Gestión de la salud en tiempos de CRISIS
Cuando asisto a una consulta médica: ¿Qué espero? ¿Qué busco cuando voy a una cita con un médico general o un especialista? ¿Qué quisiera escuchar del profesional? ¿Qué haré con la información dada en la consulta?
Estas son preguntas muy importantes que todos debemos tener en cuenta antes de enfrentarnos al proceso de atención médica, sin importar si es por una enfermedad pasajera o por un proceso crónico que amerite un seguimiento y tratamiento regulares. Si tengo claro a qué voy, qué espero y qué quiero, voy a aprovechar mucho más ese breve espacio de tiempo que tendré con el profesional y del cual tanto nos quejamos, porque las citas son tan cortas que no alcanzamos a comunicar lo que queríamos y también porque las citas en tu EPS están a muchos meses (y peor aún en tiempos de covid).
Pero, ¿realmente llevabas preparado lo que querías exponer en tu encuentro con el profesional? Cuando vas a jugar futbol un domingo con tus vecinos del barrio, te tomas el tiempo de sacar el viejo uniforme guardado, desempolvas los guayos, te pones canilleras, vendaje para las rodillas y haces 20 minutos de estiramiento para calentar los músculos y, claro, no puede faltar el termo con agua. Para un proceso tan importante y del cual deriva tu salud y, en ocasiones, tu vida, también debes tener la preparación adecuada para sacar el mejor provecho, tener claro qué vas a decir, comunicar lo que pueda ser importante, llevar tu historia clínica completa, los exámenes y documentos previos, así parezcan muy viejos. Ser claros y concisos es imprescindible en este mundo de alta velocidad.
¿Y qué voy a hacer con la información que me den? Este es el punto más importante. Muchas personas no aprovechan, porque creen que la consulta o el “control” es asistir donde el médico cada cierto tiempo a llevar unos exámenes de sangre recientes y a que me renueven una fórmula, lo cual es un error fundamental. Los tratramientos para los pacientes no se dan en los 15, 20 ó 30 minutos de consulta, la fórmula no es el tratamiento, sino toda la información que recibiste y la cual debes poner en práctica y trabajar día a día para cada vez mejorar tu salud.
Es por eso que, con mucha frecuencia, se escucha esa frase, bastante irrespetuosa: “Es que solo me formulan acetaminofén”. Precisamente, porque desconocen que lo importante del proceso no es la fórmula con cualquier medicamento de mayor o menor valor, sino todo el proceso de pensamiento y análisis de tu caso para definir que solo requieres acetaminofén (no es apretar un tornillo, es saber qué tornillo apretar). En este mundo plagado de tecnología y superficialidad, donde se han perdido los valores y los hijos no respetan ni a sus padres, las personas tampoco respetan a sus médicos que trabajan a diario, generalmente en malas condiciones, en pro de mejorar su salud.
Y esto sí que es válido en las enfermedades cardiovasculares, donde lo fundamental para el tratamiento radica en cambiar malos hábitos. Los infartos, las trombosis cerebrales, los aneurismas y otras enfermedades cardiovasculares, que son la causa número uno de muerte en nuestro país, tienen un origen común y determinado: la mala alimentación, la obesidad, el sedentarismo, el consumo excesivo de alcohol, el cigarrillo, la hipertensión arterial y la diabetes. Todas ellas se pueden modificar y prevenir, es fácil. Basta con hacer cambios en mi vida para evitar estos factores.
Pero como dijo Hipócrates hace varios siglos: “Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron”, y eso también debe tenerlo en cuenta el paciente: ¿Entiendo qué es lo que me ha llevado a la enfermedad? ¿Entiendo que corregirlo puede mejorar mi salud? ¿Voy a esforzarme por mejorar? ¿Quiero dejar lo que me enfermó?
Con frecuencia, los pacientes delegan la responsabilidad de su salud en los demás y es culpa del sistema de salud, de la EPS, de los médicos, del presidente, del cónyuge, de los hijos y hasta de sus mascotas que estén enfermos o que no se recuperen. Esto hace que, aunque pasen por las mejores manos y por los mejores especialistas, nunca tengan una evolución adecuada.
La salud es nuestra responsabilidad, somos los únicos encargados de gestionar y conocer sobre ella y nuestros tratamientos, de esforzarnos cada día por estar mejor, por cambiar nuestra alimentación, por controlar el peso, por hacer ejercicio y seguir las recomendaciones que el médico dejó en la consulta, notificar y retroalimentar al profesional si las cosas no van bien.
Todo requiere esfuerzo, sacrificio, constancia y disciplina en esta vida: el estudio, los deportes, el trabajo, el matrimonio, etc., y la salud no es la excepción. El día que dejemos de buscar excusas para todo lo que nos pasa e indaguemos en soluciones, empezaremos a ver cambios positivos en nuestra salud. Hacerlo en estos pocos aspectos tendrá un impacto positivo en la salud pública del país, no se requiere nada milagroso, solo un poco de autocuidado y gestión.
La invitación es a reflexionar, a tomarse el tiempo para pensar si realmente lo que haces por tu propia salud es suficiente, si de verdad sigues las indicaciones recibidas o si aún tienes mucho por mejorar.
* Julian Vanegas Eljach, Médico especialista en Medicina Interna, subespecialista en Cardiología y Ecocardiografía. Miembro Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Presidente Capitulo Nacional de Cardiopatías congenitas del adulto. Expresidente Seccional Regional Eje Cafetero. Director científico Instituto Cardiovascular Colombiano.