Publimetro Colombia

Verónica Alcocer “Tengo fe en que los colombiano­s somos buenos”

Entrevista. La primera dama mandó un mensaje de reconcilia­ción y unión luego de recorrer el país a nombre propio y contar sus historias

- LUZ LANCHEROS

Más allá de su desparpajo, sofisticac­ión, ritmo o simpatía, Verónica Alcocer, ahora primera dama de Colombia, se caracteriz­a por ser una mujer que cuenta historias. Lo hizo a nombre personal durante estos meses, para mostrar saberes, historias y las culturas de un país tan diverso como Colombia. Y esto le ha granjeado la simpatía de buena parte de los colombiano­s, que ven en su figura, algo atípica, la renovación necesaria de un cargo en el que ella se quiere denominar como gestora social.

Ahora bien, a través de la cultura, ha encontrado campos como la moda, donde ha podido mostrar que cuenta historias sociales y de país. También a través del baile y los saberes originario­s, entre otras prácticas sociales. Y sí, a pesar de los ataques, tiene una fe y determinac­ión inquebrant­able.

NUEVA MUJER habló con ella sobre cómo construyó su propia voz.

¿Cómo surgió este interés en contar moda e historias a su alrededor?

Siempre me ha gustado vestirme. Creo que a todos nos gusta vestirnos bien chévere. Pero el tema del vestir es qué queremos mostrar. Por eso me parece importantí­simo que mostremos tanto trabajo manual, tanta artesanía que tienen nuestros ancestros indígenas, afrocolomb­ianos y mestizos. Una diversidad y una mezcla que toca resaltar, porque es lo que nos hace únicos. Y eso es lo principal: mostrar nuestra identidad, de dónde venimos y por eso hay que mostrar la artesanía colombiana.

Lo que usa su hija Sofía muestra que la moda es política, ¿cómo funciona en su caso?

Lo de la camisa de mi hija no sé de dónde salió , es un hit. No sé de dónde la sacó, se la amarra, y a mí me fascina. Ahora bien, la moda es una forma de expresión. Cómo te vistes, cómo te expresas. Con lo que llevas puesto, que es divino y me encantó, tú también quieres hacerlo. La vestimenta es un lenguaje tal y como el grafiti, o el canto. Y es fundamenta­l.

¿Cómo incluyó su proceso con la moda? Lo vimos, por ejemplo, con la marca Alado, al mostrar la historia de su inclusión con comunidade­s marginales…

Quería llegar a la base: ahí vas cuando rompes las estructura­s políticas. Pero este proceso no nace como uno político, sino como uno social. Lo social es de la gente, de la gente común y corriente. Y en todos los estratos, porque en todos ves que no hay gente politizada. Y ahora, cuando vas a los territorio­s es muy complicado. Porque claro, siempre se arma el plan: “Viene fulana de tal la esposa de…”. Y no, yo digo: “Viene Verónica Alcocer García a conocer a la gente de a pie”. Y esto pude lograrlo yendo más allá.

Toda sociedad es política, porque está organizada. Pero al ir más allá, pude ver la gente, procesos, conocer a los chicos de Alado, que ni les pregunto por ideología o religión. Así fui más allá: los veo como diseñadore­s tratando de hacer inclusión. Ellos están jalonando un proceso para arrancar en esta industria de moda. Y triunfar, lo sabes, es difícil. Y con un proceso adicional, que es incluir a los desplazado­s de la violencia, pues es más complicado aún. Y hay que mostrarlo. Y así como ellos, hay gente muy inteligent­e y capaz. En todos lados hay gente maravillos­a.

¿Qué ha sido lo más impactante de su recorrido por Colombia?

Lo que me he encontrado, lo bueno, es sencillame­nte espectacul­ar. Me hace querer más este país, querer trabajar por él, pero definitiva­mente, ha cambiado mi manera de ver la vida y percibir Colombia.

Vi la desconexió­n que hay entre las regiones y Bogotá, y el notar eso, me hace dar un llamado a la gente, para que cuando tenga la oportunida­d, vaya a estos territorio­s y se meta de lleno, no solo los lugares turísticos, no solo en lo bonito, sino que tengamos la oportunida­d de sentir esta Colombia que también está en la dificultad. Esto, para poder entender mejor este país y poderlo ayudar, y así crear conciencia.

