Olas de calor también presionarán a las economías del mundo
Además de la guerra en Ucrania y el covid-19, el calor extremo también será un factor clave en la economía global
Las temperaturas récord que se registran en varios países europeos y en Estados Unidos revelan una realidad global: además del castigo personal que representa, el calor también tiene importantes repercusiones en la economía.
Para Derek Lemoine, profesor asociado de Economía de la Universidad de Arizona, y quien ha estudiado la vinculación del cambio climático y la economía global, existen cuatro grandes formas en las que el calor extremo perjudica a la economía.
La primera es que el calor extremo puede dañar directamente el crecimiento económico: “Por ejemplo, un estudio de 2018 encontró que las economías de los estados de Estados Unidos tienden a crecer a un ritmo más lento durante los veranos relativamente calientes. Los datos muestran que el crecimiento económico anual cae entre 0,15 y 0,25 puntos porcentuales por cada grado Fahrenheit (0,56 ºC) que la temperatura media de verano de un estado está por encima de lo normal”, explica Lemoine.
Ejemplo de esta situación son los empleados de las industrias al aire libre: “Los trabajadores de la construcción trabajan menos horas cuando hace más calor. Pero el aumento de las temperaturas también reduce el crecimiento en muchas industrias que suelen implicar trabajo en interiores, como el comercio minorista, los servicios y las finanzas. Los trabajadores son menos productivos cuando hace más calor”, añade el especialista.
Otra consecuencia es que el rendimiento de los cultivos disminuye: “La agricultura está obviamente expuesta al clima. Mientras que las temperaturas de entre 85 ºF y 90 ºF (29-32 ºC) pueden beneficiar el crecimiento de los cultivos, los rendimientos caen bruscamente cuando los termostatos suben más. Algunos de los cultivos que pueden verse afectados por el calor extremo son el maíz, la soya y el algodón. Estas reducciones de rendimiento podrían ser costosas para la agricultura”.
Además, en épocas de calor extremo, el uso de la energía se dispara: “Por supuesto, cuando hace calor, las personas y las empresas ponen en marcha sus aires acondicionados y otros equipos de refrigeración. Este aumento del uso de la electricidad en los días calurosos pone a prueba las redes eléctricas justo cuando la gente más depende de ellas, como se vio en California y Texas durante las pasadas olas de calor”.
Finalmente, Lemoine explica que también existen daños a largo plazo, como ocurre con la capacidad de aprendizaje de los niños, y por tanto a sus ingresos futuros.
“Las investigaciones han demostrado que el clima caluroso durante el año escolar reduce los resultados de los exámenes. Las puntuaciones en matemáticas disminuyen cada vez más a medida que la temperatura supera los 21 ºC (70 ºF). Las puntuaciones en lectura son más resistentes a las altas temperaturas, lo que, según esta investigación, es coherente con la forma en que las diferentes regiones del cerebro responden al calor”, añade el especialista.
“Aunque se ha demostrado que las olas de calor inducen a un mayor número de hogares a instalar aire acondicionado, no es la panacea. Para 2100, el mayor uso del aire acondicionado podría aumentar el consumo de energía residencial en el 83% a nivel mundial. Si esa energía procede de los combustibles fósiles, podría acabar amplificando las olas de calor que provocan la mayor demanda en primer lugar. En otras palabras, a medida que aumenten las temperaturas, las economías seguirán sufriendo”, concluye.
“Se está convirtiendo en una crisis existencial para la humanidad: es vital actuar y hacerlo con mucha más fuerza de lo que se ha hecho hasta ahora. Las empresas de combustibles fósiles y su publicidad, a menudo falsa, y sus enormes suministros de dinero para presionar a los políticos son los villanos. Es importante presionar a través de la ONU y otros organismos”
KEVIN TRENBERTH Universidad de Auckland, Nueva Zelanda