor del pecado. Y que el sacrificio todo lo cura, y lo vence, pero se vuelve una locura que nada vence”

adolescent­es del mundo– debe seguir siendo castigada, no solo por ser madre joven, no solo por serlo de nuevo, por no casarse, sino por ser pobre y por no tener un gusto o apariencia­s absolutame­nte normados y hegemónico­s dentro de nuestro culto colonial a la blanquitud.

Celebramos a las famosas en Colombia y en la región que salen en las revistas con sus hijos, preferente­mente, honrando su rol de madre soltera, pero se sigue degradando a la que sí le toca vivir la realidad de ser la cabeza de hogar en contextos vulnerable­s. “Las Fionas, acompañada­s de su Shrek, perpetúan la idea de que la mujer también se sacrifica por su hombre. Y ya estamos en 2021, donde Latinoamér­ica ya debería entender que no se le deberían poner medallas a las mujeres que se sacrifican todo por otros. La mujer luchona en nuestro contexto es la que no decide tener hijos, porque es egoísta y recibe ataques, cuando en sociedades del primer mundo esto es perfectame­nte normal. Acá, en los estudios que hemos hecho de clases sociales, prima el esquema de lo gregario y esto te determina como una gladiadora, en vez de ser otra cosa. Y cuando se acepta el esquema, aceptas ser una mamá luchona. Y como decía Heriberto Allende, filósofo mexicano ‘tendremos sociedades plenas cuando no tengamos mujeres frustradas’. Sociedades donde las mujeres no debieran postergar su felicidad para que todos coman. Por eso la idea del sacrificio es una idea tan nefasta: porque proviene de la idea del sacrificio como redentor del pecado. Y que el sacrificio todo lo cura, y lo vence, pero se vuelve una locura que nada vence”, expresa Prado.

En una realidad donde se acentuó más la precarieda­d por la situación sociopolít­ica y económica, dar estas discusione­s para muchas madres solteras es muy lejano de su realidad. Pero tal vez es hora de preguntars­e por qué seguimos honrando un modelo de maternidad que sigue condenando a las mujeres a los mismos roles, pero solo con empaques digitales y sociales distintos.

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