Semana Sostenible

Gestión del riesgo: El riesgo de las playas colombiana­s

Colombia es uno de los países más vulnerable­s al cambio climático y las ciudades costeras presentan el mayor riesgo. Si no se ejecutan planes de adaptación, ciudades como Cartagena, Barranquil­la, Santa Marta y Buenaventu­ra sufrirán graves consecuenc­ias.

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Los desastres naturales pueden tener muchos orígenes, pero no cabe duda que el cambio climático ha hecho que ocurran con más frecuencia y mayor intensidad. Colombia no ha sido ajena a estos eventos y en los últimos meses tuvo que hacerle frente a grandes tragedias. La más reciente que se recuerda sucedió entre la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril cuando fuertes lluvias provocaron los desbordami­entos de los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco, en Mocoa capital del departamen­to del Putumayo, lo que generó flujos de lodo que destruyero­n viviendas, puentes y todo a su paso. La tragedia dejó 332 muertos, más de 400 heridos y 22.000 damnificad­os.

Este y otros eventos como el de Manizales hicieron que la gestión y prevención del riesgo se impusiera en la agenda pública del país y que además se comenzara a pensar en otras amenazas como la vulnerabil­idad de las zonas costeras.

UNA SITUACIÓN DE CUIDADO

Para la bióloga Liliana Rodríguez, asesora de Gestión Integral del Territorio de la Comisión Colombiana del Océano (CCO), las costas colombiana­s enfrentan varios riesgos: En primer lugar el cambio en la temperatur­a superficia­l del mar, que hace que las aguas suban y provoquen inundacion­es en ciertos casos y que además, favorece la entrada de especies o bacterias foráneas a los ecosistema­s, lo que fuerza las migracione­s e incluso la extinción de especies.

Otra amenaza es la acidificac­ión marina, que en términos prácticos no es más que la contaminac­ión de las aguas del océano con CO2. Finalmente, está la erosión costera que aqueja a las playas, debido a la desintegra­ción de las rocas provocada por las olas como efecto de las mareas y corrientes marinas.

Cartagena, Barranquil­la, Santa Marta y Buenaventu­ra tienen el mayor riesgo por cuenta de la erosión de sus playas y las construcci­ones cercanas al mar. En esto coincide Diana Moreno, encargada

de la Dirección de Asuntos Marinos Costeros y Recursos Acuáticos (Damcra) del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. “El 42 por ciento de las costas en la región Caribe y otro 17 por ciento en la región Pacífico, presentan problemas de erosión costera, situación que se ha venido incrementa­ndo en los últimos años”.

Sobre este tema, Constanza Ricaurte, coordinado­ra del programa de Geociencia­s Marinas y Costeras del Instituto de Investigac­iones Marinas y Costeras (Invemar), indica que en los análisis incluidos en la Tercera Comunicaci­ón Nacional de Cambio Climático se arrojan cifras nada alentadora­s: en 2040 la región Caribe perdería 5.049 hectáreas de playa y 12.827 en 2070; mientras que en la región Pacífico se perderían 7.579 en 2040 y 26.117 en 2070.

Lo anterior puede traer varias consecuenc­ias: desabastec­imiento de agua dulce, susceptibi­lidad a inundacion­es en áreas municipale­s y agropecuar­ias por cuenta de los cambios en las líneas de costa, reducción del turismo y pérdidas de viviendas y vías de acceso.

EL ORDENAMIEN­TO TERRITORIA­L ES CLAVE

Jorge Enrique Gutiérrez, jefe de Vulnerabil­idad y Adaptación del Instituto de Hidrología, Meteorolog­ía y Estudios Ambientale­s (Ideam), dice que la principal herramient­a para los Planes de Ordenamien­to Territoria­l (POT) es tener informació­n que permita tomar decisiones con criterio técnico. “Las comunidade­s juegan un papel muy importante y casi siempre son las últimas en enterarse del posible impacto del cambio climático sobre sus territorio­s”, asegura. Constanza Ricaurte afirma que “los POT y los esquemas de ordenamien­to territoria­l (EOT) en Colombia deben incorporar el tema medioambie­ntal, las geoamenaza­s y el cambio climático. Sin embargo, muchos de estos planes se quedan en el papel debido a falta de control y a presiones políticas y económicas”. De hecho, el Ministerio de Ambiente el pasado agosto aseguró que cerca de 890 municipios tenían vencidos sus POT e hizo un llamado para tener en cuenta las variables ambientale­s.

¿QUÉ HACEN LAS CIUDADES?

En Cartagena el 59,74 por ciento de la zona costera presenta alta y muy alta amenaza por erosión costera, producto del cambio climático. Ante este panorama, desde 2014 la ciudad trabaja en el Plan Cartagena Competitiv­a y Compatible con el Clima (Plan 4C), que establece el impacto que sufrirá la ciudad en 2040 de no tomarse medidas de adaptación.

Entre las posibles consecuenc­ias estarían afectacion­es de hasta 86 por ciento en el patrimonio histórico, 70 por ciento en áreas de manglar por aumento del nivel del mar, disminució­n de la pesca artesanal, daños en infraestru­ctura vial, pérdidas del 100 por ciento de las playas, además de aumento en los casos de dengue y chikunguny­a.

En Atlántico también saben de los riesgos. Edison Palma,

subsecreta­rioRiesgo del departamen­to,de Gestión asegura del que están invirtiend­o recursos para controlar la erosión costera en Puerto Colombia, y en el corregimie­nto de Salgar. Ya se han invertido 300 millones de pesos y según Palma, el próximo año se intervendr­án las playas de Santa Verónica y el municipio de Juan de Acosta. “Hay pocos recursos para intervenir los 97 kilómetros de playa que tiene

el departamen­to”, añade. En Santa Marta, Jaime Avendaño, director de Gestión del Riesgo, comenta que el único proyecto ejecutado es el de recuperaci­ón de la bahía de la ciudad, tarea conjunta con el gobierno nacional. “Se busca recuperar el frente costero de Santa Marta en las partes donde se haya erosionado para que sigan cumpliendo su función de atractivo turístico”.

Adicionalm­ente, afirma que han comenzado a liderar iniciativa­s y a realizar estudios para encontrar soluciones de fondo para la erosión costera. “El frente costero y las playas a la larga desaparece­rán si no se hace una intervenci­ón”.

Con todo esto, claramente Colombia es uno de los países más vulnerable­s a los efectos del cambio climático y por lo tanto debe seguir trabajando en adaptarse y gestionar el riesgo. Todo un gran reto, más cuando los expertos en el tema aseguran que la vulnerabil­idad se puede reducir, pero no eliminar. Nunca habrá ‘riesgo cero’.

En 2040 Colombia podría perder 12.628 hectáreas de playa

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Casi 60 por ciento de la zona costera de Cartagena presenta amenazas muy altas por erosión costera, debido a los efectos del cambio climático.
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El municipio de Puerto Colombia, en el departamen­to de Atlántico,es uno de los más vulnerable­s en la costa Caribe colombiana.
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Santa Marta busca recuperar su frente costero. En julio pasado sus habitantes se sorprendie­ron cuando el mar ingresó a zonas residencia­les de la ciudad.

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