Publimetro Colombia

“Soy diferente en persona, no me hago el fuerte”: Danny Trejo

El actor nos habló sobre esta publicació­n, que lanzó a sus 77 años con múltiples reflexione­s sobre su juventud errática y la cultura machista

- LAURA LÓPEZ

“NO IMPORTA SI ESTÁ NUBLADO PORQUE SÉ QUE EL SOL ESTÁ EN ALGUNA PARTE, Y SUENA CURSI, PERO ES QUE SER CURSI SE SIENTE BIEN”

DANNY TREJO

Uno de los tipos duros del cine es Danny Trejo. A su edad, nos habla pasando de la risa a la seriedad en segundos, mientras

discutimos Mi vida de crimen, redención y Hollywood (Trejo: My Life of Crime, Redemption

and Hollywood), su recién publicado libro de memorias.

Los que lo han visto en pantalla podrían referirse a más de 250 produccion­es, entre el cine y la televisión, donde ha sido siempre el sujeto con el que nadie quiere meterse.

Lo que pocos saben es que Trejo sí fue ese hombre en su juventud. Nació en un hogar donde el cariño no era parte de la rutina, y descubrió que a los golpes se hacía un lugar en la escuela. Fue así como terminó en la cárcel, conoció las drogas, y llegaría el momento en que la vida le pediría cambiar e inspirar a otros a hacer lo mismo, lo que conseguirí­a cuando lo descubrier­on para Hollywood. Ese es el Danny de ahora, y esto fue lo que nos contó.

¿Fue difícil volver a estas memorias? ¿Tenía pendiente el ejercicio de repasarlas?

Fue difícil porque por mucho tiempo escondí mis secretos, cuando empecé a escribirlo­s me sentí como un niño de nuevo. Tuve que parar un par de veces. Es increíble la forma en que Diosito planea las cosas para nosotros, porque tuve el apoyo de Donal (Logue, editor), a quien conozco desde 1991 y con quien somos grandes amigos, y resulta que él también viene de un hogar machista, porque es irlandés y en su familia hay de esos irlandeses que quieren ser como Connor McGregor (risas), nos entendimos a la perfección.

La gente muchas veces me dice que soy diferente en persona a lo que se imaginan, porque en persona nunca cargo ese muro de machismo y de hacerme el fuerte. Ese tipo de actitud es la que tiene a tantos jóvenes latinos y mexicanos en prisión.

Hablando de la prisión, ¿cuál sería una idea errada que las personas tienen sobre la vida en la cárcel, sobre lo que es ser prisionero en realidad?

Creo que el miedo mata. Ya sea porque lo conviertes en ira, en rabia, y los hombres que se creen chingones no muestran el miedo.

Así que la rabia se traduce en golpear mujeres, cosa que no pasaría si los hombres analizaran qué es lo que les produce tanto miedo. Pero no es ella, eres tú. Especialme­nte los hombres latinos, no quieren pasar vergüenza. Así es como se acaban muchos matrimonio­s, porque la rabia se traduce en violencia y adulterio.

Me siento feliz de haber dejado eso atrás, lo digo ahora a mis 77 años. No quería ser machista nunca más.

¿Qué cosas cree que habrían hecho una diferencia en su infancia y juventud? ¿O diría que todo fue inevitable?

Las situacione­s son inevitable­s. Mi papá, no sé si no quería hijos, pero lo cierto es que mi mamá tenía un esposo que estaba en el ejército, y quedó en embarazo de mi padre por accidente. Luego mi papá se casó con una mujer pensando que ella cuidaría de mí, pero a ella no le gustaban los niños, así que eso no salió bien.

Un tío que quise mucho siempre estaba arreglado y a mí eso me impresiona­ba. Tenía dinero. Eso me impresiona­ba más que trabajar en construcci­ón, mecánica, jardinería… cuando estuve en prisión pensaba que las familias con dinero eran felices; tenían carros, casas. Ya después me daría cuenta que el dinero no es fácil. Y claro, eso es resultado de la cultura machista, también, así como vemos que algunos se las dan de duros y creen que no necesitan la vacuna porque son muy machos, cuando en realidad estar sano es lo que te permite ser un duro.

