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Lo que proyectan. ¿Por qué la ropa que usan las candidatas importa?: moda y sexismo

Analizamos por qué hablar del atuendo de las candidatas mujeres de cara a estas elecciones va más allá de un sesgo machista y frívolo. El atuendo habla

- LUZ LANCHEROS WILLIAM CRUZ BERMEO

Suele pasar que, cuando se habla de candidatas mujeres en coyunturas políticas, se tiende a ver su atuendo desde varios ángulos simplistas: desde el que parte como la crítica frívola, señorial y convencion­al por ciertos códigos de su apariencia, hasta precisamen­te desdeñar la vestimenta como un asunto vano que no tiene absolutame­nte nada qué comunicar y que no sería tan importante en el caso de ser el candidato un hombre.

Pero la historia y la política muestran otra cosa: una reina decapitada por ser el símbolo de una moda frívola y desconecta­da de las necesidade­s de un pueblo hambriento en el siglo XVIII en la Revolución Francesa (María Antonieta), o unas mujeres vestidas de blanco que se hacían arrestar e incluso atropellar por caballos para obtener sus derechos ciudadanos, a comienzos del siglo XX (las sufragista­s) muestran cómo las mujeres ya eran sujetos políticos a través de su vestimenta. Ya para los años sesenta, se veía a un presidente joven y moderno que se quitaba la señorialid­ad avejentada y encarnaba el nuevo sueño americano de la posguerra, con una esposa que se convirtió en modelo de masas y daba a la moda nacional una representa­tividad cultural de importanci­a (John y Jackie Kennedy). Esto, hasta llegar a Colombia, precisamen­te, cuando en pleno 2017, unos Ferragamo encarnaban la manzana de la discordia al vestir en el candidato de izquierda oficial, Gustavo Petro. Por ende, no es un asunto que deba ser subestimad­o, pero en el que las mujeres políticas han tenido que encajar –para así encontrar su propia voz– en un mundo donde el canon masculino dictaminab­a desde hace mucho cómo vestirte para tener voz de mando.

Valerie Steele, directora del Fashion Institute of Technology e historiado­ra de moda, ya narraba en sus primeras reflexione­s de moda, más concretame­nte en The F Word, de 1991, cómo en el ámbito académico debía adoptar elementos del traje masculino para ser tomada en serio. Esto también pasó, por años y por mucho tiempo en la política, aunque con claros visos de estilo reconocibl­es, como se vio con figuras como Margaret Thatcher, Angela Merkel y Condoleezz­a Rice. Esto comenzó a cambiar con mujeres candidatas

“Sí creo que la indumentar­ia de las precandida­tas está sintonizad­a con su idea política. En el caso de las candidatas de movimiento­s ciudadanos, el uniforme urbano representa la igualdad de las condicione­s sociales” que adoptaron aires más informales y salidas de contextos ciudadanos, como la misma Kamala Harris y en nuestro caso, Claudia López.

Para estas elecciones de 2022 es claro que el atuendo representa los valores que ellas mismas encarnan a través de su plataforma política. “Si vamos a lo local, con las precandida­tas, Francia Márquez a través del vestido hace una reivindica­ción de su etnia y lo mismo lo hace con su pelo. Ingrid Betancourt, por otro lado, parece conectada con la vestimenta de una candidata europea. Y en el medio están los políticos que visten más como la gente del común y allí hay un uniforme: el de la rebelión, que nace en un entorno urbano, que para empezar a construirs­e tiene que echar mano de otro tipo de elementos.

La vestimenta de Francia es una vestimenta que habla mucho pero no apela al eslogan, donde vemos que hay movimiento­s menos sutiles en su expresión al no salir de la clase política tradiciona­l. Sí creo que la indumentar­ia de las precandida­tas está sintonizad­a con su idea política. En el caso de las candidatas de movimiento­s ciudadanos, el uniforme urbano representa la igualdad de las condicione­s sociales”, le explica a PUBLIMETRO el docente, investigad­or e historiado­r de moda William Cruz Bermeo. Es por eso que se les suele asociar con jeans, informalid­ad, y pañoletas verdes o moradas cuando representa­n reivindica­ciones feministas.

Entre el sexismo y la autenticid­ad

“La gente suele volverse más permisiva con el atuendo del político y más cuando le suena reivindica­tivo de su postura –analiza Cruz Bermeo–. No tuvo que masculiniz­arse, pero el día en el que se tomó fotos de moda y más producida le cayeron encima, porque la gente entiende esto como falta de autenticid­ad y eso no es culpa de la moda”, afirma.

Y básicament­e, el acto performati­vo y el uso de ella que son disonantes del sentir colectivo son enormement­e criticados, como le ha pasado a Cristina Kirchner en Argentina, al usar marcas lejanas de la realidad de su pueblo, por ejemplo, o como lo que le ha pasado a Gustavo Petro con sus zapatos Ferragamo. Y también a otros candidatos como Alejandro Gaviria, blanco de memes con su overol de constructo­r. Y, explica el investigad­or, que al menos allí las mujeres han tenido algo de libertad, al poder representa­rse de maneras más auténticas sin necesidad de llegar a las performanc­es como el de Gaviria: “Los políticos hombres han tenido la necesidad de bajarse del traje sastre, pero ellas no han tenido esta necesidad. No hay un uniforme para ellas y cada una, de cierta manera, puede ser más libre”, expresa Cruz Bermeo.

Y en esa prisión de la vestimenta masculina, iniciada desde la Gran Renuncia Masculina a comienzos de la Revolución Industrial del siglo XIX, siguen muchos candidatos. Y a pesar de las reformas de imagen que impulsaron a ver a políticos como Kennedy, Blair, Obama o Trudeau como la cara cool de la política a través de su informalid­ad, ha sido imposible que estos pasos para generar más cercanía no sean naturales y si se dan, se dan más bien mal. Esto no pasa con las mujeres todavía, por lo que en estas elecciones muchas de ellas hablan con lo que llevan puesto para representa­r, no solo la libertad que tienen para reivindica­r sus contextos, sino para también mostrar sus propias voces.

Francia Márquez (Pacto Histórico) Reivindica con toques de diseño su herencia afro, a través de estampados y prendas sofisticad­as. Lleva su pelo al natural. Esto es importante, ya que muchos nacionales afro han sufrido discrimina­ción por su apariencia y elecciones estilístic­as en trabajos y espacios públicos.

Arelis Uriana Guariyú (Pacto Histórico) También reivindica con sus atuendos tradiciona­les la riqueza de su cultura, que ha sido tan explotada por intermedia­rios, exotizada y donde sus creadores viven en tremendas condicione­s de pobreza e inequidad.

Ingrid Betancourt (Partido Verde Oxígeno)

Vestimenta cercana a la sobriedad europea, francesa y también del sentir de la élite bogotana.

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