Ya son 28 años del icónico Dookie de Green Day
El disco significó un antes y un después para la banda californiana
La música de los años noventa estuvo marcada por un movimiento que se conoc comúnmente como pop-punk. Aunque hay que admitirlo, muchas de las bandas que son clasificadas dentro de este género, no tienen mucho que ver entre sí, musicalmente hablando. Sin embargo, hay bandas que se abrieron camino durante toda la década y marcaron una generación completa, e incluso, siguen ganando nuevos devotos. Nombres como Blink-182, The Offspring o Bad Religion se destacan en la lista, sin embargo, los protagonistas de esta historia son los liderados por Billie Joe Armstrong, desde Berkeley, California: Green Day, pues fueron ellos quien dieron los primeros pasos para llegar a este nuevo sonido.
La historia de Green Day empieza en 1986 bajo el nombre de Sweet Children. Posteriormente cambiarían su nombre, su baterista y a la vez su enfoque. De hecho, para el 1.º de febrero de 1994 la historia tendría un antes y un después en la carrera de la banda con el lanzamiento de su tercer disco: Dookie, que abriría la puerta para hacer de esta banda un éxito.
Para entender por qué, hay que tener en cuenta que la escena punk norteamericana de finales de los ochenta estaba en su apogeo, no obstante, era bastante cerrada y la llegada del Dookie haría que el paradigma musical cambiara y los hábitos de consumo también. Así pues, este sería el álbum que daría inicio a lo que se conoce como el pop-punk.
¿Pero cómo se vivía la escena punk en Norteamérica? Para responder esto podemos situarnos en uno de los epicentros de este género, el mítico club 942 Gilman Street de Berkeley, donde se presentaban grupos con características particulares. Por ejemplo, su sonido no era necesariamente el más comercial, poco o nada tenía que ver con el pop y no se encontraban apoyados por ningún sello disquero de gran importancia.
Si bien este club funcionó para Green Day como un importante escenario para pulir y conocer un estilo, y además, consagrar la identidad de la banda, para 1993 los ambiciones cambiarían y aceptarían sumarse al sello discográfico Reprise (que en su momento fue el hogar de artistas de la talla de Stevie Nicks o Neil Young) y entrar a hacer música tiempo completo.
Dookie es un álbum melódico, que no mostró miedo a proponer algo diferente a lo ya conocido para la época, además, tiene la particularidad (y fue la intención) que muchas de las canciones se quedan pegadas por un buen rato en la mente de los que lo escuchan. Para dar un ejemplo particular When I Come
Around tiene una de esas melodías que pueden quedarse en la cabeza durante todo un día.
Ahora bien, el hecho que el álbum dejara ver una cara más comercial de Green Day sería un motivo para que el 942 Gilman Street vetara la banda bajo el argumento, compartido por toda la escena punk, de que se vendieron.
Billie Joe Armstrong, Mike ‘Dirnt’ y Tré Cool empezarían a darle la vuelta al mundo gracias a la presencia de algunos de los sencillos de Dookie en MTV y canciones
como Basket Case o Welcome To Paradise se convertirían rápidamente en himnos.
A pesar de que en un primer momento la escena punk rechazó contundentemente la propuesta de Green Day, poco a poco se dejó encantar por las virtudes de uno de los álbumes más representativos de la escena, pero que siendo honestos, no ha recibido el reconocimiento que a juicio de muchos merece. No obstante, ha vendido más de 20 millones de copias alrededor del mundo y como si fuera poco, marcó el inicio para que la escena punk empezara a dejar de lado su política restrictiva.
El impacto de Green Day y Dookie facilitaría el ascenso de bandas como las que mencionamos algunas líneas arriba (Blink-182 o The Offspring) y asimismo, unas propuestas un poco más jóvenes como las de Sum 41 o Good Charlotte.
También es cierto que este no es el álbum más reconocido o vendido de la banda, pues para 2004 llegaría American Idiot, en el que mostrarían un sonido un poco más maduro y con sus letras, reflejarían una gran carga política.
Sin lugar a dudas, Dookie es uno de esos discos que vale la pena escuchar una y otra vez, pues es, fácilmente, una obra maestra que marcó la parada para todo un movimiento musical, e incluso social durante una década que hasta este momento sigue dando de qué hablar.