Yo tuve cáncer, y el doctor me dijo que lo había vencido gracias a mi actitud. Yo le preguntaba a Dios: ‘¿Por qué a mí?’. Pero vi un comercial de un hospital de niños pidiendo donaciones y recordé que había vivido 70 años, mientras que un niño de seis años podría no llegar a los siete y ocho. Empecé a llorar, y decidí ayudar a esos niños, a llevarles regalos. Creo que así es como Dios quiere que vivamos.

A los machistas les digo que lo siento por ellos, porque se perderán los abrazos de sus hijos y el amor de sus esposas.

Parte importante de su trabajo en la cárcel fue ayudar a que otros convictos alcanzaran la sobriedad, ¿aún habla con ellos?

¡Totalmente! Hemos sido amigos por más de 30 años, estamos todos sobrios. Veo colegas que a estas alturas siguen bebiendo y no pueden ni ponerse pie si no es con un bastón. La creencia de que beber te hace hombre, te lleva a tomar veneno. Un veneno que te aleja de tus hijos y tu familia. Agradezco haber dejado de beber y de usar drogas.

¿Cree que las cosas serían mejores si más hombres aceptaran el hecho de que la masculinid­ad tóxica existe y trabajaran en ello?

Sí, haría del mundo un lugar mejor. Es como los deportes, hay cosas muy violentas como el boxeo y la lucha, ¿qué sigue?, ¿vamos a pelear con cuchillos? Yo estoy bien así, me cansé, a mí déjenme cuidar mis flores.

¿Alguna vez pensó que algo tan grande como ser una estrella de Hollywood le pasaría a un niño pequeño que tuvo tantas carencias?

Creo que Dios quería que yo llevara un mensaje, incluso antes de actuar, que fue lo que traté de hacer en prisión. Pero para llevar un mensaje a veces necesitas una plataforma, y mi mensaje es que el alcohol arruina vidas y que la educación es la clave de todo.

Dios me dio la oportunida­d de llegar a un campus y no ser solo Danny Trejo, sino el tipo de Spy Kids, Heat, Blood In Blood Out y Breaking Bad, entre otros. Ese es el tipo al que le ponen cuidado, porque estuve con ellos cuando vieron esas produccion­es en las salas de su casa. No soy un extraño. Dios me dio esa oportunida­d y no la desperdici­aré.

De todas las historias que comparte en este libro, y todas las lecciones que nos comparte, ¿cuál elegiría si tuviera que quedarse con una sola?

Tus secretos te enferman. Cuando estás solo y tus secretos te rodean, debes compartirl­os, así funciona el diablo, diciéndote que todos se van a enterar. Por eso ya no tengo secretos. Cuando Donal y yo escribimos el libro, hubo momentos donde ambos llorábamos (pausa). No puedes evitarlo, tener secretos es como guardar basura, eventualme­nte tienes que sacarla, y te sentirás mejor cuando lo hagas.

Uno de sus temas centrales en el libro Los Ángeles, ¿qué les dice a los que creen que es una ciudad superficia­l?

L.A. es tan real que puedes recorrerla y pasar de una cultura a otra; en una milla ya pudiste haber conocido cinco culturas distintas. Tengo amigos que hablan cuatro idiomas diferentes, así es esta ciudad.

Al final del libro nos cuenta que Dios le dijo que ya, por fin, estaba ‘fuera del infierno’, ¿qué significa eso para usted?

Significa que tengo libertad para hacer lo que quiera. Acabo de ir al Vaticano y les traje a todos rosarios de allá. Me siento libre, siento como si hubiera despertado. No importa si está nublado, porque sé que el sol está en alguna parte, y suena cursi, pero es que ser cursi se siente bien.

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