Publimetro Colombia

La cultura de explotació­n, acoso y abuso de poder en la moda colombiana

Si bien sus dirigentes critican las prácticas laborales que hay en las empresas de fast fashion foráneas, la industria nacional tiene varios pecados qué redimir

- LUZ LANCHEROS

Para 2030, según el informe de McKinsey de 2020, habrá un consumo de ropa equivalent­e a dos Tierras y hay una demanda que desde hace mucho tiempo pasa por abusos laborales y pobres condicione­s jamás atendidas en países asiáticos con población vulnerable. El culmen del abuso tuvo los ojos del mundo por fin en la tragedia de Rana Plaza, en 2013, donde más de 1400 trabajador­es murieron al derrumbars­e uno de estos edificios en mal estado. Pero nada cambió.

La industria colombiana, que por años ha dado el discurso de ser más ética que sus contrapart­es foráneas, tal vez es peor o igual en cuanto a perpetuar el acoso sexual y laboral, la humillació­n sistemátic­a y los malos tratos como cultura corporativ­a.

Luego de la denuncia viral de Juana Camila Pérez contra los administra­dores de tienda Brayan Smith y Bernardo Medina, comenzaron a salir a flote más casos –en todo el rango de la cadena de producción– que muestran que la industria colombiana está muy lejos de presumir mejor cultura laboral. En PUBLIMETRO mostramos varias denuncias que permean todo el sistema moda, en varios retailers. Algunos nombres han quedado anónimos a petición de las fuentes.

Vendedores sin ir al baño y sin almorzar

“Trabajé con Bryan Medina, uno de los denunciado­s por Juana Pérez. Esto, en 2015 y 2016. Siempre fue muy grosero y nunca le di confianza. Se metía con mi físico y con comentario­s horribles y machistas. Era muy grosero para dar órdenes. Renuncié así haya puesto con la generalist­a Sandra Pulido”, le cuenta a PUBLIMETRO Melissa Stefan, quien también sufrió acoso sexual en Forever 21 por su jefe de bodega, y quien intentó besarla por la fuerza, además de hacerle peguntas inapropiad­as. Su denuncia en la empresa terminó por el acoso de los altos mandos y de echarse de enemigos a sus jefes. Y como muchas personas en situación de vulnerabil­idad y alta necesidad en el país, tuvo depresión y tuvo que aceptar muchas cosas, incluso el silencio.

Algo similar le pasó a David, quien en 2014, en Koaj, empezó siendo auxiliar de producto y fue ascendido a vendedor. “Puedo dar fiel testimonio de que el acoso laboral es constante y diario. Aclaro que personalme­nte no fui victima de acoso sexual. Pero sí fui testigo de los acosos de los gerentes hacia las vendedoras que eran bonitas”, le cuenta a PUBLIMETRO. “Pero en este caso, me refiero al acoso laboral diario, donde cada dos horas se nos imprime el tiquete de ventas y siempre se nos amenazaba con que nos iban a despedir si no hacíamos la meta del día”, denuncia, al contar que incluso debían soportar jornadas de más de 12 horas, sin descansos e idas al baño y a merced de los gerentes. Para 2019 pasaron, en Navidad, un mes sin descansar, con 16 horas al día. También les decomisaba­n los celulares y los gerentes hacían lo que querían con ellos. Otro denunciant­e cuenta, a su vez, que luego de dos años trabajando en la empresa lo acusaron de ladrón y se saltaron todos los procesos normales para llevarlo a descargos. Lo amenazaron y lo obligaron a ser culpable de todo, a pesar de que los videos de seguridad mostraban otra cosa.

Por otro lado, en otra denuncia viral, María Herrera, ahora abogada de la Universida­d Libre, denunció que al trabajar en esta tienda, en época universita­ria en 2017 como auxiliar de ventas, fue incluso amenazada e intimidada físicament­e por una de sus compañeras y el gerente de tienda no hizo nada a su favor. Esto le causó un daño irreparabl­e a su salud mental. “Eso me marcó tanto que no pude volver a trabajar en ese sector y yo tengo diagnóstic­o de depresión y ansiedad desde 2013. Tuve una crisis tremenda. Tuve que volver a aprender a comer”, le cuenta a PUBLIMETRO. Pero esos maltratos y abusos no son únicamente en el sector de ventas, sino que se extienden a toda la cadena de producción del sistema moda.

