Las cifras que la pandemia agudizó en Barranquilla
Las consecuencias del virus. Informe sobre lo que el covid-19 reveló en cuanto a políticas públicas, salud y economía en la capital del Atlántico
En 2020, durante lo más duro de la pandemia del covid-19, la capital del Atlántico vivió una de sus peores crisis alimentarias, de acuerdo a las cifras del Dane. En ese periodo, en seis ciudades de la región Caribe, un menor porcentaje de sus habitantes había podido tener tres comidas al día, según reveló la Encuesta Pulso Social EPS, aplicada por el Dane, con el apoyo técnico del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Barranquilla, con el 44,3%, apareció en la segunda posición de la medición, siendo antecedida por Cartagena, que registró un 40,5% de quienes durante la pandemia, en siete días solo habían consumido dos o menos de las tres comidas regulares.
Sin embargo, estas cifras contrastan con las de desempleo, donde la capital del Atlántico encabezó en 2020 y se mantuvo en 2021, como la ciudad que ofrece mayores oportunidades de trabajo y cuya tasa se mantiene en el 12,3%.
Es por ello que contra el hambre que dejó la pandemia, el año pasado, la Alcaldía lanzó un megaproyecto para combatir la pobreza, contemplado en el Plan de Desarrollo de la ciudad. El secretario de Planeación, Juan Manuel Alvarado, explicó que este megaproyecto está pensado para solucionarle el problema a los perfiles con mayor probabilidad de caer en pobreza extrema: “Estudiamos en detalle los perfiles más propensos a caer en pobreza, hicimos un estudio detallado sobre cómo está la pobreza y el hambre en Barranquilla y con eso se estructuró el macroproyecto”.
Los principales perfiles que arrojó el estudio son los siguientes: hogares con jefe de hogar joven (15 y 34 años) que no alcanzan educación media, conformados por más de tres personas, con niños menores de cinco años y sin vivienda propia, tienen aproximadamente el 60% o más de probabilidad de caer en pobreza; hogares con jefes de hogar entre los 25 y 44 años, con educación media y ocupados, tienen entre el 35% y 40% de probabilidad de caer en pobreza; los hogares con madres cabeza de familia, con jóvenes que ni estudian ni trabajan, y con niños, jóvenes y adultos en inseguridad alimentaria, son otros grupos que requieren focalizarse en las intervenciones