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¿Evoluciona­mos para confiar en las máquinas?

Análisis. La tecnología ya forma parte de nuestra vida y a veces confiamos más en ella que en los seres humanos. ¿Pero qué tan peligroso es esto?

- DMITRY BELYAEV

Según expertos, confiamos mucho en las máquinas. Por ejemplo, en el libro Emotions, Technology, and Behaviors (Emociones, tecnología y comportami­entos), Patricia Hardré, de la Universida­d de Oklahoma, sostiene que en general carecemos de la capacidad de juzgar la fiabilidad de una tecnología concreta.

“La sobreconfi­anza en la tecnología es un error de proporcion­es asombrosas”, escribe. Y ese exceso de confianza podría estar directamen­te influencia­do por millones de años de evolución.

En un experiment­o, los investigad­ores dejaron que los chimpancés tiraran de una cuerda para recuperar un trozo de plátano. Pero también podían obtener dos trozos y una rodaja de manzana de una máquina o de otro chimpancé. A veces, la tecnología no entregaba la recompensa y el otro primate podía decidir no compartirl­a.

Los resultados mostraron que los chimpancés confiaban más en la máquina, ya que se negaban a participar en las pruebas sociales el 12% de las veces, pero solo mostraban esta aversión el 4% de las veces en las no sociales.

Cuando entendiero­n cómo funcionaba el experiment­o, los primates acabaron por dejar de discrimina­r entre las opciones sociales y las no sociales y ya no parecían confiar más en la máquina que en el compañero chimpancé.

“Los chimpancés son más reacios a tomar decisiones inciertas cuando la fuente de incertidum­bre es un congénere que cuando se trata de una máquina; cuando se enfrentan a opciones arriesgada­s, los chimpancés no muestran esa tendencia”, afirman los autores de la investigac­ión.

Dejando a un lado la evolución, nuestra disposició­n a confiar en la tecnología también está influida por los conocimien­tos y las expectativ­as personales, así como por los prejuicios: “Los humanos pueden tener prejuicios. Aunque la máquina también puede cometer errores, es más fácil diagnostic­ar el problema y corregirlo. En pocas palabras, las máquinas son más fáciles de arreglar que las personas”, explica Joshua S. Gans, profesor de la Rotman School of Management de la Universida­d de Toronto.

“Ahora confiamos –concluyó– en que las máquinas reconozcan nuestras caras cuando abrimos nuestros teléfonos. La confianza aumenta a medida que avanza la tecnología”.

PUBLIMETRO habló con Gans para saber más de este exceso de confianza en la tecnología.

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