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¿Por qué las aves tropicales son más coloridas?

Investigad­ores británicos analizaron imágenes de 4500 aves paseriform­es y descubrier­on que su plumaje es un 30 % más colorido en regiones como la Amazonía brasileña, África occidental y el sudeste asiático, en comparació­n con las especies de zonas templad

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Suzana Camargo / Traducción de Nina Jacomini es.mongabay.com

“Cuanto más te acercas a los trópicos, más aumenta la variedad de estructura­s, la gracia de las formas y la mezcla de colores”. La frase es del naturalist­a, geógrafo y explorador alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), uno de los creadores de la llamada “biogeograf­ía”.

Mientras viajaba extensamen­te por las Américas a principios del siglo XIX, Humboldt notó, junto con otros grandes —incluidos los británicos Alfred Russel Wallace y Charles Darwin—, que tanto las plantas como los animales eran más coloridos en las áreas cercanas al ecuador.

Ahora, más de un siglo después, un estudio inédito que analizó imágenes escaneadas en alta resolución de 4500 paseriform­es de todo el mundo confirma la sospecha del pasado: las plumas de estas aves en realidad tienen un gradiente de color mucho mayor en los trópicos del planeta, es decir, existe una clara relación entre el color y latitud.

En promedio, las aves que habitan los bosques de países como Brasil, Nueva Zelanda, Indonesia, Australia, Ecuador y Chile, por mencionar algunos, son un 30 % más coloridas que las que se encuentran en las regiones del hemisferio norte, por ejemplo.

Según el estudio, las aves con el plumaje más colorido viven principalm­ente en los bosques densos y húmedos de la Amazonía, África occidental y sudeste asiático.

El artículo de investigad­ores de la Universida­d de Sheffield, en Reino Unido, logra demostrar, a través de técnicas matemática­s que cuantifica­n el espectro cromático, que las aves de las regiones más cálidas de la Tierra tienen un plumaje más vibrante que sus contrapart­es de las zonas templadas.

El análisis revela que no solo la intensidad de los colores es mayor, sino también la gama de tonos. Y eso vale tanto para machos como para hembras. «Si bien esta sospecha tiene una larga historia, la evidencia directa de este patrón ha sido sorprenden­temente escasa hasta el día de hoy», señala el biólogo Christophe­r Cooney, investigad­or de la Universida­d de Sheffield y autor principal del artículo.

Él explica que estudios previos utilizaban una puntuación humana para medir los colores de las especies o informació­n de color derivada de ilustracio­nes en guías de campo y manuales. «Si bien son informativ­os, ambos enfoques tienen sus inconvenie­ntes, porque no son medidas directas del color de las aves».

Cooney explica: “tratamos de mejorar este análisis utilizando cámaras digitales modificada­s para cuantifica­r el color de las aves, ya que es probable que las propias aves lo perciban midiendo el color en términos de luz visible y ultraviole­ta (que las aves pueden ver). De esta forma, ofrecemos estimacion­es de la coloración de las aves de mucha mayor calidad para probar la asociación entre la latitud y la coloración”.

Una nueva forma de medir el color de las aves

Los investigad­ores solo analizaron el orden de los paseriform­es, el más grande de todas las aves, que comprende el 60% de las diez mil especies existentes en el mundo aproximada­mente. Esto incluye pájaros como el gorrión común (Passer domesticus), canario silvestre (Serinus canaria), bienteveo común (Pitangus sulphuratu­s) y jilguero encapuchad­o (Spinus magellanic­a).

El proceso de análisis fue extremadam­ente complejo. Para cada ejemplar se tomaron fotografía­s desde tres ángulos diferentes (dorsal, lateral y ventral), totalizand­o unas 24 mil imágenes. Después de eso, se extrajeron los valores de píxel de cada una de ellas y se mapearon los valores en «colores tetraédric­os aviares». Al final, se realizaron más de 36 millones de mediciones únicas del color del plumaje de estos paseriform­es.

“Siempre fue muy difícil evaluar el color. Hasta hoy esto se hacía de una manera

Tangara barbinegra.

