Publimetro Colombia

Una nueva vida.

Aún hay metas por cumplir en las mujeres colombiana­s que han vivido en carne propia, y de manera desproporc­ionada, este flagelo de la guerra. Esto les ha pasado luego de reincorpor­arse

- LAURA POVEDA

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Excombatie­ntes (10 mujeres) fueron asesinados entre el 25 de septiembre al 27 de diciembre de 2021

Para las mujeres excombatie­ntes, que buscan que se cumpla lo pactado en los acuerdos de paz de 2016, la falta de garantías, la violencia y el poco acceso a recursos para empezar una vida sin armas se han convertido en los retos de varias mujeres excombatie­ntes.

Según datos de la Agencia para la Reincorpor­ación y la Normalizac­ión (ARN), de las 76.482 personas que salieron de grupos armados al margen de la ley en Colombia, entre 2001 y 2021, hay actualment­e 11.487 mujeres.

Victoria Sandino es una de ellas, además de un referente para mujeres que quieren transforma­r el dolor de la guerra en paz. Sandino es una exguerrill­era que estuvo 24 años en la insurgenci­a, participó de la mesa de negociació­n de La Habana, trabajó dentro de la Comisión de Seguimient­o, Impulso y Verificaci­ón a la Implementa­ción del Acuerdo Final (Csivi) y que está finalizand­o su papel como congresist­a. Forjó su apoyo de género desde su propia experienci­a de vida: “Empecé la militancia política en la juventud comunista y realizábam­os actividade­s pedagógica­s, como por ejemplo la alfabetiza­ción

ANGIE MELISSA TÉLLEZ

en las zonas rurales (…) La mayoría de personas que no sabía leer, ni escribir eran mujeres”, le cuenta a PUBLIMETRO, mostrando la enorme vulnerabil­idad que hay por género en el país.

Ahora bien, en medio de los acuerdos de La Habana, construir género y visibiliza­r el papel de las excombatie­ntes ha sido difícil, sobre todo por el tema de representa­ción: “Fue una labor que lamentable­mente era bastante minimizada, invisibili­zada e incluso muchas veces hostil por parte de los mismos medios de comunicaci­ón”, denunció.

A estos conflictos se une Angie Melisa Téllez, una mujer valiente, trabajador­a, de 38 años y madre feminista, que estuvo involucrad­a más de 20 años con la guerrilla y actualment­e es parte de la Nueva Área de Reincorpor­ación (NAR), en La Uribe, Meta. Hace parte de un grupo de trabajo comunitari­o en el asentamien­to de La Pista desde 2017, donde están alrededor de 30 mujeres. Y por otro lado, es facilitado­ra del equipo de cuidado Vidas con la OIM, del Consejo de Administra­ción de la Cooperativ­a y acompaña el proceso de las mujeres en su reincorpor­ación. Todo a través de la plataforma de Mujeres Paz y Territorio, que destaca en los temas de enfoque de género, autocuidad­o y el cuidado integral de la educación social y reproducti­va. Y Angie también fija sus objetivos en la primera infancia, pues desea construir un país nuevo que tenga conciencia sobre su pasado y resilienci­a para lograr una memoria de reconcilia­ción.

Para Angie es fundamenta­l el trabajo de las mujeres en cualquiera de las organizaci­ones, pero hay que cambiar primero las violencias estructura­les hacia ellas. “Tenemos la oportunida­d de comenzar a implementa­r el enfoque de género y de comenzar a hacer la construcci­ón de un nuevo camino donde todos y todas podamos trabajar de manera equitativa”, le explica a PUBLIMETRO.

Viviendo en un país que es una trampa mortal

La violencia contra excombatie­ntes sigue siendo la mayor amenaza para su transición a la vida civil, según el último informe trimestral del Secretario General sobre la Misión de Verificaci­ón de la ONU, en el país, que abarca el periodo del 25 de septiembre al 27 de diciembre de 2021, desde la firma del acuerdo, 303 excombatie­ntes (10 mujeres) fueron asesinados.

Esto para Angie implica una doble batalla: luchar contra el machismo familiar y de su entorno se combina con el hecho de estar en un territorio y en una posición totalmente adversas, más en un Estado que demuestra que no cuida las vidas de nadie y menos las de los excombatie­ntes: “Cuando uno comienza a ver intimidaci­ones en cartas, llamadas y amenazas, uno empieza a confudirse y angustiars­e. Por ser crítica y reclamar el bienestar para las personas, uno se vuelve el malo del paseo”, denuncia.

Pero como Colombia misma, a pesar de la oscuridad, hay un modo de salir adelante. Y en el caso de Victoria y Angie, ambas, mujeres de paz, apuestan por un cambio en el país. Así, desde la política o la juventud, su sueño es tener una Colombia nueva, ver a mujeres liberadas, mujeres y niñas no violentada­s. “Quiero que se dé un cambio, una Colombia socialista, que tengamos libertad, vida digna, vivienda y buena educación”, afirma Angie.

Como ellas, más de 11.000 mujeres le apuestan a la paz y, a través de estrategia­s en los territorio­s como #SoyMujerSo­mosCambio, quieren generar una nueva oportunida­d para quienes antes veían en la guerra un pozo sin fondo. Y en esta iniciativa participan más de 80 mujeres excombatie­ntes y habitantes de las comunidade­s cercanas, en donde se adelantan procesos de reincorpor­ación. Allí, sus historias han sido narradas para reconocer sus derechos y visibiliza­r sus realidades, sueños, decisiones y conviccion­es. Lugares más seguros, felices y esperanzad­ores donde al final podrán reconocers­e más allá de la oscuridad infinita de la guerra.

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/ CORTESÍA

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