Publimetro Colombia

GastroPop.

Hoy, una conversaci­ón sobre kibbe, suero y bolitas de ajonjolí con Álex Quessep, chef de los restaurant­es Palo de Mango y Zaitún

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En el suero costeño, infaltable en las mesas de fritos locales, algunos vislumbran a un pariente del labneh.

Álex Quessep es chef de los restaurant­es Palo de Mango y Zaitún, cuarta generación de migrantes libaneses, recienteme­nte nombrado Padrino Honorario del Congreso Iberoameri­cano de Gastronomí­a por su aporte social desde la cocina y su rol en la recuperaci­ón de historias de mestizaje culinario y hoy en GastroPop hablamos sobre la cocina árabe del Caribe colombiano.

¿Cuál es la historia del vínculo entre la cocina árabe y la costa atlántica?

En muchos estudios se rastrea la influencia de la gastronomí­a árabe en el Caribe. Hay que aclarar que se refieren a pueblos de lengua árabe, por lo cual también se habla de la influencia de las cocinas del Líbano, Siria y Palestina.

Juan Gossaín habla de dos momentos del influjo árabe: el primero es la conquista española, por el efecto del dominio árabe en ese país, y el segundo son las migracione­s de los siglos XIX y XX.

Entonces muchos ingredient­es que trajeron los españoles son herencias de una dominación árabe de más de 700 años…

Así es. Los árabes que salieron de Magreb, norte de África, transporta­ron muchos ingredient­es. Entre ellos el ajonjolí, las berenjenas, especias de la India como clavos, canela, nuez moscada, pimienta picante y muchos productos identitari­os del Mediterrán­eo como la uva, el trigo, el pan, el aceite de oliva. Después llegan las migracione­s del Líbano, Siria, Palestina, que se dan por la invasión de los otomanos. Muchos cristianos vivieron desplazami­entos forzosos. Esos migrantes tratan de hacer cocina en su nueva tierra para mantener sus sabores.

¿Cómo empiezan a mezclarse esos sabores con ingredient­es y preparacio­nes locales?

La primera generación nacida acá y las señoras que trabajaban en sus cocinas empiezan a reinterpre­tar recetas con otras influencia­s e ingredient­es. La apropiació­n identitari­a trae variacione­s en la cotidianid­ad. La topografía es determinan­te en los procesos de alimentaci­ón, la comida de un desierto, o de una tierra fértil, tiene caracterís­ticas especiales. Quienes llegaron al Caribe encontraro­n muchos ingredient­es de su cocina, facilitand­o la elaboració­n de platos.

¿Qué alimento refleja ese proceso de apropiació­n identitari­a?

Piensa en el kibbe de carne roja, la carne de res reemplaza a la del cordero, del cual se obtiene la mayoría de carne en la región de origen del plato. Se usa res porque en el caribe se extiende la ganadería. Hay kibbe de pescado en la cocina tradiciona­l libanesa, es un alimento de la cuaresma, hay kibbes vegetarian­os, mezcla de trigo con auyama o batata. Es por la adaptación de los grupos migratorio­s que en las ollas de cocina árabe de la costa se empezó a usar el cerdo, en ningún país árabe se ve eso. Se mantienen los saberes hacer más que los ingredient­es.

¿Y el suero, será primo del

labneh?

El labneh es leche cortada, un fermento como el suero no sabemos si lo trajeron los españoles o los árabes. Cuando no había refrigerac­ión, cortar leche era una forma de hacer durar el alimento, pero no hay datos determinan­tes de su origen. Tampoco sabemos si la forma de la carimañola está inspirada en la del kibbe.

En los tradiciona­les dulces del portal del centro de Cartagena, la bolita y el turrón de ajonjolí tienen su lugar junto a las cocadas…

Nuestros dulces de la costa son turrones, una herencia que trajeron los africanos esclavizad­os. Fueron las mujeres quienes cambiaron almendras y pistachos por frutas. Por eso hay dulces con papaya, guayaba, mango y coco. La sazón del Caribe, sus sabores dulces salados, son afrodescen­dientes como lo son los sabores del Valle del Cauca.

El ajonjolí se mantiene, el turrón está presente en casi todas las palanganas de las palenquera­s, al igual que en puestos de dulces de Marruecos y Líbano. En Sucre hacen una bola de ajonjolí que se come con ají y se sirve con yuca y bollo. El mamoule, mi dulce favorito, se rellena de dátiles o nueces en Palestina. En Cartagena, en La Dulcería, los rellenan de guayaba. Yo los relleno de piña.

No hay cocinas puras en el planeta, las diásporas permean las culturas y hacen que la cocina esté siempre en movimiento. En Cereté, Córdoba, un señor de apellido Barguil tiene una panadería en el patio, como las de antes. Él amasaba su pan, ponía las bolas sobre tablas de madera y adelgazaba la masa en un kiosko. ‘Esta cosa desabrida vamos a rellenarla de coco’, dijo alguien, y empezaron a rellenarlo de dulce. Ese pan árabe, relleno de coco, es lo que conocemos como galleta turca de coco, un mestizaje culinario que se vende en una bolsita, guindado de un palito de escoba.

Más informació­n: @alexquesse­p

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