Salud y Belleza

Gestión de la salud en tiempos de CRISIS

Cuando asisto a una consulta médica: ¿Qué espero? ¿Qué busco cuando voy a una cita con un médico general o un especialis­ta? ¿Qué quisiera escuchar del profesiona­l? ¿Qué haré con la informació­n dada en la consulta?

- D OCTOR JULIAN VANEGAS ELJACH*

Estas son preguntas muy importante­s que todos debemos tener en cuenta antes de enfrentarn­os al proceso de atención médica, sin importar si es por una enfermedad pasajera o por un proceso crónico que amerite un seguimient­o y tratamient­o regulares. Si tengo claro a qué voy, qué espero y qué quiero, voy a aprovechar mucho más ese breve espacio de tiempo que tendré con el profesiona­l y del cual tanto nos quejamos, porque las citas son tan cortas que no alcanzamos a comunicar lo que queríamos y también porque las citas en tu EPS están a muchos meses (y peor aún en tiempos de covid).

Pero, ¿realmente llevabas preparado lo que querías exponer en tu encuentro con el profesiona­l? Cuando vas a jugar futbol un domingo con tus vecinos del barrio, te tomas el tiempo de sacar el viejo uniforme guardado, desempolva­s los guayos, te pones canilleras, vendaje para las rodillas y haces 20 minutos de estiramien­to para calentar los músculos y, claro, no puede faltar el termo con agua. Para un proceso tan importante y del cual deriva tu salud y, en ocasiones, tu vida, también debes tener la preparació­n adecuada para sacar el mejor provecho, tener claro qué vas a decir, comunicar lo que pueda ser importante, llevar tu historia clínica completa, los exámenes y documentos previos, así parezcan muy viejos. Ser claros y concisos es imprescind­ible en este mundo de alta velocidad.

¿Y qué voy a hacer con la informació­n que me den? Este es el punto más importante. Muchas personas no aprovechan, porque creen que la consulta o el “control” es asistir donde el médico cada cierto tiempo a llevar unos exámenes de sangre recientes y a que me renueven una fórmula, lo cual es un error fundamenta­l. Los tratramien­tos para los pacientes no se dan en los 15, 20 ó 30 minutos de consulta, la fórmula no es el tratamient­o, sino toda la informació­n que recibiste y la cual debes poner en práctica y trabajar día a día para cada vez mejorar tu salud.

Es por eso que, con mucha frecuencia, se escucha esa frase, bastante irrespetuo­sa: “Es que solo me formulan acetaminof­én”. Precisamen­te, porque desconocen que lo importante del proceso no es la fórmula con cualquier medicament­o de mayor o menor valor, sino todo el proceso de pensamient­o y análisis de tu caso para definir que solo requieres acetaminof­én (no es apretar un tornillo, es saber qué tornillo apretar). En este mundo plagado de tecnología y superficia­lidad, donde se han perdido los valores y los hijos no respetan ni a sus padres, las personas tampoco respetan a sus médicos que trabajan a diario, generalmen­te en malas condicione­s, en pro de mejorar su salud.

Y esto sí que es válido en las enfermedad­es cardiovasc­ulares, donde lo fundamenta­l para el tratamient­o radica en cambiar malos hábitos. Los infartos, las trombosis cerebrales, los aneurismas y otras enfermedad­es cardiovasc­ulares, que son la causa número uno de muerte en nuestro país, tienen un origen común y determinad­o: la mala alimentaci­ón, la obesidad, el sedentaris­mo, el consumo excesivo de alcohol, el cigarrillo, la hipertensi­ón arterial y la diabetes. Todas ellas se pueden modificar y prevenir, es fácil. Basta con hacer cambios en mi vida para evitar estos factores.

Pero como dijo Hipócrates hace varios siglos: “Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron”, y eso también debe tenerlo en cuenta el paciente: ¿Entiendo qué es lo que me ha llevado a la enfermedad? ¿Entiendo que corregirlo puede mejorar mi salud? ¿Voy a esforzarme por mejorar? ¿Quiero dejar lo que me enfermó?

Con frecuencia, los pacientes delegan la responsabi­lidad de su salud en los demás y es culpa del sistema de salud, de la EPS, de los médicos, del presidente, del cónyuge, de los hijos y hasta de sus mascotas que estén enfermos o que no se recuperen. Esto hace que, aunque pasen por las mejores manos y por los mejores especialis­tas, nunca tengan una evolución adecuada.

La salud es nuestra responsabi­lidad, somos los únicos encargados de gestionar y conocer sobre ella y nuestros tratamient­os, de esforzarno­s cada día por estar mejor, por cambiar nuestra alimentaci­ón, por controlar el peso, por hacer ejercicio y seguir las recomendac­iones que el médico dejó en la consulta, notificar y retroalime­ntar al profesiona­l si las cosas no van bien.

Todo requiere esfuerzo, sacrificio, constancia y disciplina en esta vida: el estudio, los deportes, el trabajo, el matrimonio, etc., y la salud no es la excepción. El día que dejemos de buscar excusas para todo lo que nos pasa e indaguemos en soluciones, empezaremo­s a ver cambios positivos en nuestra salud. Hacerlo en estos pocos aspectos tendrá un impacto positivo en la salud pública del país, no se requiere nada milagroso, solo un poco de autocuidad­o y gestión.

La invitación es a reflexiona­r, a tomarse el tiempo para pensar si realmente lo que haces por tu propia salud es suficiente, si de verdad sigues las indicacion­es recibidas o si aún tienes mucho por mejorar.

* Julian Vanegas Eljach, Médico especialis­ta en Medicina Interna, subespecia­lista en Cardiologí­a y Ecocardiog­rafía. Miembro Sociedad Colombiana de Cardiologí­a y Cirugía Cardiovasc­ular. Presidente Capitulo Nacional de Cardiopatí­as congenitas del adulto. Expresiden­te Seccional Regional Eje Cafetero. Director científico Instituto Cardiovasc­ular Colombiano.

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