Publimetro Medellin

CAPILLA MÓVIL: SENSACIÓN DE LA BIENAL DE ARQUITECTU­RA

La capilla del padre Felipe, que se convirtió en una guía espiritual desde hace 13 años, se llevó el premio de mejor arquitectu­ra interior y efímera en Cartagena. Esta es su historia

- ARIADNE AGAMEZ ariadne.agamez@publimetro.co

Se trata de un proyecto social que cumplirá 13 años en diciembre, pero que gracias a dos jóvenes arquitecto­s logró visibilida­d luego de hacer realidad el sueño del padre Felipe Escobar con la creación de la ‘Capilla móvil’, un proyecto que recienteme­nte fue premiado por la Bienal Colombiana de Arquitectu­ra y Urbanismo.

La historia de esta misión social se remonta al año 2005, cuando el padre Felipe Escobar Escobar decidió salir a las calles del centro de la ciudad para acompañar a los habitantes de calle cada martes de 8:00 p.m. a 1:00 a.m. Desde ese entonces estableció cinco paradas que son: Niquitao, parte alta por San Lorenzo y Niquitao cerca de la Oriental, la 40, la estación Prado Centro y la Avenida de Greiff.

“Salía en las noches a compartir con ellos el evangelio y en la avenida de Greiff tenía un intercambi­o de cuchillos, armas blancas y droga por comida y ropa. Muchos voluntario­s me dijeron que era riesgoso y por eso surgió la idea de crear una especie de capilla”, comentó el padre.

Con la ilusión de ‘armar’ la capilla, el padre Felipe buscó al obispo auxiliar monseñor Hugo Torres, quien le hizo pensar que era algo complejo por los costos, por el lugar en el que se iba a guardar y por la persona que debía hacerse responsabl­e. Así que el padre Felipe se desanimó un poco, pero no dejó de buscar opciones.

“Conseguí un tráiler de caballos, así que ahí llevaba los alimentos y el sonido para ponerles música y poder trabajar la parte espiritual, porque es la que me interesa más que la asistencia­lista”, dijo.

Con el paso del tiempo, una de las voluntaria­s que le ayudaba al padre le dijo que tenía un sobrino que era arquitecto y que le había gustado la idea de poder ayudarlo. “Me presentó a Tomás Vega y a su socio Camilo Ramírez, en esa oportunida­d me dijeron que sí era posible y que estaban dispuestos a desarrolla­r el proyecto”, agregó.

La móvil’ ‘Capilla

La idea que tenía el padre Felipe en un comienzo era de una capilla tradiciona­l. Sin embargo, los arquitecto­s le recomendar­on hacer una capilla moderna, segura y que tuviera suficiente espacio para trasladar todas las cosas que se necesitan para las jornadas.

“La capilla es un lugar de encuentro espiritual, la idea es compartir y aprender de ellos. De algún modo, todos somos habitantes de calle y llevamos un indigente adentro, porque todos tenemos miserias. Ellos son humanos, que tienen dignidad, que son hijos amados de Dios y cuyo su sufrimient­o tiene mucho que enseñarnos”, comentó.

El padre Felipe dice que esta es una capilla con ruedas que está saliendo a buscar a la gente. Así como lo pide el papa Francisco. “Es un lugar de oración, es como llevar paz a un lugar difícil. La capilla se llama Tienda del encuentro, porque se refiere a Exodo 33, donde el pueblo de Israel hacía tiendas de campaña para que se encontrara el pueblo con Dios”, explicó.

El proyecto

Camilo Ramírez, uno de los jóvenes arquitecto­s y director del área de Diseño de A5 Arquitectu­ra, comentó que se animaron en ayudar al padre Felipe por lo que significa su labor humanitari­a.

“Todos los que participar­on, lo hicieron de manera voluntaria. Los recursos fueron donados, los materiales y el conocimien­to. Nos pidió un espacio para darle el apoyo espiritual a las personas y para transporta­r los alimentos que se les ofrecen y lo logramos”, dijo Ramírez.

A partir de ahí se diseñó la capilla partiendo de una síntesis formal de una iglesia, así que la imagen es compacta y literal, para que la gente la reconozca como una iglesia, siendo un tráiler. “Tiene unas condicione­s ergonómica­s y de confort mínimas para la labor del padre. No está diseñada para llevar gente, es para que cuando está parqueada puedan utilizarla”, indicó.

El pasado octubre, la ‘Capilla móvil’ recibió en Cartagena el premio de la Bienal Colombiana de Arquitectu­ra en la categoría arquitectu­ra interior y efímera. “Es un proyecto muy atípico, que lo hicimos para ayudar y nos trajo satisfacci­ones personales y profesiona­les que nunca nos imaginamos”, reveló el arquitecto.

Los voluntario­s

Cada año se vinculan más personas a la misión. Voluntario­s que aportan los insumos necesarios para llevar el alimento, que se preparan para escuchar, abrazar y animar a tantas personas vulnerable­s que viven en situacione­s difíciles en la ciudad.

“Tenemos varias personas que me regalan los insumos. Unas monjas me hacen los panes, una señora me hace el chocolate y todo va llegando”, dijo el padre Felipe.

Enilce Vásquez Ruíz es voluntaria desde hace siete años, cuando uno de sus hijos estaba estudiando en el seminario y un profesor los invitó a la actividad que organizaba el padre.

“Desde niña siempre he visto que la labor de ayudar a la gente de la calle es muy bonita, por eso sentí que era el llamado en ese momento. Lo que hacemos es ir a varios sitios donde encontramo­s personas vulnerable­s; si hay niños jugamos con ellos, los abrazamos, les ponemos música; donde hay adultos los escuchamos y les damos palabras de aliento”, dijo Vásquez.

“La capilla es un lugar de encuentro espiritual, la idea es compartir y aprender de ellos. De algún modo todos somos habitantes de calle y llevamos un indigente adentro, porque todos tenemos miserias”

Felipe Escobar, padre y fundador de la ‘Capilla móvil’

La misión

Durante los casi 13 años que lleva el padre trabajando por la población vulnerable, dice que la enseñanza y el aprendizaj­e han sido para él. “Ellos son los que me ayudan a mí y aconsejan a los jóvenes. Ellos son personas buenas. Me gusta buscar la bondad de las personas, no mirarlos como desechable­s o enfermos, sino mirarlos como hermanos. En ellos descubro la carne de Cristo y que está Cristo vivo”, comentó el padre Felipe.

El padre afirma que el pan y el chocolate son los anzuelos que utilizan para atraerlos, porque su fin no es darles cosas materiales.

“Para mí es un problema las cosas materiales, porque ya no me buscan como un amigo o como un consejero espiritual, sino como un proveedor que les da cosas. Yo no reparto nada, pongo la capilla, rezo, los escucho y los abrazo”, explicó.

Según el padre, logran impactar a los vendedores ambulantes, indígenas, trabajador­as sexuales y a las personas en situación de calle.

“Cuando llegamos ponemos música espiritual, nos saludamos, leo el evangelio del domingo, hago una pequeña reflexión y les doy la bendición con el Santísimo. Mientras se hace el reparto yo hablo con ellos, los abrazo y los escucho”, agregó.

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|CORTESÍA A5 ARQUITECTU­RA
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