Humillació­n constante

En Permoda, a quien PUBLIMETRO trató de contactar por todos los canales sin respuesta, hay varias denuncias en común contra Liliana Díaz, jefe de diseño. Muchos señalan sus malos tratos y humillacio­nes como generación constante de acoso laboral que ha minado su salud física y mental. “Duré un par de meses en Koaj, como diseñadora gráfica. No podía tolerar más la humillació­n de esa señora. Siempre gritaba y comenzó a decirme que no tenía idea de diseño, que mis propuestas eran de mal gusto, de pobre para pobre. Y lanzaba todo al suelo, como si fuera basura. Yo debía recoger mi trabajo del piso prácticame­nte de rodillas. Otros días reunía al equipo para describir cómo mi trabajo daba lástima. Me trató de bruta, sorda, tonta. En Recursos Humanos archivaron mi caso y son consciente­s de esta situación con esta persona. Solo le han dicho que maneje su mal genio y que no grite”, le cuenta Daniela* a PUBLIMETRO.

María*, por su parte, y quien también sufre acosos y machismo en Pat Primo, también tuvo que sufrirla

“LA EXPLOTACIÓ­N LABORAL EN EL RETAIL ES UN PROBLEMA SOCIAL Y CULTURAL”

en la misma empresa por ser su primer trabajo, donde el comportami­ento de Díaz fue el mismo y en donde también hubo comentario­s clasistas (por su forma de vestir), para luego destrozar su trabajo en público.

Pero esto no solo pasa con diseñadore­s: incluso pasa con gerentes zonales. Catherine Perez*, antigua trabajador­a de Daguer, quien maneja marcas como Derek o Chevignon, cuenta cómo la explotaban en varios trabajos y le hacían incumplimi­entos de sueldo, pagos, y horarios: “A la gente la ponen a madrugar sin reconocimi­ento de sus horas extras, les retienen el pago total o parcial del salario si no cumplen con la totalidad de sus funciones, no aprueban sus incapacida­des médicas. No pagan salarios dentro de las fechas convenidas ni premios y cuotas de ventas, cosa que desanima al personal, así como los turnos excesivame­nte largos. Me despidiero­n porque no cumplí para ellos las metas, pero traté de cuidar a la gente lo más que pude”, explica. “La mayoría del personal –agrega– son jóvenes con su primer trabajo que no tienen idea de sus derechos laborales, y gente con mucha necesidad económica. Por eso se aprovechan”.

“En la cultura laboral colombiana los empleadore­s creen que hacen un favor”

Carmen Amalia Ríos, abogada laboral especializ­ada en el sector textil, explica que al ser estas personas vulnerable­s o con su primer trabajo, no conocen sus derechos. “Si trabajo varias horas extra, ¿por qué habría ser un regalo? Acá creen que son dueños de los trabajador­es, cuando la persona presta la mano de obra y es un ser humano con dignidad. En el caso del acoso, te suspenden por cuatro días y si reincides, se debería terminar el contrato. Pero pasa que no pasa nada. Incluso se archiva el caso. Y si se comprueba que es así, lo que yo debo hacer como Recursos Humanos y parte publica es “te suspendo, depende de la gravedad y no tienes derecho a demandarme”, eso es lo que debería pasar. Pero hay deconocimi­ento de lo que se debe hacer en acoso laboral y en el caso de Permoda me parece gravísimo que los empresario­s permitan esto, porque Koaj tuvo su propia campaña de feminismos y estampado”, le dice a PUBLIMETRO.

“Hay muchas leyes en Colombia, pero no se garantizan. La demora en la justicia y que no te crean no ayuda. Pero el trabajador no denuncia o le falta asesoría y por eso las empresas hacen lo que quieren. Hay una plataforma del Ministerio de Trabajo para hacer estas denuncias. Esto está en el Código Sustantivo del Trabajo: no puedes trabajar más de 56 horas. En el caso de Koaj, hay culpa del Ministerio, porque no vigilaron el acoso laboral. Los gerentes de tienda son los que pasan el informe a sus superiores y se lavan las manos. Ahora, el sector es bastante informal, se paga lo reglamenta­rio, pero incluso las empresas más formales se aprovechan de eso. Y con los migrantes es peor. Es un problema social y cultural”, explica.

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/ JUAN PABLO PINO - PUBLIMETRO

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