País paila
La corrida de ayer en Manizales no dio ni para el bostezo, dio para la pereza y la rabia. La ganadería caucana País Pamba no trajo un encierro, sino que dejó ver la mejor faceta de lo que es una mansada. Y sí que lo fue; los seis toros buscaron tablas, no embestían, sino que daban arreones, imposibles de torear y así se aguó la fiesta ayer.
La plaza tenía un marco encantador, pues era la corrida de la juventud en la que dos toreros colombianos y uno peruano torearon para demostrar las condiciones juveniles, pero no lo lograron. Los tendidos, con más de tres cuartos de entrada, solo dejaban ver su enojo en todos los arrastres de los toros... Pitos, pitos y más pitos. Bronca contra el ganadero porque ninguno de los ejemplares de ayer se dejó torear.
Antecedente
No es la primera vez que sucede un fiasco con esta ganadería como el de ayer en Manizales; hace dos años, en la tercera corrida, sucedió evento casi igual, cuando cinco, de los seis ejemplares de la tarde, demostraron que no estaban interesados en la lidia, sino en regresar a chiqueros. Román cortó dos orejas hace dos años; ayer, el público y los tres toreros salieron con las manos vacías.
Quizás entre las mayores tristezas de la tarde estuvo que el público se quedó sin ver ni conocer los recursos toreros de Joaquín Galdós. La mala suerte estuvo en los estoques con Juan de Castilla, quien acarició los trofeos, pero los perdió justo en el último esfuerzo.
Estéril
Luis Miguel Castrillón, el joven torero paisa de regreso en carteles de Manizales, tampoco pudo hacer gran cosa. Su lote buscó siempre la puerta de salida, nunca tuvieron fijeza y mucho mejor se conectaron para embestir con alegría. Y lo que sucedió con Castrillón prácticamente se repitió toda la tarde con animales que tenían una gran lámina, pero que desarrollada la corrida perdían sus cualidades para mostrar sus evidentes defectos.
Lo de ayer no habla precisamente de la mala suerte que pueden tener los toreros en la arena, sino la mala suerte del público al encontrarse con ganaderías que históricamente les dan más lamentos que alegrías.
Otro punto vergonzoso ayer fue el puntillero. No da para más.