Crítica: Más incómoda que nunca
La segunda entrega del documental de cambio climático, protagonizado por Al Gore, resulta imperdible para quienes buscan entender por qué las acciones de los últimos diez años han sido insuficientes para combatir la principal amenaza que enfrenta la human
Al igual que su primera entrega, La Verdad Incómoda 2 tiene como principal objetivo que las consecuencias y amenazas del cambio climático se interioricen no solo en la mente de sus audiencias, sino en su corazón. A diferencia de la anterior, la nueva versión utiliza las explicaciones científicas únicamente como punto de partida para demostrar que el clima ya cambió y que muchas de las cosas que valoramos como individuos y sociedades ya están bajo amenaza.
En el documental de 2006 el camino personal de Gore y sus procesos familiares y políticos dolorosos fueron los motivos o herramientas para humanizar un tema tan árido como el de los ciclos y patrones climáticos. En esta ocasión el campo de batalla es menos personal y más político.
Aunque dentro del conservatismo estadounidense el calentamiento global ha sido objeto de negación desde hace décadas, el triunfo electoral de Donald Trump hace que ahora el documental tenga un villano más claro y un enfoque menos intenso y personal.
La película también contiene una verdad difícil pero cierta: la acción individual no va a ser la solución porque el problema ya necesita más que un granito de arena. Los cambios necesarios para suavizar el desastre requieren de legislación, de herramientas de mercado y de cambios masivos en los patrones de consumo y en general en nuestra forma de vida. Por eso, gran parte del documental retrata el papel del exvicepresidente estadounidense en la minucia de las frustrantes y cíclicas conversaciones, negociaciones y renegociaciones entre los poderosos que tienen en sus manos el cambio de mayor escala.
Puede ser que se exagere un poco el papel protagónico de Gore, quien después de todo, por decisión de la Corte Suprema de su país, nunca fue Jefe de Estado. Sin embargo, abrirnos la posibilidad de sentir las frustraciones de los escenarios políticos puede ser la única forma de permitirnos sentir (más que razonar) el enorme logro de los acuerdos a los que llegaron los países durante la COP 21 de París en 2015. La Verdad Incómoda 2 logra construir una narrativa completa que ata los cabos de las realidades que estamos viviendo en paralelo: la complejidad de los acuerdos, procesos políticos y diplomáticos en el marco del resurgimiento de los movimientos nacionalistas, las difíciles decisiones que enfrentan las industrias y la ocurrencia cada vez más frecuente y dramática de los fenómenos climáticos extremos. Esta es la nueva realidad.
Las acciones individuales ya no son suficientes en la lucha contra el cambio climático
Pero no todo está perdido, para los realizadores de la película aún hay esperanza. Y aunque las organizaciones públicas y privadas están ahora en el centro de esa esperanza, el documental no nos deja olvidar que a fin de cuentas todas las decisiones son individuales, hasta las que cambian el rumbo de las más grandes organizaciones o Estados del mundo. El liderazgo se puede ejercer de formas muy distintas a las esperadas y Al Gore es un buen ejemplo de esto. Perdió la Presidencia de los Estados Unidos, pero su papel como líder climático está aún más claro que antes y quizás más independiente que si hubiera llegado a ser el gobernante de la primera potencia del mundo.