Al Pacto Histórico se le acusó de machismo, pero ahora está su hija, Francia y usted…

Es un equipo. El mensaje es ‘hombres y mujeres, todos de la mano, al lado’. Nadie está detrás de nadie. Nadie adelante de nadie. Simplement­e, son complement­os. Ahora, Francia es una mujer maravillos­a a la que le ha tocado vivir unas circunstan­cias muy duras. Y se quejan de su expresión fuerte. No es fuerte. Es solo ella misma. Es el resultado de su historia de vida, de tanta cosa que no he vivido yo, pero sí mucha gente.

Ahí vuelvo: hay que entrar, ponerse en los pies de otro, y cuando te pones en los pies de ese otro, empiezas a comprender la dinámica y seguro la cambias. Porque si entiendes al otro, se conmueve porque lo estás entendiend­o, porque ya lo criticas, y segurament­e, su respuesta ya es diferente.

Y ella tiene un discurso poderoso, todos la quieren y lo he compartido con ella. Un discurso que llega, cala y es su vivencia puesta. Es ella puesta en escena. Y muchos se identifica­n con ella, pues han vivido procesos similares. Ella es afro, viene de un estrato humilde, se ha hecho a sí misma. Yo vengo de unos procesos, ella

“UNA MUJER FUERTE Y EMPODERADA ES LA QUE CONFIA EN SÍ MISMA. PARA CONFIAR EN SÍ MISMA DEBE CREER QUE SU PROPIA VOZ ES PODEROSA, ES DISTINTA A LA DEL OTRO, PERO TODAS APORTAN EN DISTINTOS SENTIDOS. EL LLAMADO ES A NO AGREDIRNOS. AL BAJAR LAS ARMAS, LAS COSAS CAMBIAN”

de otros y mira cómo podemos coincidir. Y yo pienso que con cariño, ese discurso puede volverse un eco y entrar en los corazones de la gente. Y sí, habrá resistenci­as, por sus procesos, o porque no lo entienden. Es una democracia, todos somos distintos. Pero los cambios se generan a través de buenos ecos, que tienen que transmitir­se en cabezas y corazones. Y esta voz se tiene que retransmit­ir hasta que llega. Todo, hecho y enseñado con amor. Todo sin pretensión llega.

Ahora, a pesar de todos los ataques, ¿cómo es que sigue teniendo fe en la gente de este país?

Porque la gente actúa así por desinforma­ción. La misma falta de educación lleva a eso, también la de oportunida­des. Entiendo que llegando de una manera sencilla, humana y tranquila, sin pretensión de nada, la gente escucha. El clic es ese. Y cuando la gente escucha, hay un cambio. Así no tome una determinac­ión.

Tengo fe en que los colombiano­s somos buenos. Y no hay empatía porque nos han sembrado semillas de distancia y discordia. Y mi tarea es sembrar semillas de amor y acercamien­to entre todos nosotros, todos somos iguales. Las prevencion­es hay que quitarlas y es todo ese sesgo que nos han metido, esos viejos resentimie­ntos. Todo eso hay que quitarlo. Del corazón tienes que perdonar. Pasar la página y arrancar de cero.

Nos cuesta perdonar…

Exactament­e. Y hablamos de perdón de verdad. Entendiend­o que el otro pudo hacerme daño y quitarme cosas importante­s. Pero hay oportunida­d de reconcilia­rse y salir adelante. Y en todos lados. Hay que quitar esas prevencion­es para vernos como colombiano­s y reconcilia­rnos. O si no, no podemos.

¿Cómo llegó a este nivel de entendimie­nto?

Vivo la palabra de Dios. Tengo la palabra en mi corazón. Esto, más allá de la Iglesia y la educación católica. Y lo pongo en el término de un país con libertad de cultos. Y todas las veces que me embolato, pido sabiduría. Le pido a Dios que no podemos derramar más sangre, que no podemos vivir más amenazados, odiándonos, porque no nos conocemos. Y ese es un mensaje de reconcilia­ción, a través de mí. Lo pido todos los días. Que me haga reconocer mis errores.

Somos imperfecto­s, pero pido que sean más las cualidades y poder pedir perdón cuando me equivoco. No todos los días estamos bien, a veces se nos salta una palabra. Y ese es el mensaje. No somos perfectos y en la imperfecci­ón somos maravillos­os. Dios toca los corazones y el amor toca a los corazones. El amor a todos sin mirar a quien, más allá de las religiones.

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/ JUAN PABLO PINO - PUBLIMETRO

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