Publimetro Colombia

Lorenz Manker

Candidato a doctor en el Laboratori­o de Procesamie­nto Sostenible y Catalítico de la École Polytechni­que Fédérale de Lausanne, Suiza

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¿Por qué es tan necesario desarrolla­r polímeros degradable­s o reciclable­s?

La mayoría de los plásticos que existen actualment­e en el mercado, como los que se encuentran en el supermerca­do, no son degradable­s y tardan cientos de años en descompone­rse en un vertedero o en el medioambie­nte.

El plástico, que inevitable­mente acaba en el medioambie­nte, está teniendo un efecto devastador en los ecosistema­s del mundo y en la salud humana. Millones de animales mueren cada año a causa de la contaminac­ión por plástico por ingestión o por enredarse en él. Además, con el tiempo, el plástico se rompe en pequeños trozos por la erosión y acabamos teniendo microplást­icos que se transporta­n muy fácilmente y acaban en todo el mundo. Se han encontrado microplást­icos en la cima del Monte Everest, en la Fosa de las Marianas, en las gotas de lluvia, en los alimentos que se consumen y ahora, incluso, en la sangre humana.

Al crear plásticos degradable­s, podemos ayudar a evitar esta acumulació­n en el medioambie­nte. Sin embargo, ‘degradable’ es un término muy relativo. Necesitamo­s plásticos que se degraden en componente­s no tóxicos, en periodos de tiempo relativame­nte cortos (de meses a años), en una amplia variedad de condicione­s naturales, sin formar microplást­icos, y que sigan siendo útiles. Algo bastante difícil de lograr. Con el plástico que hemos desarrolla­do en el LPDC, nos estamos acercando a este punto dulce de ser un plástico de alto rendimient­o y a la vez degradable. Sin embargo, aún nos queda trabajo por hacer para garantizar que el plástico no tenga efectos negativos cuando se descompong­a en el medio ambiente.

¿De qué está hecho este nuevo plástico?

El principal componente del PAX es la xilosa, el segundo azúcar más abundante del planeta, y que está presente en casi todos los materiales vegetales.

El segundo componente es el ácido glioxílico, que es una pequeña molécula presente en las vías metabólica­s de las plantas y otros organismos. El ácido glioxílico se obtiene actualment­e del petróleo, pero las empresas están trabajando para producirlo directamen­te a partir del CO2.

El último componente del plástico es el dial cohol, que muchas grandes empresas producen ahora de forma renovable mediante la fermentaci­ón de azúcares.

Cada uno de estos componente­s es fácilmente biodegrada­ble y no es tóxico. Hemos demostrado que nuestro plástico acaba descomponi­éndose en estas moléculas en el agua. Solo tenemos que asegurarno­s de que las combinacio­nes de estas moléculas pegadas” antes de que se descompong­an por completo tampoco sean tóxicas.

¿Cómo es posible?

Por la química. Al combinar este azúcar, la xilosa, con el ingredient­e mágico, el ácido glioxílico, podemos hacer que el azúcar tenga muchas propiedade­s diferentes. Básicament­e, colocamos grupos pegajosos en ambos lados de las moléculas de azúcar, lo que les permite actuar como bloques de construcci­ón de plásticos. Los grupos pegajosos son como las clavijas y los agujeros de los Legos, que permiten combinarlo­s para montar estructura­s. Además, estos grupos pegajosos protegen el azúcar haciéndolo estable a altas temperatur­as (más o menos la temperatur­a de su horno, 220) lo que nos permite cocinar el plástico en su estado fundido.

¿Cuál es el futuro de este nuevo material y podríamos verlo pronto en el mercado?

La tecnología desarrolla­da por nuestro laboratori­o ha sido licenciada por la empresa derivada de nuestro laboratori­o, Bloom Biorenewab­les. Están en proceso de escalar la tecnología y enviar muestras a varios clientes comerciale­s para que las prueben y vean si están interesado­s en utilizarla en sus productos. Sin embargo, es probable que aún falten algunos años para verlo en las estantería­s.

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