Una vida más digna para los animales de producción
Muchas veces preferimos no saber de dónde vienen los productos que consumimos, pero ser un poco más curiosos podría asegurarles una mejor vida a los animales que viven confinados para producir el alimento que comemos.
Hace unas semanas se conoció la muerte del filósofo estadounidense Tom Regan a la edad de 78 años, su fallecimiento hubiera pasado desapercibido para muchas personas, de no ser porque este profesor emérito de la Universidad de Carolina del Norte fue el autor de un libro que pasará a la historia como el texto que le dio el impulso definitivo a la defensa de los animales en el mundo. The case for animal rights fue publicado en 1983 y traducido a numerosos idiomas, entre ellos el español, bajo el título Los derechos de los animales.
Décadas después de la publicación y de contar con una inocua declaración universal de los derechos del animal (aprobada por la ONU y la Unesco en 1978), el maltrato animal y la defensa de las especies en general es un tema que crece en interés y en activismo, hasta alcanzar un punto histórico sin precedentes. Sin embargo, dentro de las numerosas demandas de Green Peace, Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA por sus siglas en inglés), y otras organizaciones, uno de los grupos de animales que nunca se tiene en cuenta es el de los animales de producción. Un concepto que se refiere a especies como gallinas y vacas, que pasan casi toda su vida confinadas en pequeños lugares produciendo huevos y leche para el consumo humano.
Esta situación obedece por un lado al desconocimiento de los procesos de producción por parte de los ciudadanos del común y porque no existe una legislación que regule lo que está y lo que no está bien, en cuanto al trato que debe brindárseles a estos animales. Por ejemplo, en América Latina el común denominador en la producción de huevos son las jaulas en batería, es decir, estrechas mallas de metal en las que las gallinas difícilmente pueden abrir sus alas y en las que viven en un área menor a la de un ipad. En los países de la Unión Europea, Nueva Zelanda y Bután, este tipo de jaulas están prohibidas por ser