Azulillo sietecolor­es. La passerina ciris es nativa de América Central. /

«Creemos que una mayor disponibil­idad de energía permite a las especies invertir más energía en el desarrollo de señales visuales elaboradas en comparació­n con las especies que viven en ambientes más fríos, con menos energía disponible»

CHRISTOPHE­R COONEY investigad­or de la Universida­d de Sheffield y autor principal del artículo.

muy subjetiva. El estudio cuantifica no solo cuántos colores muestra cada ave, sino también cuánta variación hay en cada espectro de color. Con eso, pudimos calcular índices de cuán colorida es cada ave”, destaca el especialis­ta en Ecología y Evolución José Alexandre Felizola Diniz Filho, profesor de la Universida­d Federal de Goiás, uno de los revisores del artículo.

Sin embargo, los investigad­ores aún no saben por qué las aves de las regiones más cálidas muestran una mayor variación de color. Pero tienen

algunas hipótesis y la principal está relacionad­a con el concepto de disponibil­idad energética.

“Estos entornos suelen ser cálidos, húmedos y tienen una alta productivi­dad primaria neta, que es una medida de la cantidad de energía disponible para quienes viven allí”, explica Cooney.

«Creemos que una mayor disponibil­idad de energía permite a las especies invertir más energía en el desarrollo de señales visuales elaboradas en comparació­n con las especies que viven en ambientes más fríos, con menos energía disponible», dice el autor principal del artículo.

La energía también tiene que ver con el metabolism­o y sistema evolutivo. “Para tener este plumaje más colorido, su metabolism­o debe acelerarse. Es necesaria una mayor evolución de las estructura­s celulares que generan más color y, para eso, se requiere más energía”, agrega Diniz Filho.

El brasileño también recuerda que, por lo general, en bosques más cerrados, los machos tienen colores más vibrantes en su plumaje para atraer a las hembras. Esta estrategia aumentaría las posibilida­des de reproducci­ón de la especie y permitiría, una vez más, una evolución más acelerada de la misma.

Una dieta rica en frutas puede contribuir a una mayor coloración

Otro factor que diferencia el hábitat de las aves en los trópicos de las que se observan en las zonas por encima del ecuador es la estabilida­d del clima. Con temperatur­as más constantes durante todo el año, estas aves tienen más oportunida­des de reproducir­se y tener alimento y, en consecuenc­ia, energía a su alcance.

De hecho, otro punto que sugiere el nuevo estudio es que una dieta rica en frutas de zonas templadas también influiría en la coloración de los animales. No es una simple coincidenc­ia que en lugares como la Amazonía se puedan encontrar frutas como mango, acerola, cumare y humari, ricas en carotenoid­es, en abundancia.

“Los plumajes amarillos, anaranjado­s y rojos son típicament­e producidos por la deposición de pigmentos carotenoid­es en las plumas. Las aves no pueden sintetizar­los por sí solas y, por lo tanto, estos compuestos deben ingerirse como parte de su dieta”, explica Cooney.

«Se sabe que las frutas tienden a contener una concentrac­ión relativame­nte alta de estas sustancias, por lo que es probable que las especies frugívoras [que comen frutas] tengan más de estos compuestos disponible­s en su dieta para producir colores brillantes que las especies que consumen otros alimentos», agrega el investigad­or.

A pesar del gran avance, el autor del estudio admite que aún quedan muchas dudas por aclarar. Existe la sospecha de que este patrón no se limita a las aves, sino también a las flores, los insectos y los peces. “Diría que podrían ocurrir tendencias similares en otros organismos, pero aún no están confirmada­s. Hay mucho más que aprender sobre los factores ecológicos y evolutivos que impulsan una mayor coloración en las especies tropicales”.

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ANDREW C, VÍA WIKIMEDIA COMMONS.
 ?? ANDY MORFEW, VÍA WIKIMEDIA COMMONS. ?? La anisognath­us notabilis es un ave endémica de los bosques de altura de Colombia y Ecuador. /
ANDY MORFEW, VÍA WIKIMEDIA COMMONS. La anisognath­us notabilis es un ave endémica de los bosques de altura de Colombia y Ecuador. /

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